Al igual que ha sucedido con el frío, al que este año le ha costado llegar, también la gripe se ha hecho esperar, pero, como cada invierno y aunque menos puntual que de costumbre, lo cierto es que ya está aquí. En muchas comunidades autónomas los casos se han incrementado de manera notoria en las últimas semanas, debido, en gran medida a la intensa ola de frío que padecimos la semana pasada y que ha tenido una relación directa con el aumento de la actividad gripal.
Se trata, no hay duda de uno de los incómodos compañeros de estos meses de frío. Pero, ¿qué se esconde tras ella? Se trata de una enfermedad febril aguda de las vías respiratorias, generalmente autolimitada y causada por la infección del virus influenza. Este virus aparece en epidemias de gravedad variable y lo hace prácticamente todos los inviernos.
Es una enfermedad internacional que se observa en zonas templadas durante los meses más fríos del invierno. De manera recurrente y cada 10 o 15 años se producen pandemias que causan mayor número de afectados, así como de morbimortalidad. En España durante el invierno de 2002-2003 se declararon cerca de un millón de casos de gripe, siendo este el último gran azote del virus en nuestro país.
Factores de riesgo para la enfermedad grave
¿Cómo se manifiesta?
Tras la infección, que se produce por contagio a través del contacto directo o indirecto (partículas respiratorias) con otras personas con gripe, el periodo de incubación dura entre 24 y 48 horas. Posteriormente se produce la sintomatología característica que todo el mundo conoce y que en mayor o menor medida todos hemos experimentado alguna vez:
Diagnóstico diferencial
Aunque la sintomatología es muy característica y además está marcada por el periodo epidémico, conviene tener en cuenta que determinadas enfermedades pueden iniciarse con cuadros similares a la gripe: