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Con el paso del tiempo las casas envejecen. A pesar de las tareas de mantenimiento que hayamos podido realizar, los años no pasan en balde y los materiales se deterioran, los mecanismos se quedan anticuados, las superficies pierden su lustre.

Sin embargo, hay muchas cosas que se pueden hacer para combatir el envejecimiento de nuestra casa, desde pequeños arreglos y cambios que se notan y mucho, hasta una reforma completa de los diferentes espacios.

 

Cuidar la casa

En ocasiones nos damos cuenta de que nuestra casa se ha quedado un poco obsoleta. No es solamente que ciertas cosas muestren un incipiente deterioro, sino que hemos perdido en parte esa comodidad y bienestar que nos ofrecía en el pasado: los equipamientos, las carpinterías, los muebles, las instalaciones… Todo está más viejo y ya no funciona como al principio y eso se va notando en la vida cotidiana.

Llegados a este punto, ¿por dónde empezamos a cambiar las cosas? ¿Qué es lo primero en lo que tenemos que invertir? Hay que tener en cuenta que las reformas no son baratas, por lo que es necesario reflexionar antes de lanzarnos a renovar la casa, sobre todo si piensas hacerlo poco a poco y por partes.

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Objetivo: bienestar

¿Cómo podemos sentirnos bien en casa? ¿Qué necesitamos para conseguir vivir mejor? Aunque parece fácil responder a estas preguntas, la realidad es que no lo es tanto.

Para empezar, necesitamos estar confortables en nuestros espacios, y esto va más allá de contar con un sofá cómodo en el salón. Hay que buscar el confort térmico, una temperatura agradable en el interior, para no pasar frío ni calor. Además, se requiere cierto confort acústico, que no nos molesten los ruidos y podamos descansar adecuadamente.

También es importante que nuestra casa sea segura (y que nos sintamos seguros en ella), que el consumo energético se mantenga en unos niveles razonables y que los muebles y equipamientos resulten ergonómicos, cómodos y prácticos. Para conseguir todo esto nuestra casa necesitará ciertas reformas, algunas más fáciles de lograr que otras (y, también más económicas).

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Respetar la esencia

A la hora de plantearte hacer ciertos arreglos en casa es importante respetar ciertos elementos arquitectónicos o constructivos que sean auténticos y que le den personalidad a los espacios.

Puede que tu casa sea antigua y tenga unos techos decorados con molduras de escayola. O que, a pesar de estar viejo y estropeado, el suelo sea de parquet. O tengas en la cocina un pavimento de baldosas hidráulicas de hace décadas.

Si tienes la suerte de contar con alguno de estos tesoros, lo mejor que puedes hacer es restaurarlos para que vuelvan a brillar con luz propia. Sustituirlos por materiales nuevos nunca es una buena idea. No solo puede que no tengan la misma calidad, sino que le estarás quitando a la casa los elementos que le dan su propia esencia.

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Mejorar el aislamiento

Esta es una de las primeras reformas que has de plantearte, si es que tu casa tiene problemas de aislamiento. Mejorando este aspecto se consiguen varios de los objetivos de los que hablábamos antes para vivir mejor y de una forma más eficiente, desde el punto de vista energético.

Si tus ventanas están viejas y no aíslan bien es necesario cambiarlas por otras más modernas, con cristales aislantes y rotura de puente térmico. Será un dinero bien invertido, ya que pronto comprobarás que una casa bien aislada ahorra dinero en energía, tanto en calefacción como en climatización. Verás cómo se reducen tus facturas de electricidad y gas.

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Conectar los espacios

Seguramente tú, como la mayoría de la gente, quieres tener una casa más grande. Sin embargo, a veces las casas antiguas, aparte de que sean pequeñas, están muy compartimentadas. Tienen muchos tabiques y varias habitaciones pequeñas, en lugar de espacios diáfanos y más amplios. Si es tu caso, quizá tengas que plantearte una reforma más importante para darle más amplitud a los espacios de la casa.

Puedes sacrificar alguna habitación para ampliar las zonas de estar, o abrir la cocina al salón tirando la pared. Esta forma de unificar espacios tiene sus ventajas: consigue que la casa sea más cómoda y accesible.

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Renovar las instalaciones

Este punto es importante. Si las instalaciones de electricidad y fontanería están muy viejas hay que cambiarlas cuanto antes, ya que esto puede traernos problemas de seguridad. Son reformas costosas que puedes hacer por partes, comenzando por la instalación eléctrica. Ten en cuenta que renovar la fontanería ha de hacerse al mismo tiempo que se reforman la cocina y el baño.

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Añadir sistemas domóticos

Esta es una mejora doméstica que añade valor a tu casa, ya que conseguirá hacerte la vida más cómoda y fácil. Además, instalar un sistema domótico no tiene por qué ser excesivamente costoso. Hay modelos sencillos que te ofrecen funcionalidades muy interesantes sin tener que hacer grandes reformas ni instalar complejos mecanismos.

Sea como sea, la domótica siempre es un valor añadido. Puede mejorar la seguridad del hogar, los accesos, el confort térmico y lumínico (para crear ambientes acogedores y proporcionarnos la luz necesaria en cada situación sin que tengamos que molestarnos), etc.

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8/10 © Leroy Merlin

Cambiar el pavimento

Un suelo en mal estado desluce considerablemente la apariencia general de la casa. Si está muy deteriorado debes plantearte cambiarlo, a no ser que se trate de un parquet antiguo o de un suelo de baldosas hidráulicas. En ese caso, como decíamos antes, es mejor restaurarlo para devolverle su belleza original.

Si tu pavimento es corriente y está estropeado hay muchas opciones para cambiarlo: laminados de última generación que ofrecen calidad y una buena imitación de los suelos de madera, gres porcelánico muy decorativo, suelos vinílicos para baños y cocinas que se instalan muy fácilmente, etc.

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Reformar el baño

Hemos llegado a una de las estancias de la casa, junto con la cocina, que más se suele reformar y con razón, puesto que es la que más lo necesita. Se trata de un espacio de uso intensivo y continuado, en el que está presente el agua con el consiguiente deterioro que ello supone.

Además, la reforma del baño (y también la de la cocina) es de las que necesita más inversión económica. Si tu baño no está demasiado deteriorado, quizá solo sea necesario hacer ciertas mejoras más sencillas pero efectivas: instalar suelo vinílico sobre las baldosas antiguas, cambiar los sanitarios o el lavabo, renovar la grifería, etc.

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Una cocina nueva

Además de tiempo y dinero, la reforma de la cocina suele traernos algún quebradero de cabeza. A la gran variedad de opciones que existen en cuanto a revestimientos y mobiliario, lo que pude dificultar la elección, se suma lo costoso de esta reforma, que es la que se lleva la mayor parte del presupuesto.

Un consejo para acertar: apuesta por la funcionalidad, que no tiene por qué estar reñida con la estética. En la cocina necesitamos materiales y elementos resistentes, fáciles de usar y de mantener, y que nos ahorren tiempo y esfuerzo.

Elige mobiliario y equipamiento de calidad, aunque se incremente la inversión económica, porque a largo plazo es más rentable. Al hacer un cambio de esta envergadura hay que tratar de que resulte lo más duradero posible.

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