A veces, pensamos que ordenar un espacio consiste en poner muchas etiquetas y muchos nombres y que, una vez etiquetamos, el caos desaparece por arte de magia. Por eso cuando empezamos a hacerlo y nos damos cuenta de que no es la única solución nos parece que las etiquetas no sirven para nada.
Pues os diré que ninguna de las dos afirmaciones es válida para mí. Como ya os imagináis primero hay que deshacerse de cosas, categorizar, limpiar, ordenar y por último etiquetar. Como organizadora profesional a menudo me preguntan: ¿y… me vas a poner las etiquetas? A lo que respondo: cuando terminemos vemos dónde es necesario y qué tipo de etiqueta utilizaremos.
¿En qué casos etiqueto? A continuación, os cuento los más comunes: