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Cuando quieras diseñar tu jardín, tan importante es planificar si habrá zonas de césped como saber si prefieres optar por áridos u otras soluciones con menores necesidades de cuidados y agua. Tras este primer paso, deberás elegir las plantas y árboles más adecuados.

¿Qué hay que valorar a la hora de decidirse por un árbol u otro? Varios aspectos: si necesitan sol, cuánto se extenderán sus raíces, cuánto crecen, su tipo de hoja (perenne o caducifolia), la sombra que ofrecen, la frecuencia de regados y, por supuesto, también su estética.

En esta guía te detallamos los mejores árboles para plantar en el jardín. Una vez hayas seleccionado uno o una combinación de varios, te aconsejamos que acudas a un paisajista para que te guíe acerca de dónde ubicarlos. 

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Limonero, un cítrico de tamaño reducido

Este árbol frutal de hoja perenne puede plantarse en suelo y en maceta, aunque directamente en la tierra es más productivo: puede llegar a dar 200 kilos de limones al año. El limonero (Citrus limon) es perfecto para el jardín por su belleza, los colores vivos que regala y los deliciosos aromas que aporta al exterior su flor de azahar. Además, los cuidados no son muy exigentes y es pequeño, alcanzando hasta los 5 metros de altura.

Los limoneros precisan de abundante luz y una tierra semiligera, rica en materia orgánica, pH neutro y permeable. Padecerá si existen problemas de drenaje. En primavera y verano hay que regarlo cada 2 o 3 días, mientras que el resto del año será suficiente con hacerlo una vez por semana. Además, como todos los cítricos es de crecimiento rápido y poca raíz.

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Olivo, una especie muy longeva

Es un árbol frutal frondoso, pero no de excesiva altura, que puede llegar a vivir más de 1.000 años. Al igual que el limonero, el olivo (Olea europaea) también puede ser plantado en maceta pero si en el primer caso puede alcanzar los 10 metros de alto, en el segundo llegará a máximo 3. A su belleza ornamental se suma que es muy resistente, bastará con que tenga una buena exposición solar y que el suelo esté bien drenado. Por otra parte, salvo cuando es joven, es un árbol que tolera la sequía y puede vivir únicamente del agua de lluvia, ayudado del riego que reciban otras plantas alrededor.

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Jacarandá, con espectacular flor lilácea

La jacarandá (Jacaranda mimosifolia) es una especie nativa de países intertropicales de América. Se trata de un género de árboles de porte medio y crecimiento rápido (unos dos metros por años) y su estatura no suele ser mayor a los 15 metros. De hoja caducifolia, la copa de contorno redondeada presenta una llamativa floración de forma tubular y color violeta durante la primavera y a veces tiene una segunda  floración.

La jacarandá requiere por una parte que esté expuesta al sol y, por la otra, que no esté sometida a fuertes corrientes de aire. En cuanto al riego, no debe ser excesivamente frecuente: cada 3 días en los meses cálidos y una vez por semana en los fríos.

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Magnolios, ¿qué variedad te conviene?

Como su nombre indica, el magnolio de flor grande (Magnolia grandiflora) es conocido por sus decorativas flores blancas. Se trata de un árbol de crecimiento lento que puede llegar a superar los 35 metros. En jardines pequeños es mejor decantarse por los magnolios estrellados (Magnolia stellata) que alcanzarán un máximo de 3 metros de altura.

Son sensibles a las temperaturas superiores a los 30 ºC pero resisten heladas y conviene plantarlos en una zona de semisombra. Necesita de sustratos ligeramente ácidos, con un pH de entre 4 y 6 y que la tierra esté bien drenada. Sus necesidades de riego en verano son de 3 a 4 veces por semana, disminuyendo algo la frecuencia durante el resto del año.

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El apreciado y bellísimo arce japonés

Como puede deducirse por su nombre, el arce japonés (Acer palmatum) es una especie originaria de Asia. Pero no solo de Japón, se trata de un árbol nativo también de Corea del Sur. Es una hermosa planta caducifolia que se ha convertido en una de las indiscutibles estrellas de los jardines, gracias a su tronco y sus ramas curvados y a sus bellas hojas palmeadas que en otoño se tiñen de un llamativo color rojizo o anaranjado. Además presenta flores en primavera. Es de crecimiento rápido pero no es un árbol grande, pues de media crece hasta los 10 metros.

En zonas cálidas convendrá plantarlos en zonas en semisombra y si son frías, a pleno sol. Aunque soporta hasta heladas, sí le afectará bastante las temperaturas altas por encima de los 30 ºC. Ten en cuenta que necesita de sustratos ligeramente ácidos, con un pH de entre 4 y 6, y es un árbol que exige riegos bastante regulares: en los meses cálidos, en días alternos, y en los fríos, al menos cada 3 días, siempre evitando encharcamientos. Por cierto, es habitual verlo en forma de bonsái.

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Abedul blanco, con atractivos troncos

El abedul blanco (Betula alba) presenta unos bellísimos troncos con la corteza blanquecina con rayas horizontales. Es un árbol esbelto, con un tronco delgado y llega a superar los 20 metros. Este árbol de hojas caducifolias puede plantarse en tierras ácidas o arcillosas, siempre bien drenadas y preferiblemente es recomendable que esté expuesto a pleno sol. Tiene una alta resistencia a los fríos invernales intensos, como pista decirte que es el árbol nacional de Finlandia, dada la abundancia de ellos en este país.

Atención, eso sí, a dónde se cultivan, porque las raíces de los abedules tienden a crecer de una manera extendida. De este modo, es preferible abstenerse de ubicarlos en la proximidad de los caminos del jardín o de la casa, para evitar que causen cualquier daño. Respecto al riego, hay que hacerlo 4 veces por semana en verano y 2 veces el resto.

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Enebro común, una conífera rústica

El enebro común (Juniperus communis) presenta hojas perennes en forma de aguja y destaca porque hay ejemplares macho y ejemplares hembra. Los primeros forman conos muy pequeños que producen el polen y los segundos unos frutos carnosos (los que vemos en la foto, bayas de color liláceo azulado comestibles).

Esta conífera necesita una exposición de pleno sol o de semisombra. Además, prospera en cualquier tipo de suelo y resiste las heladas, el viento y el calor del verano del clima mediterráneo. Respecto al riego, tolera la sequía y habrá que regarlo de forma moderada todo el año, siempre comprobando que la tierra esté bien seca antes de volver a regar.

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Árbol de Josué, una palmera de tamaño comedido

Sobre todo si apuestas por un jardín de bajo mantenimiento, las palmeras serán grandes aliadas siempre que la climatología te permita tenerlas. Por ejemplo, el árbol de Josué (Yucca brevifolia), también denominado yuca palmera, es un pequeño árbol nativo de California y Utah (en Estados Unidos) que en su madurez apenas tiene necesidades hídricas, por eso son habituales en desiertos. Llega a vivir unos 500 años. Posee un tronco leñoso con una corteza agrietada y descascarada que es muy bella y unas hojas cortas. El árbol adulto puede alcanzar los 10 metros de altura.

De crecimiento lento, se debe plantar en zonas templadas o cálidas expuesto al sol en un terreno neutro y seco; ten en cuenta que no soporta las heladas ni suelos húmedos. De hecho, es ideal porque apenas requiere riego: cada 10 días cuando está en fase de crecimiento y también en verano, pero luego debe ser ocasional. Sus raíces son muy superficiales. En primavera estos árboles se cubren de flores blanco-amarillentas.

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¿Qué árboles plantar junto a la piscina?

Un aspecto a tener en cuenta cuando el árbol va a situarse en los alrededores de la piscina, es que la especie tenga hoja perenne, para que así no te obligue a tener que estar retirando las hojas caídas, y mejor que tampoco suelten flores o frutos. Por otra parte, no convendrán los árboles con raíces profundas y que crezcan en horizontal, que puedan terminar dañando el vaso de la piscina. Así pues, buenas opciones son las palmeras (aunque no proporcionarán mucha sombra si es lo que deseas) y los cítricos, como los limoneros o los naranjos, por ejemplo.

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