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En primavera son muchas las plantas que nos traen alegría, vitalidad y el color de sus flores. Sin embargo, algunas especies de interior carecen de estos bellos adornos que suelen surgir en esta época del año.

A pesar de no florecer (o de hacerlo de forma insignificante), estas plantas no pierden ni una pizca de su belleza. Aquí tienes 10 variedades muy especiales que puedes incorporar a tu casa para alegrar y decorar cualquier rincón.

 

1. Crotón (Codiaeum veriegatum)

Es una planta resistente que llenará tu casa de belleza gracias a sus espectaculares hojas de preciosos colores. Son, sin duda, su mayor encanto y para mantenerlo la planta necesita una buena exposición a la luz (pero sin sol directo). De hecho, cuanta más luminosidad reciba, más color tendrán sus hojas.

Por lo demás, es fácil de cultivar: evita los cambios bruscos de temperatura y las corrientes de aire. Riégala con agua tibia unas dos o tres veces a la semana en primavera y verano, y procura que la humedad ambiental sea alta. En invierno no necesita tanto aporte de agua.

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2. Peperomia (Peperomia obtusifolia variegata)

Las flores no son tampoco un aliciente para cultivar la peperomia, pero sí lo son sus hojas redondas y carnosas, que hacen gala de diferentes matices de verde.

Se trata de una planta sensible al frío, por lo que debes procurar que la temperatura en el interior sea constante. Búscale un rincón cálido y lejos de una ventana, ya que no le gusta recibir los rayos directos del sol.

Riega con mucha moderación, sin encharcar el sustrato y sin mojar las hojas, ya que podrían pudrirse. Un plus de energía en forma de abono líquido le vendrá de perlas en primavera y verano.

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3. Alocasia (Alocasia sanderiana)

Se la conoce también con el nombre de Oreja de elefante, debido a la característica forma de sus hojas que se asemejan a los pabellones auditivos de este espectacular mamífero.

Es una planta de origen tropical que necesita un riego abundante y muy constante, por lo que tendrás que proporcionarle agua con frecuencia, especialmente en los meses de calor. También necesita que la pulverices de vez en cuando, ya que ama los ambientes con humedad ambiental alta.

Búscale un rincón luminoso, pero sin sol directo, y trasplántala cada dos años aproximadamente a una maceta más grande.

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4. Cóleo (Coleus blumei)

Lo que más llama la atención del cóleo, una planta de interior de origen tropical, son sus maravillosas hojas de forma dentada y textura de terciopelo. Hacen gala de colores bellos, intensos y variados: verde, rosa, granate, morado… Con estas maravillosas hojas, ¿quién necesita flores?

De hecho, pueden aparecer en invierno unas flores pequeñas e insignificantes que es mejor eliminar para evitar que consuman energía de la planta.

Para que crezca sana y feliz no tienes más que buscarle un buen lugar en casa, a salvo de corrientes de aire y donde reciba una buena dosis de luz, mejor sin sol directo.

A la hora de regarla, procura que siempre tenga el sustrato húmedo.

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5. Calathea (Calathea sp.)

Nos encanta la calathea, por ser una de las plantas de interior más atractivas que existen, gracias a sus hojas espectaculares. Aunque todas son bellas, las hojas de la calathea modifican su color, forma y dibujo, en función de la variedad.

El cultivo de la calathea es exigente y requiere de ciertas atenciones. Necesita luz moderada y tamizada, y un riego muy controlado. Es importante mantener el sustrato ligeramente húmedo, retirar el agua sobrante para no encharcar las raíces y procurar no mojar las hojas.

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6. Fitonia (Fittonia verschaffeltii)

¿Quieres una planta fácil de cuidar y que, además, sea capaz de decorar cualquier rincón de tu casa? Apuesta por la fitonia.

Aunque pequeña, posee unas bonitas hojas con diversos matices de color y nervios marcados que crean contrastes muy originales.

Una de las cosas que debes tener en cuenta al cultivar la fitonia es que no soporta el frío, que paraliza su crecimiento. Lo ideal es que la temperatura interior oscile entre los 20 y los 28º C.

Le gusta la luz ambiental, pero no los rayos intensos y directos del sol. Para acertar con la pauta de riego fíjate en el sustrato y procura que esté siempre ligeramente húmedo.

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7. Kenthia (Howea forsteriana)

Esta palmera de pequeño tamaño (es de crecimiento lento) se caracteriza por ser muy versátil y adaptarse sin problemas a cualquier entorno, ya sea interior o exterior.

A la hora de cuidarla tendrás que recordar que no le gusta nada el exceso de agua, por lo que tendrás que regarla solo una o dos veces a la semana en verano, y menos todavía en invierno (con una o dos veces al mes será suficiente). Eso sí, agradecerá que pulverices sus hojas en los meses más calurosos.

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8. Zamioculca (Zamioculca zamicifolia)

Esta planta posee una apariencia diferente que la hace especial: tallos gruesos y hojas pequeñas de un brillante verde oscuro.

Como es resistente, la zamioculca es una buena opción para cultivar en casa. Las claves son sencillas: proporciónale luz indirecta, un riego moderado y un aporte de abono líquido una vez al mes.

Por último, y dado que sus raíces son voluminosas, trasplántala a una maceta más grande cada dos años.

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9. Cinta o malamadre (Chlorophytum comosum)

Si eres principiante en el cultivo de plantas de interior la cinta debe ser una de tus alternativas, ya que es resistente y apenas requiere grandes atenciones. Además, pone un bonito toque verde claro en cualquier espacio y nos trae recuerdos de las casas de nuestras madres y abuelas en las que era común encontrar una preciosa cinta.

Asegúrate de que recibe una buena dosis de luz (sin sol directo) y riégala unas dos veces a la semana en verano y la mitad en invierno.

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10. Dieffembachia (Dieffembachia seguine)

De origen tropical, la dieffembachia es una planta bella y decorativa que no tiene exigencias de cultivo. Sin embargo, debes valorar el tenerla o no en casa ya que puede ser tóxica para los adultos, e incluso venenosa para niños y mascotas. O te aseguras de que no estará a su alcance, o es mejor que elijas otra planta para cultivar en el interior.

Por lo demás, se mantiene en perfecto estado si las temperaturas oscilan entre 20 y 30 ºC y la luz es indirecta. A la hora de regarla, evita el encharcamiento del sustrato y pulveriza sus hojas con frecuencia.

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