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Neuroarquitectura

Nuria Muñoz, experta en neuroarquitectura: “Un diseño natural no basta: para que el hogar promueva el bienestar, hay que incorporar hábitos biofílicos”


Integrar rituales biofílicos en la vida cotidiana convierte nuestra casa en aliada activa tanto del bienestar físico como del emocional


La interiorista Nuria Muñoz Arce© Habitarmonia Academy & Ecosystem
24 de noviembre de 2025 - 10:21 CET

La neurociencia y el diseño biofílico llevan décadas demostrando que la luz natural, los materiales orgánicos, los sonidos agradables y la configuración del espacio impactan directamente en nuestro sistema nervioso, en la capacidad cognitiva y en la salud emocional. Sin embargo, muy pocos hogares se diseñan con este conocimiento en mente.

Tu vivienda ya tiene potencial terapéutico. Los rituales biofílicos lo activan. Convertir el hogar en un espacio que cuida de la salud no requiere tecnología avanzada, sino conciencia. La clave está en habitar de forma biofílica, es decir, integrar la naturaleza no solo en el diseño, sino también en la conducta.

Hablamos con Nuria Muñoz Arce, experta en neuroarquitectura y fundadora de Habitarmonia Academy & Ecosystem (www.habitarmonia-academy.com), desde donde impulsa una forma de diseñar y vivir los espacios que ayuda a reducir el estrés y mejorar el bienestar. 

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Baño de diseño biofílico con gran presencia de madera, un jarrón con ramas y un cuadro con una escena bucólica© VirgoStudio / Pixabay

La combinación de diseño y terapia biofílica multiplica el bienestar

¿Cómo nació la idea de unir el diseño biofílico con los rituales terapéuticos? “Fue el resultado de observar una brecha crítica. El diseño biofílico se centra en crear espacios con elementos naturales (luz, plantas, materiales orgánicos), pero tener esos elementos no garantiza que las personas se beneficien de ellos”, declara Nuria. Quien lo vio en su propio trabajo: clientes con casas impecablemente diseñadas según principios biofílicos que seguían reportando estrés, insomnio o desconexión. De modo que dedujo que el problema no era el espacio, sino la falta de interacción consciente con él.

Ahí es donde entran los rituales terapéuticos. Un estudio publicado por Dorothy Huntsman y Grzegorz Bulaj en 2022 en el International Journal of Environmental Research and Public Health documenta que la exposición pasiva a la naturaleza tiene beneficios, pero el compromiso activo y repetido amplifica los resultados de forma exponencial. La investigación es clara: el provecho del diseño biofílico se multiplica cuando se combinan con prácticas intencionales de autocuidado.

“Por eso en Habitarmonia no solo diseñamos el espacio. Cocreamos con nuestros clientes la forma de habitarlo. Les enseñamos prácticas concretas, respaldadas por evidencia, que activan el potencial terapéutico de su entorno. No se trata de espiritualidad. Se trata de aplicar ciencia del comportamiento al diseño de interiores”, prosigue la diseñadora de interiores.

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Mujer en una cocina tomando una infusión rodeada de plantas© Adobe Stock

¡Hay que vivir biofílicamente!

Existe una gran diferencia entre tener un espacio biofílico y practicar rituales biofílicos. Y es que vivir biofílicamente significa integrar la naturaleza en tu rutina diaria de forma activa y consciente. No es una cuestión estética, es conductual.

La experta lo explica con datos: puedes tener un salón con ventanales, plantas y madera natural, pero si llegas a casa, cenas viendo la televisión y te vas a dormir sin interactuar con ninguno de esos elementos, tu sistema nervioso no se está beneficiando de forma óptima. El espacio biofílico crea el potencial, pero los rituales lo activan.

Los rituales biofílicos son protocolos específicos: abrir las ventanas al despertar y exponerte a luz natural durante 10 minutos antes de mirar el móvil regula tus ritmos circadianos. Triturar hojas de albahaca mientras cocinas e inhalar conscientemente activa tu sistema olfativo y reduce cortisol. También, tocar madera antes de dormir calma el córtex prefrontal.

Estos no son conceptos abstractos. Son intervenciones respaldadas por investigación que tienen efectos fisiológicos medibles. La diferencia entre tener un espacio biofílico y practicar rituales biofílicos es la diferencia entre tener un gimnasio en casa y, realmente, entrenar de forma sistemática.

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Velas aromáticas de lujo© Voluspa

La vivienda te puede sanar

El estudio reciente que ha mencionado Nuria supuso un punto de inflexión porque demuestra algo que la industria del diseño necesitaba entender: los interiores residenciales pueden funcionar como entornos terapéuticos, no solo estéticos.

Lo probaron con pacientes con migrañas, dolor crónico y depresión, y los resultados son contundentes. La terapia de luz Led verde redujo significativamente los días con dolor de cabeza. El contacto con madera de roble blanco calmó la actividad del córtex prefrontal, esa área del cerebro que se sobreactiva con el estrés. Y aquí está lo más relevante: cuando combinaban elementos biofílicos con prácticas de autocuidado (música y otros elementos sonorosaromaterapia, rituales de sueño), no obtenían una suma de beneficios. Obtenían una amplificación: efectos sinérgicos en salud mental, función inmunológica y calidad del sueño.

“Esto valida científicamente lo que aplicamos en Habitarmonia: el diseño terapéutico no es opcional, es una necesidad de salud pública. Y los profesionales que no lo integran están dejando sobre la mesa el 70% del potencial de sus proyectos”, afirma la experta.

En la imagen superior, la propuesta olfativa de las velas de Voluspa ‘Spiced Pumpkin Latte’, está protagonizada por notas de calabaza, malvavisco de vainilla, crema de coco y brulée especiado con canela.

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Zona ideal para contemplar la naturaleza exterior a primera hora del día, antes que el móvil© Helena Martín Arquitecta

Pasemos a la acción: los rituales biofílicos más fáciles de integrar en la vida diaria

Los rituales más efectivos son aquellos que se integran en rutinas existentes y tienen impacto inmediato. Protocolos básicos propuestos por la fundadora de Habitarmonia para aplicar a primera hora del día y antes de ir a dormir:

  • Exposición a luz matinal: Antes de mirar el móvil, abre las ventanas y siéntate con tu café o infusión cerca de luz natural durante 10-15 minutos. Esto sincroniza tu reloj biológico, mejora la producción de serotonina y optimiza la calidad del sueño nocturno. 
  • Protocolo de transición nocturna: 30 minutos antes de acostarte, baja la intensidad de luces artificiales, difunde lavanda y elimina pantallas. Estás enviando señales claras a tu sistema nervioso de que es hora de desactivarse.
La zona de día de la propuesta, con suelos de madera y unas ricas texturas, la ha diseñado la arquitecta Helena Martín.
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Gran presencia de madera en una oficina en casa © Jaime Navarro para Covadonga Hernández

Otros hábitos biofílicos de enorme efectividad

A lo largo del resto de la jornada, la experta propone también:

  • Activación olfativa: Mientras cocinas, tritura hierbas frescas (albahaca, menta, romero) entre los dedos e inhala profundamente. La investigación demuestra que ciertos aceites esenciales reducen la severidad de migrañas y disminuyen los niveles de cortisol. Es aromaterapia aplicada, no incienso decorativo.
  • Contacto táctil con materiales naturales: Dedica 5 minutos al día a caminar descalzo sobre madera o fibras naturales. El contacto directo con superficies naturales tiene efectos demostrables en la regulación del sistema nervioso autónomo.
  • Minuto de atención focal: Una vez al día, observa un elemento natural durante 60 segundos, como una planta, la luz cambiando en la pared o la textura de la madera. Este ejercicio de atención restaura la capacidad cognitiva y reduce la fatiga mental. 

“Estos no son rituales místicos. Son intervenciones conductuales basadas en evidencia que cualquier persona puede implementar hoy mismo, independientemente del tamaño o presupuesto de su vivienda”, explica Nuria.

En la propuesta un despacho doméstico creado por la interiorista Covadonga Hernández, cuyo diseño está lleno de materiales naturales.

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Piso pequeño que reúne en pocos metros salón, comedor y cocina© María Pujol para Cris Peña Studio

La limitación de espacio no es una limitación de resultados

¿Resides en un piso pequeño en la ciudad? Eso no debe ser un problema. La recomendación principal de Nuria es: crea un punto de anclaje sensorial. No necesitas metros cuadrados, necesitas densidad de estímulos naturales en un área específica. Una planta, un objeto natural (madera, piedra, cerámica artesanal), una vela y un aroma específico que asocies con calma. Este punto funciona como ancla de regulación emocional. Cuando tu sistema nervioso necesita desactivarse, tienes un lugar físico diseñado para eso.

Segundo: sincroniza tu rutina con la luz natural disponible. Abre cortinas inmediatamente al despertar. Si tu vivienda tiene luz limitada, invierte en una lámpara de terapia de luz (10.000 lux) y úsala durante el desayuno. Esto compensa la falta de exposición solar y regula tu producción de melatonina.

Tercero: crea una burbuja acústica. En entornos urbanos ruidosos, usa auriculares con cancelación de ruido y reproduce paisajes sonoros naturales (lluvia, bosque, oleaje) durante 15-20 minutos diarios. Esto reduce la carga cognitiva del ruido ambiental y permite que tu sistema nervioso se recupere.

Cuarto: maximiza la ventilación cruzada. Abre ventanas opuestas durante 10 minutos al día para renovar el aire. La calidad del aire interior impacta directamente en tu función cognitiva y estado de ánimo.

Lo importante no es cuánto espacio tienes, es cómo diseñas la interacción con ese espacio. Y eso se puede optimizar en cualquier vivienda. El ambiente de la propuesta en un piso centenario en Badalona (Barcelona), a pesar de contar con tres espacios en pocos metros (salón, comedor y cocina) resulta muy acogedor tras la reforma emprendida por Cris Peña.

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Dormitorio con la cama vestida con tejidos naturales© Alberto Monteagudo para Nota Estudio

La inversión en materiales naturales es inversión en salud

Los materiales naturales tienen efectos fisiológicos medibles en nuestro sistema nervioso, según la neuroarquitectura. Y no es una cuestión de preferencia estética, sino una respuesta biológica.

El contacto visual y táctil con madera reduce el ritmo cardíaco, disminuye la presión arterial y baja los niveles de cortisol. El estudio que la diseñadora de interiores mencionaba antes documentó que tocar madera de roble blanco reduce específicamente la actividad del córtex prefrontal, la región cerebral asociada con el procesamiento del estrés y la ansiedad.

¿Por qué ocurre esto? Por dos razones. Primera, los patrones fractales de la madera (esas irregularidades naturales) nuestro cerebro está evolutivamente programado para procesarlos como señales de seguridad. Segunda, los materiales naturales tienen propiedades térmicas, acústicas y táctiles que nuestro sistema sensorial reconoce como no amenazantes.

Esto tiene implicaciones directas en el diseño. Cuando analizamos un espacio, una de las primeras variables que evaluamos es la proporción de materiales naturales frente a los sintéticos. Un ambiente dominado por plásticos, metales fríos y superficies reflectantes genera un desgaste mayor en el sistema nervioso.

La solución que nos ofrece Nuria: integrar madera, piedra, lino, lana, cerámica, corcho... Es decir, materiales que además de sostenibles tienen propiedades terapéuticas. En la propuesta, un dormitorio diseñado por Nota Estudio con una cama que se viste con tejidos sostenibles.

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Las campanas de viento, también conocidas como carrillones, producen sonidos relajantes© Glen Michaelsen / Unsplash

Diseño acústico sin tecnología

Los sonidos naturales activan respuestas parasimpáticas en nuestro sistema nervioso autónomo. Es decir, nos sacan del ‘modo estrés’ y nos llevan al ‘modo recuperación’. “Pero hay que entender que no todos los sonidos naturales son iguales, y la forma de incorporarlos depende de tu contexto acústico”, matiza Nuria.

La experta explica que la estrategia más efectiva consiste en la ventilación acústica intencional. Por ejemplo, abrir las ventanas durante 10-15 minutos en momentos específicos del día (idealmente al amanecer cuando hay canto de pájaros) y dedicar ese tiempo a escuchar conscientemente. No como ruido de fondo, como práctica de atención. Esto entrena tu sistema auditivo a filtrar sonidos amenazantes y priorizar sonidos restaurativos.

¿Más estrategias? Incorporar en el espacio elementos sonoros naturales, como una fuente de agua interior pequeña o las campanillas de viento. Además, se puede hacer un diseño acústico pasivo, con materiales que absorban ruido urbano (como cortinas gruesas, alfombras de fibras naturales o paneles acústicos) y crea una línea base de silencio.

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Rincón de cocina con una gran presencia de plantas naturales© AdobeStock

Útil en la prevención del estrés y la ansiedad

Nuria es clara y contundente: “la decoración biofílica no es decoración, es diseño preventivo de salud”.

Lo justifica así: el estrés crónico y la ansiedad son respuestas fisiológicas a entornos que nuestro sistema nervioso percibe como amenazantes o agotadores. Si pasas 16 horas al día en espacios con luz artificial, materiales sintéticos, aire viciado y ruido constante, tu cuerpo está en un estado de alerta permanente. Eso se llama carga alostática: el desgaste acumulado que genera el estrés crónico.

El diseño biofílico reduce esa carga. ¿Cómo? Incorporando elementos que nuestro sistema nervioso reconoce como señales de seguridad y restauración: luz natural que sincroniza ritmos circadianos, materiales naturales que calman el sistema táctil y visual, plantas que mejoran la calidad del aire y generan respuestas emocionales positivas, sonidos naturales que activan el sistema parasimpático.

Para que el diseño biofílico funcione como estrategia preventiva, tiene que ser intencional y basado en evidencia. No basta con poner plantas al azar. Hay que entender qué elementos funcionan, en qué configuración, para qué perfiles de usuarios y en qué contextos.

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Los rituales biofílicos producen, entre otros beneficios, una mejora en la productividad© Conformana

¡Funciona!

Preguntamos a Nuria qué cambios ha visto en las personas que adoptan estos rituales biofílicos. Pasa a relatarlos: reducción drástica en los niveles de estrés percibido y mejora en la regulación emocional. Mejora radical en la calidad del sueño; esto tiene un ‘efecto cascada’ en todo: energía, estado de ánimo, función inmunológica y rendimiento cognitivo. Otra mejora es el aumento en la capacidad de concentración y productividad

Esta zona de despacho se quipa con la silla ergonómica ‘Steph’, de Conforama, y un funcional escritorio de madera.

Una transformación destacable asimismo es el cambio en la relación con el hogar. El espacio deja de ser un contenedor pasivo y se convierte en un sistema activo de soporte al bienestar. Las personas empiezan a tomar decisiones conscientes sobre cómo habitan su entorno. “Esto lo vemos tanto en proyectos residenciales como en consultoría con empresas y estudios de arquitectura. Cuando el diseño se basa en ciencia del bienestar, los resultados son replicables y escalables”, subraya la fundadora de Habitarmonia.

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Salón que busca crear una gran experiencia táctil para los habitantes© Arte

El hogar del futuro será un aliado activo de tu salud

No hay que diseñar espacios, hay que diseñar salud y para ello Nuria reivindica integrar plenamente esta ‘medicina cotidiana’ que ha ido exponiendo a lo largo del reportaje. De este modo el hogar del futuro será un sistema inteligente de bienestar, no solo un espacio para vivir.

 La iluminación se ajustará a los ritmos circadianos, la ventilación filtrará y equilibrará el aire, y los materiales contribuirán activamente a la salud, regulando temperatura y absorbiendo contaminantes. Por ejemplo este salón cuenta con el revestimiento en 3D ‘Chimu’, de la firma belga Arte, generando un mayor confort acústico, térmico y táctil en la estancia.

Los espacios se diseñarán con neuroarquitectura: zonas para activarse y crear, y otras para descansar y recuperar energía.

La tecnología, integrada de forma invisible, monitorizará el ambiente y lo ajustará en tiempo real para optimizar el funcionamiento del cuerpo y la mente.
“Pero más allá de la innovación tecnológica, necesitamos un cambio de mentalidad: arquitectos, diseñadores y desarrolladores deben entender que crean entornos que impactan directamente en la salud de las personas”, cuenta Nuria.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.