Solemos asociar el diseño para personas neurodivergentes con la idea de ‘espacios de calma’. Sin embargo, en ocasiones conviene diseñar también rincones de activación positiva. El bienestar no es sinónimo de silencio o quietud. “Para muchas personas neurodivergentes (especialmente quienes viven con autismo, TDAH o altas capacidades) las necesidades van desde un silencio absoluto hasta una urgencia física de moverse: balancearse, saltar o girar sobre sí mismas”, aclara la experta consultada para tratar este aspecto, Verónica Martín, experta en diseño biointerior y neuroarquitectura para la neurodivergencia. Asesorados por ella, vemos cómo crear espacios de activación positiva.
© Vitaly Gariev / UnsplashCalma y activación son necesarias
Se deben ofrecer espacios que estimulen para salir más fácilmente de estados de colapso o ánimos bajos. Cuando la persona se encuentra en una calma apática, lo que ayuda es el movimiento: bailar, subir pulsaciones, sentir el cuerpo. “Yo misma, cuando noto esa especie de ‘apagado interno’, me pongo música en la cocina y bailo, así la dopamina empieza a fluir”, confiesa la interiorista.
Gracias a la estimulación positiva el cuerpo tiene la capacidad de convencer a la mente de que despierte. Esa acción es una forma de regular nuestra energía. Si solo ofrecemos ‘espacios de calma pasiva’, estamos dejando fuera una necesidad esencial.
© Enric Badrinas para PPT InteriorismoEstrategias de diseño de un espacio de estimulación
Un espacio de estimulación es mucho más que un rincón con juguetes. Es un lugar diseñado para ofrecer estímulos sensoriales ajustados a cómo se regula una persona concreta. ¿Qué necesita sentir para tranquilizarse o motivarse? ¿Presión? ¿Balanceo? ¿Texturas suaves o sonidos rítmicos? “Todo parte del perfil sensorial individual, una herramienta clave que usamos en las auditorías y proyectos de A-tipic Biointeriors”, explica Verònica.
La diferencia está en la intencionalidad. Una zona de ocio puede ser bonita, pero si está llena de estímulos visuales caóticos o ruidos impredecibles, puede sobrecargar. En cambio, un espacio de estimulación bien diseñado es accesible, predecible, con materiales seleccionados para apoyar la regulación emocional y sensorial. Y eso no significa que no sea divertido: cuando el estímulo es el adecuado, el cuerpo lo vive como juego… y el sistema nervioso como descanso.
Buen ejemplo de diseño bien hecho es esta habitación infantil ideada por PPT Interiorismo que integra un elemento lúdico protagonista: un sillón colgante (de Sklum).
© Elton Rocha para Albert Ramoneda Studio¿Dónde crear rincones para actividades?
Cada casa es distinta, pero algunos lugares tienen un gran potencial, como relata Verònica:
- La terraza o balcón: con protección solar y algo de vegetación, puede ser muy regulador.
 - El pasillo: suele estar desaprovechado. Puede ser un lugar ideal para el movimiento lineal, los recorridos, la acción repetitiva que calma.
 - El dormitorio: es ideal para rituales de transición, como antes de dormir.
 - Una esquina del salón: permite jugar sin aislarse del resto.
 
En la propuesta, en un salón con interiorismo de Albert Ramoneda, este diseña dos pufs tapizados en forma de hoja, que sirven para tocar, jugar o de mesa auxiliar, en función de las necesidades.
© Lorena CanalsMoverse para calmarse: el cuerpo como ancla de la autorregulación
¿Por qué a veces activar el cuerpo o los sentidos puede ser una forma más efectiva de autorregulación que intentar calmarse en silencio? La respuesta es que el cuerpo es la base de la autorregulación. A menudo pensamos que calmarse significa estar en silencio y quietud, pero para muchas personas eso solo aumenta la ansiedad. En cambio, saltar sobre un colchón firme o balancearse en una hamaca ofrece una sensación profunda de seguridad corporal.
Verònica pone este ejemplo: una persona autista camina por su jardín y, de repente, un perro ladra cerca de la verja. Ese sobresalto activa su sistema nervioso de forma intensa. Para calmarse, su cuerpo necesita liberar esa tensión: puede hacerlo agitando las manos, moviendo la cabeza con rapidez o repitiendo un pequeño movimiento. Esas acciones (llamadas estereotipias o stims) no son un problema, sino una solución que el cuerpo ha encontrado para volver al equilibrio. Los espacios diseñados desde esta comprensión ofrecen formas estructuradas y respetuosas de movimiento que canalizan esa necesidad.
Este rincón con textiles de la colección ‘Sea wonders’ de la firma Lorena Canals, permite saltar sobre el colchón o, si se prefiere, jugar por el suelo sobre alguna de las mullidas alfombras.
© Maarja / Adobe Stock‘Hambre sensorial’ o cuando el cuerpo pide sentir para calmarse
Los sistemas vestibular y propioceptivo son fundamentales para que sepamos dónde está nuestro cuerpo y cómo se mueve.
- El sistema vestibular se encarga del equilibrio y de percibir el movimiento en el espacio. Lo activamos, por ejemplo, al girar, balancearnos o columpiarnos.
 - El sistema propioceptivo nos informa sobre la posición de nuestras articulaciones y la fuerza que ejercen nuestros músculos. Lo estimulamos al empujar, saltar o recibir presión.
 
Cuando el sistema vestibular y el propioceptivo no reciben suficiente estímulo (o lo necesitan para ayudarnos a regular nuestro estado interno) puede surgir lo que se conoce como ‘hambre sensorial’. Se trata de una necesidad intensa de sentir el cuerpo en movimiento, de experimentar sensaciones físicas que aporten equilibrio y calma.
Esta búsqueda puede manifestarse de muchas formas: un niño que se lanza al suelo para sentir el impacto y la fuerza de la gravedad, un adolescente prefiere andar por el jardín con los pies descalzos, una persona adulta que se cuelga de los marcos de las puertas para activar sus músculos, o alguien que necesita abrazos muy fuertes a un cojín para sentir presión y contención.
“En nuestros diseños, ofrecemos recursos accesibles para satisfacer estas necesidades: desde una cuerda colgante en el pasillo hasta un sillón que proporciona presión profunda. Son pequeñas intervenciones que ayudan al cuerpo a encontrar su lugar”, explica una interiorista especializada en neuroarquitectura para personas con diversidad neurológica.
© David Frutos para WOHADiseñar espacios que motivan y regulan
La dopamina es una sustancia clave en nuestro cerebro que regula la motivación, el interés y el placer. Es lo que nos impulsa a actuar, a explorar y a mantener la atención en aquello que nos resulta atractivo. En personas con TDAH o autismo, por lo general este sistema dopaminérgico funciona de forma diferente: necesitan más estímulo para alcanzar el mismo nivel de interés que otras personas. Por eso, actividades que para muchos son suficientes para mantenerse atentos pueden resultar aburridas o incluso frustrantes para quienes son neurodivergentes.
Desde el diseño de espacios, esto plantea un reto apasionante: crear entornos que despierten la curiosidad, que inviten al movimiento y que ofrezcan pequeñas recompensas sensoriales. La fundadora de A-tipic Biointeriors lo ilustra con un ejemplo concreto: en una intervención reciente, convirtió un pasillo estrecho en un microcircuito sensorial. Añadió texturas en las paredes y puntos para saltar en el suelo, usando vinilos. El resultado fue sorprendente, porque no solo se redujeron los momentos de frustración, sino que ese pasillo se transformó en el lugar favorito para llegar a casa con entusiasmo.
La dopamina necesita novedad, exploración e interacción constante. Y el entorno puede ser un gran aliado para ofrecerla. Lo ideal es ir variando, combinando estímulos y permitiendo que el espacio se convierta en una fuente de juego, descubrimiento y regulación emocional.
En la propuesta un dormitorio juvenil creado por WOHA con zonas de estudio y, en el techo, barras de Calistenia, donde los hijos suelen ejercitarse.
© Odua Images / Adobe StockAjustar los estímulos (para no caer ni en la saturación ni en el aburrimiento sensorial)
El diseño de cualquier hogar, con personas neurodivergentes o no, es dinámico y cambiante. En ocasiones esas mutaciones derivan de que los estímulos saturan o ya no ejercen el mismo impacto de sorpresa.
Verònica considera que convertirse en detectives sensoriales es una herramienta poderosa. Observar con curiosidad: ¿Cuándo aparecen los conflictos? ¿Hay momentos de hiperactividad o bloqueo? ¿Qué estaba ocurriendo antes? ¿Faltaba estímulo o había demasiado? El resultado siempre tuvo una causa, es decir, que de repente no se pueda ni mover del sofá, ni hablar, ni comer… es el resultado de una saturación… Esa es la clave.
La experta sugiere alternar propuestas de alto y bajo impacto: ofrecer una zona activa y otra de pausa, permitiendo así la elección según el estado interno. También es útil rotar materiales o muebles para ofrecer novedad, sin saturación. Por ejemplo, guardar ciertos objetos sensoriales y volver a sacarlos a la semana o al mes les devuelve su valor estimulante.
© Adobe StockElementos de un espacio de estimulación positivo en casa
Incluso en pisos pequeños lo más importante no es el tamaño, sino la funcionalidad. En especial en espacios reducidos, se debe trabajar con el concepto de microzonas sensoriales: rincones temporales y versátiles que se despliegan y recogen fácilmente.
Un colchón enrollable en el pasillo puede crear un circuito motriz después del cole. Lo ideal es acompañarlo con elementos táctiles en la pared y si el techo lo permite, podemos incluso colgar barras o telas que puedan quitarse y guardarse cuando no se usan. 
También en una pared del salón se puede integrar paneles de texturas, que decoran al mismo tiempo que estimulan. Y en el rincón de estudio de los peques se puede tener unas cajas con texturas distintas: arena mágica, slime (masa elástica de textura viscosa y moldeable, como la de la imagen superior), pasta de sopa maravilla…
“Recuerdo el caso de un niño al que le instalamos una espaldera de madera en su habitación. Lo primero que hacía al llegar era subir y saltar varias veces. Ese gesto simple evitaba las explosiones posteriores. Lo que parecía ‘solo una pared’ se convirtió en su ritual de transición”, revela Verònica.
© Jordi Canosa para Pia CapdevilaPor fin, un dormitorio adaptado a su usuario
La interiorista afrontó el proyecto de diseño del dormitorio de un niño con alta sensibilidad vestibular que necesitaba movimiento antes de dormir. Su habitación era pequeña, pero Verònica consiguió integrar:
- Una tela colgante que podía usarse como columpio o hamaca.
 - Un espejo de cuerpo entero para favorecer la percepción corporal.
 - Un cajón con pelotas sensoriales, pesadas y blandas, fácil de guardar bajo la cama.
 - Iluminación cálida y regulable, para evitar la sobreexcitación.
 - Una mini cama elástica plegable.
 
El cambio fue inmediato: el niño pasaba de estar inquieto y molesto a usar el espacio como rutina de transición antes de ir a la cama.
En cualquier hogar podemos adaptar espacios con materiales cotidianos, siempre que respondan al perfil sensorial de quien lo va a usar. La clave en la que siempre insiste la neuroarquitectura está en diseñar personalizando, no con soluciones estándar.
Pia Capdevila firma el interiorismo del dormitorio infantil de la propuesta, en el que se ha puesto el acento en las ricas texturas para las paredes y el suelo.
© El Corte InglésTodos bien integrados en la vida familiar
Para diseñar espacios o rincones que favorezcan a una persona neurodivergente sin que el resto de la familia lo sienta ajeno o incómodo, la clave está en el diseño inclusivo y bioadaptado. No buscamos espacios ‘especiales’ que aíslen, sino espacios vivos, que integren diversidad sensorial sin renunciar a la estética ni la armonía del hogar. “Diseñar para la neurodivergencia es, en realidad, diseñar mejor para todos”, afirma la fundadora de A-tipic Biointeriors.
Un ejemplo tradicional: un rincón con una crisálida de tela resistente puede ser un columpio para quien necesita estímulo vestibular, pero también un lugar de lectura o descanso para otros. Por otra parte, una lámpara regulable con luz ámbar favorece la regulación sensorial… y también la lectura nocturna o la relajación antes de dormir (estas, de bombilla vista, se encuentran a la venta en El Corte Inglés).
Cuando lo que se propone es bello, útil y respetuoso, deja de percibirse como una adaptación ajena y se convierte en una mejora compartida.
© Arquitectura: Arquitectura Sana / Interiorismo: A-tipic BiointeriorsActividad… ¡Mejor en familia!
El movimiento compartido tiene un enorme poder regulador y emocional dentro del entorno familiar. Actividades como bailar, estirarse o saltar en grupo no solo ayudan a regular el cuerpo, sino que también generan conexión afectiva. Al moverse juntos, las personas sincronizan sus ritmos, se comunican sin palabras y refuerzan los lazos desde el cuidado mutuo. Es una forma sencilla y poderosa de crear bienestar colectivo a través del cuerpo.
Verònica explica una anécdota personal: “en la cocina de casa tenemos una isla central, cuando veo que la cosa se está desmadrando con mis hijos… ese momento en el que ves que va a acabar mal la cosa, cojo al pequeño en brazos y empiezo a dar vueltas a lo loco alrededor de la isla, al segundo mi hija mayor me sigue. Cuando ya hemos entrado en la dinámica dejo el pequeño en el suelo y corremos los tres sin sentido… al cabo de 5 minutos de movimiento en grupo, gritando cosas incomprensibles, riendo, saltando obstáculos invisibles, el malestar se fue. Solo 5 minutos. Antes, cuando no había isla, lo hacíamos alrededor de la mesa del comedor”. Vemos ese ambiente del que habla, en el que ella firma el interiorismo y Arquitectura Sana el proyecto arquitectónico.
Muchas familias neurodivergentes viven situaciones donde el cuerpo ha sido motivo de conflicto: ‘se mueve demasiado’, ‘molesta’, ‘no para’. Integrar el movimiento como parte natural del día, en vez de reprimirlo, devuelve dignidad y conexión.
© Kostikovanata / Adobe StockIdeas sencillas para crear espacios de estimulación positiva con objetos del día a día
No hace falta un gran presupuesto para lograr objetos estimulantes en casa Estas ideas, de hecho, las propone en todos sus talleres A-tipic Biointerios:
- Caja sensorial con arroz, lentejas, cucharas y recipientes para trasvasar. Si en casa hay hijos muy peques, sirve unas nueces y un par de cucharas.
 - Recipiente con arena.
 - Cojines grandes o pufs para construir, lanzar, presionar y enterrarse debajo para sentir el peso.
 - Tela larga atada a una columna o a la cama para hacer fuerza.
 - Linterna con celofán para crear juegos de luz y color.
 - Lista de reproducción con canciones rítmicas para moverse libremente.
 
Lo importante es que inviten a explorar desde el placer, sin objetivos de ‘corregir’ ni ‘normalizar’.
© Felipe Scheffel para Strada InteriorsAccesibilidad sensorial y estética
¿Es posible que los espacios de estimulación resulten funcionales pero que no parezcan ‘terapéuticos’ y fríos? En palabras de Verònica: “uno de los pilares del biointeriorismo es, precisamente, demostrar que la accesibilidad no está reñida con la belleza. Usamos materiales nobles, formas curvas, colores naturales, textiles agradables, iluminación cálida, plantas, madera… y creamos ambientes que invitan a quedarse”.
No se trata de llenar la casa de objetos ‘especiales’ ni medicalizar el espacio. Se trata de pensar desde el cuerpo y la emoción: ¿Cómo se va a vivir este rincón? ¿Qué sensaciones quiero provocar? Si diseñamos desde esa pregunta, los espacios se vuelven acogedores, funcionales y profundamente humanos. Un ejemplo de este tipo de propuestas es el pasillo que vemos sobre estas líneas, diseño del estudio Strada Interiors en colaboración con Maison Perron.
Diseñar para la neurodivergencia no significa aplicar una adaptación técnica y distante. Es, en realidad, una invitación a repensar cómo habitamos los espacios: de forma más consciente, más sensible y conectada con nuestra diversidad humana. Es reconocer que cada cuerpo y cada mente perciben el entorno de manera única, y que el diseño puede ser una herramienta poderosa para incluir, cuidar y potenciar esa diferencia. “Eso es lo que intentamos difundir al mundo a través de atipicos.org y A-tipic Biointeriors”, afirma la diseñadora de interiores.




