A poco más de una hora y media de París, en el apacible paisaje de Normandía, se alza un fabuloso château, propiedad cuyos orígenes se remontan al siglo XIV. Esta residencia histórica, perteneciente a los padres de Clément Le Coz y hoy convertida en refugio de fines de semana y vacaciones, es el escenario donde él y su mujer, Justina Socas —hija de la interiorista Cecilia Lagos Mármol y del expolista profesional Salvador Socas, medio hermano de Adolfo Cambiaso, considerado el mejor jugador de polo del mundo de todos los tiempos—, han encontrado un equilibrio entre descanso, inspiración y vida familiar con sus dos hijas: Cósima, de tres años y medio, y Carlota, de uno.
En este entorno, donde la historia, la naturaleza y la elegancia conviven en perfecta armonía, los jardines a la francesa, los puentes antiguos y los techos renacentistas crean un marco único para soñar y encontrar nuevas ideas, un lugar de conexión profunda, tanto con sus raíces como con su proyecto común.
Socios y pareja en la firma de moda Lapromesa, han hecho de este sitio un corazón simbólico para una marca que fusiona dos mundos: la tradición ecuestre argentina, tan presente en Justina desde su infancia, y la sofisticación francesa, herencia natural de Clément.
Su historia de amor comenzó en Buenos Aires, en 2016, con un coup de foudre, una chispa inmediata que parecía escrita por el destino. Tres años más tarde, en la mágica Gstaad, él le propuso matrimonio, y celebraron su unión en la estancia familiar en Argentina, un lugar que también inspiraría el espíritu de la marca.
En este entorno cargado de belleza y significado, donde cada rincón cuenta su propia historia, la pareja abre las puertas de su mundo para compartir no solo un lugar especial, sino también cómo se cruzaron sus caminos, cómo nació su proyecto y de qué manera construyen, día a día, este universo donde tradición y modernidad se entrelazan con armonía.
Habla Justina
Este castillo, con tantos siglos de vida, ¿qué significa para ustedes?
Es una residencia con mucha historia: las primeras fundaciones datan del siglo XIV y fue originalmente propiedad de Enguerrand de Marigny, gran chambelán y mano derecha del Rey Felipe IV. Más tarde, el castillo fue transformado y ampliado en los siglos XVII y XVIII, adaptándose como residencia de recepción, como se acostumbraba entonces. Hoy, los jardines a la francesa, los puentes y los techos antiguos nos regalan un entorno único, un escenario donde descansar y al mismo tiempo encontrar nuevas ideas.
De un lugar cargado de historia, pasemos ahora a la suya como pareja: ¿cómo se conocieron?, ¿fue un encuentro casual, o de esos que parecen escritos por el destino?
Clément y yo nos conocimos en mayo de 2016, en Buenos Aires. Él estaba buscando casas de diseñadores de interiores para un evento que organizaba y, en una fría mañana de sábado, terminó visitando la de mi madre. Como ella se encontraba de viaje en París, fui yo quien lo recibió. Desde aquel primer encuentro, sentimos, como dicen los franceses, un verdadero coup de foudre. Dos semanas más tarde, tuvimos una cita para asistir a la ópera Dido & Eneas en el Teatro Colón y después cenamos en nuestro lugar favorito, Dada Bistró.
Ese primer encuentro suena tan especial como decisivo. ¿Cuánto tiempo estuvieron juntos antes de comprometerse, y cómo fue la propuesta de matrimonio?
Tres años después de conocernos, Clément me propuso matrimonio en Gstaad. La boda civil tuvo lugar en septiembre de 2019, en Francia, y la ceremonia religiosa se celebró algunos meses más tarde en Argentina.
"En invierno, con el frío y los días cortos, encendemos las chimeneas y pasamos tiempo dentro: las niñas dibujan, mientras nosotros jugamos a las cartas o leemos"
Tras consolidar su historia de amor, decidieron dar un nuevo paso juntos en lo profesional. ¿Hubo un momento claro en que se dijeron "deberíamos crear Lapromesa"? ¿Qué lo inspiró?
Definitivamente, fue nuestro casamiento religioso. Decidimos celebrarlo en La Lucila, provincia de Buenos Aires, en la estancia de mi familia, descendientes directos de Justo José de Urquiza, primer presidente constitucional de Argentina, en 1854. Queríamos hacerlo en el parque diseñado, hace cien años, por Charles Thays y compartir mis recuerdos de infancia, llenos de caballos y campos de polo, con nuestros amigos.
Buscábamos unir el mundo bucólico del gaucho con la elegancia francesa. Para el brunch, diseñamos para Clément un look inspirado en el gaucho y de ahí surgió la idea de nuestra marca: creamos dos trajes en sastrería, para hombre y mujer, inspirados en la corralera, una chaqueta ecuestre típica. Todas las piezas se producen en París con telas inglesas, italianas y francesas. Así nació Lapromesa, como síntesis de los dos mundos que nos definen.
¿Cuáles son los proyectos y colecciones en los que están trabajando ahora?
Actualmente, estoy desarrollando un esmoquin para hombre y mujer, así como un traje pensado para bodas civiles, brunchs y eventos formales. Me gusta buscar galones y botones vintage en subastas y trabajar cada prenda bajo pedido, eligiendo con cuidado cada material para que cada diseño sea único y personalizado.
Además de dedicar tiempo a crear cada prenda, ¿a qué otras actividades profesionales se dedican?
Además de Lapromesa, Clément dirige la agencia de viajes de lujo y eventos Le Coup de Foudre, especializada en experiencias vinculadas al diseño de interiores y la moda.
Después de hablarnos de sus proyectos y actividades profesionales, volvamos al refugio familiar. ¿Cuándo conoció la casa de Normandía?
Comencé a venir cuando nos instalamos en Francia. El campo francés transmite una calma y un ritmo diferentes; cada rincón parece estar cargado de historia, mientras que en Argentina los paisajes son abiertos e infinitos. Me encanta que mis hijas puedan vivir y aprender de ambos mundos. Venimos casi todos los fines de semana. Mi hija mayor monta a caballo y, para mí, es fundamental que aprenda a hacerlo bien, porque dentro de poco tendrá que acompañarme, junto con mi familia, en las largas cabalgatas en la Patagonia, donde pasamos todos los fines de año.
"Empecé a venir aquí cuando nos instalamos en Francia. El campo francés transmite una calma y un ritmo diferentes; cada rincón parece estar cargado de historia, mientras que en Argentina los paisajes son abiertos e infinitos"
¿Prefieren vivir la casa en la intimidad familiar, o también la comparten con amigos y familiares?
Aquí disfrutamos sobre todo de la intimidad. Aunque nos gusta socializar, este castillo es nuestro refugio, un espacio para compartir tiempo en familia. Las niñas adoran estar con sus abuelos, y nosotros valoramos mucho estos momentos tan tranquilos y tan distintos a la vida en París.
¿Cómo cambia la atmósfera de la casa con las estaciones?
Cada estación tiene su encanto. En invierno, con el frío y los días cortos, encendemos las chimeneas y pasamos tiempo dentro: las niñas dibujan, mientras nosotros jugamos a las cartas o leemos. También nos encanta cocinar y preparar mesas de té. Y en varias ocasiones, hemos invitado a nuestros mejores clientes de la agencia, para compartir con ellos nuestra colección de porcelana inglesa. En verano solemos viajar por Europa y usar la casa de Normandía como base.
Su lugar favorito
Más allá de la vida dentro del castillo, ¿cómo disfrutan del exterior? ¿Les gusta pasear por el campo, cuidar las plantas, organizar comidas bajo los árboles o, simplemente, relajarse al aire libre?
Nos encanta pasar tiempo al aire libre, sí. Cósima, la mayor, ayuda a su abuela en el jardín. Hacemos pícnics, recogemos nueces, alimentamos a las gallinas, paseamos a caballo y leemos tumbados en el pasto. Son costumbres simples, pero que llenan el día de momentos únicos.
"Venimos casi todos los fines de semana. Mi hija mayor monta a caballo y para mí es fundamental que aprenda a hacerlo bien porque, dentro de poco, tendrá que acompañarme, junto con mi familia, en las largas cabalgatas en la Patagonia"
¿Cuentan con algún rincón especial en la casa pensado para las niñas?
Compartimos mucho tiempo en la biblioteca de la casa. Las paredes están revestidas en rafia con dibujos de flores, muy en sintonía con mi origen latinoamericano. Es donde Carlota gatea cómoda y Cósima explora libros y revistas antiguas conmigo.
¿Hay algún detalle —una chimenea, una escalera, un suelo antiguo— que les emocione especialmente?
Me encanta la galería que da hacia la biblioteca, con su techo de madera renacentista y pinturas originales, el salón rojo de boisseries con vista a los jardines a la francesa y la consola veneciana en la antesala del primer piso. Pero mi lugar favorito es el pequeño balcón sobre el muro antiguo, desde donde se ve el estanque.
Cada rincón de esta casa parece contar su propia historia. ¿Hay algún espacio que sientan especialmente vivo, con alma propia?
El puente antiguo, que une los jardines a la francesa con el parque, es probablemente el rincón más especial. Sus arcadas, el reflejo en el agua y los juegos de luces crean un escenario con una magia única.
Teniendo en cuenta el tiempo que pasan rodeados de paisajes naturales, ¿qué valor le otorgan a que sus hijas se críen en contacto con el entorno y las tradiciones familiares?
Es algo fundamental. Quiero que mis hijas aprendan a convivir con la naturaleza, a conocer las plantas y los animales y a encontrar calma en el ritmo de la vida al aire libre. Me entusiasma que puedan aprender de las tradiciones vinculadas al campo, tanto en Argentina como en Francia.
Antes de fundar Lapromesa y crear este universo familiar, ¿cómo eran sus vidas profesionales por separado?
Soy historiadora del arte de formación, pero siempre he trabajado en moda. Antes de diseñar y tener mi propia marca, trabajé como stylist para moda y publicidad. Hoy continúo haciéndolo en paralelo con la marca, aunque únicamente para clientas privadas americanas, gracias a nuestra agencia de experiencias. Clément, por su parte, es economista y estuvo en el mundo del trading de granos en Argentina; fue allí donde nos conocimos. Nuestras vidas eran intensas, pero compatibles. Eso se refleja en nuestra manera de vivir y acompañarnos, aunque Lapromesa sigue siendo mi proyecto personal.
"Nos encanta pasar tiempo al aire libre. Cósima, la mayor, ayuda a su abuela en el jardín, hacemos pícnics, recogemos nueces, alimentamos a las gallinas, paseamos a caballo y leemos tumbados en el pasto"