Esta planta de interior tropical tiene la flor más bonita que puedes tener en casa (y no es la que imaginas)
Con sus flores grandes, aterciopeladas y de colores intensos, la gloxinia ('Sinningia speciosa') es una planta de interior que no pasa desapercibida. Aunque menos conocida que otras especies ornamentales, su porte compacto y su espectacular floración la convierten en una opción ideal para dar un toque de color a cualquier rincón de casa.
Si te gustan las plantas con flor para dar vida y color a tu hogar, probablemente ya conozcas algunas de las más populares: orquídeas, violetas africanas, begonias o kalanchoes. Pero hay otras opciones igual de vistosas y quizás menos habituales, como la gloxinia (Sinningia speciosa), una planta de interior que sorprende por la intensidad de sus colores y la suavidad aterciopelada de sus flores y hojas.
Originaria de Brasil, la gloxinia destaca por sus grandes flores acampanadas, en tonos que van del rojo intenso al blanco puro, pasando por púrpuras y rosados. Su tamaño compacto la hace perfecta para decorar cualquier rincón, desde una estantería hasta el alféizar de una ventana. Y además, esconde una curiosidad poco conocida: a lo largo del siglo XIX llegó a acumular más de 30 nombres botánicos distintos, fruto de una larga historia de clasificaciones y revisiones científicas, hasta quedar definitivamente integrada en el género Sinningia, en honor al jardinero alemán Wilhelm Sinning.
Aunque su cultivo requiere ciertos cuidados —especialmente en lo que respecta a la luz, el riego y su periodo de reposo—, la gloxinia compensa con creces el esfuerzo, regalando una floración espectacular que puede repetirse año tras año.
La gloxinia proviene de la región tropical de Brasil, lo que explica su preferencia por ambientes cálidos y húmedos. Esto la hace perfecta para el interior de tu casa. Cuenta con un tubérculo subterráneo que almacena energía. Sus hojas nacen desde la base de la planta, muy cerca del suelo, y se extienden en un círculo o espiral, mientras que sus flores grandes (de hasta 10 cm) se despliegan en tallos erguidos.
Se trata de una planta muy parecida a la violeta africana, pero con más colores en sus flores. Así, la podemos encontrar con sus pétalos veteados, rebordeados en blanco o de colores sólidos, como morado, rojo, rosa, blanco y hasta azul violáceo. Su floración suele durar unas ocho semanas.
La gloxinia es una planta que necesita mucha luz natural. Por eso, si la cultivas en el interior, necesita en un lugar con luz abundante, pero sin sol directo. Lo ideal es colocarla cerca de una ventana con orientación este u oeste.
Uno de los factores más importantes de sus cuidados es el control de la temperatura. Y es que lo ideal es mantener esta planta entre 18 y 24 °C, sin permitir descensos por debajo de 15 °C. Asimismo, evita exponerla a corrientes de aire, calefactores o aire acondicionado directo, pues pueden causar estrés a la planta y que parezcan manchas en sus hojas.
Para prolongar la floración, la gloxinia necesita que la temperatura nocturna sea ligeramente más fresca, cercana a 16-18 °C. Unas temperaturas estables promoverán una floración continua.
Aproximadamente una vez a la semana, manteniendo el sustrato ligeramente húmedo, pero no saturado. Se recomienda también hacerlo con agua templada, 2-3 °C por encima de la ambiental, para evitar choques térmicos. No mojes las hojas ni las flores, ya que puede provocar la aparición de manchas marrones en las hojas.
El método más adecuado para regar la gloxinia es el riego por capilaridad, ya que permite la absorción progresiva del agua. Coloca la maceta sobre un plato con agua y deja que la planta absorba el agua que necesita. Retírala cuando la planta tenga la capa superior del sustrato húmedo o hayan pasado entre 15 y 20 minutos. La humedad ambiental es también muy importante, así que coloca una bandeja de guijarros con agua cerca de la planta para elevar humedad.
Un último consejo: ajusta frecuencia de riego según época del año, siendo más frecuente en época de floración y menos cuando la planta está en reposo.
Si hay una planta que se parece a la gloxinia es la violeta africana. Y no solo se asemejan en su imagen, sino que ambas especies agraden un sustrato ligero y bien drenado. Puedes darle una mezcla de turba, perlita y vermiculita. El pH también es importante, y es que la gloxinia prefiere un sustrato ligeramente ácido (6,0–6,5) para facilitar absorción de nutrientes.
Es fundamental también evitar encharcamientos, ya que el exceso de agua puede provocar la podredumbre del tubérculo. Emplea una maceta con agujeros de drenaje y aplícale el riego en la bandeja para evitar mojar las hojas.
Se recomienda cambiar el sustrato tras la floración o cada dos años para reponer nutrientes.
Durante floración y crecimiento, es aconsejable aplicar un fertilizante líquido rico en fósforo. Hazlo cada 10‑14 días, siguiendo la dosis indicada, pero diluida a mitad. Cuando la planta esté en reposo reduce a una vez al mes. Evita el uso de fertilizantes durante la fase de descanso de la planta en otoño e invierno.
El mayor atractivo de las gloxinias son sus flores, que pueden crecer hasta ocho semanas. Se caracterizan por sus pétalos aterciopelados y por su forma acampanada. Para estimular nuevos brotes tras la floración, quita las flores marchitas cortando justo debajo del tallo floral. Con buen cuidado puedes obtener una segunda floración tras periodo de reposo. Se recomienda también quitar las hojas secas para prevenir la aparición de plagas y enfermedades. Al terminar la floración, reduce riego hasta que las hojas se marchiten.
La gloxinia es una planta que no requiere podas, excepto para eliminar hojas y flores marchitas y así mejorar su estética y salud. Cuando se vaya marchitando, reduce riego y deja secar completamente el follaje y córtalo a unos pocos centímetros por encima del suelo. Tienes dos opciones. Puedes conservar el tubérculo en la misma maceta en la que ha estado creciendo, sin desenterrarlo. Otra opción es retirar el tubérculo y limpiarlo para almacenarlo, aunque esto solo se recomienda si quieres dividirlo o replantarlo en un sustrato nuevo en primavera. En este caso, guarda el bulbo en turba seca a 12-15 °C durante el reposo invernal. Al brotar en primavera, plántalo de nuevo en sustrato fresco.
Hay varias maneras de reproducir esta planta. Una opción es hacerlo mediante esquejes de hojas. Para ello, corta una hoja sana con peciolo (el pequeño tallo que conecta la hoja con la rama o tallo principal de la planta) de 2 cm y planta en sustrato húmedo. Cúbrela ligeramente y mantén condiciones estables: luz indirecta y temperatura entre 20 y 22 °C. En 3 o 4 semanas desarrollará raíces y brotes nuevos.
Otra opción para reproducir la gloxinia es mediante la división de tubérculos. Esto se realiza después de su periodo de reposo. Separa los hijos y planta por separado. Así mantienes tu planta viva sin comprar nuevas.
La gloxinia es una planta algo delicada, propensa a pulgones, ácaros y trips, especialmente en ambientes cálidos y secos. Revisa sus hojas y flores con frecuencia para detectar infestaciones. Aplica jabón potásico o aceite de neem al primer signo.
También se recomienda evitar mojar el follaje para prevenir hongos como el oídio. Si percibes que hay manchas negras en la base es que la planta tiene un exceso de agua. Para solucionarlo, ajusta riego y trasplanta si es necesario.