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Lavanda cultivada en maceta© Oleg Znamenskiy - stock.adobe.com

Plantas de exterior

Cómo cultivar lavanda en maceta: guía práctica para cuidarla con éxito

Aunque la lavanda queda genial en el jardín, también puedes disfrutar de su belleza y aroma en tu terraza. Para cultivarla en maceta, sigue nuestros consejos


20 de junio de 2025 - 12:00 CEST

Cultivar lavanda en maceta es una opción ideal para disfrutar de su aroma, su bella floración y su capacidad para repeler insectos, incluso si no cuentas con un jardín. Esta planta mediterránea, además de decorativa, es resistente y agradecida cuando recibe los cuidados adecuados. Eso sí, para cultivarla con éxito en maceta es importante conocer bien sus necesidades y adaptar el entorno a sus exigencias. No basta con plantarla y regarla de vez en cuando. Si quieres que crezca sana, florezca con intensidad y te dure muchos años, debes prestar atención a la ubicación, el sustrato, el drenaje y otros factores clave. Te contamos paso todo lo que necesitas saber para cuidar tu lavanda en maceta y disfrutar de su belleza rústica en cualquier rincón soleado de tu casa.

Lavanda en maceta. © AdobeStock

Origen y características de la lavanda

La lavanda (Lavandula spp.) es originaria de la cuenca mediterránea, donde crece de forma silvestre en terrenos secos, pedregosos y soleados. Pertenece a la familia de las lamiáceas, como el romero o el tomillo, y es popular tanto por la belleza que puede aportar a un jardín o bacón como por sus usos en aromaterapia y cosmética. 

Existen distintas variedades, aunque la más común para maceta es la lavanda angustifolia, de porte compacto y floración abundante. Sus hojas son estrechas y plateadas, y sus flores forman espigas de color lila que atraen a abejas y mariposas. 

La lavanda es una planta perenne, lo que significa que no perderá su follaje en invierno, y puede alcanzar entre 30 y 60 cm de altura cuando se cultiva en maceta y recibe los cuidados adecuados. Además, destaca por su resistencia a la sequía y su longevidad, siempre que se respeten sus necesidades.

Lavanda en maceta. © AdobeStock

Ubicación y temperatura: dónde colocar tu lavanda

Dónde coloques la maceta de tu lavanda es fundamental para el desarrollo de esta planta. Y es que la lavanda necesita una exposición solar directa de al menos durante seis horas diarias. Y es que cuanto más sol reciba, más flores producirá y, en consecuencia, su aroma será más intenso. Si la colocas en una zona sombría, verás cómo pierde vigor, se espiga y florece poco. El lugar ideal es un balcón, una terraza orientada al sur o una ventana soleada. 

En cuanto a la temperatura, se trata de una planta bastante resistente. Tolera bien el calor y también puede aguantar algunas heladas suaves, pero debes protegerla si las temperaturas bajan de los 5 °C bajo cero. Si vives en una zona de inviernos muy fríos, lo mejor es trasladar la maceta a un lugar resguardado, como un invernadero o el interior de casa junto a una ventana luminosa. Además, es importante asegurar de que el espacio está ventilado para evitar el exceso de humedad ambiental.

Riego de la lavanda en maceta. © AdobeStock

Riego: menos es más

Uno de los errores más comunes al cuidar lavanda en maceta es pasarse con el riego. Esta planta está adaptada a climas secos y sufre cuando el sustrato permanece húmedo durante demasiado tiempo. En primavera y verano, cuando la planta está en activo, riega solo cuando la capa superior del sustrato esté completamente seca. Para saber cuándo hacerlo, introduce un dedo en la tierra antes de regar. Si aún está húmeda, espera unos días más. 

En cambio, en otoño e invierno, reduce los riegos al mínimo, especialmente si la lavanda no está recibiendo suficiente sol. Evita mojar las hojas y flores al regar, ya que esto favorece la aparición de hongos. Siempre es preferible quedarse corto que pasarse; un riego excesivo puede provocar la pudrición de las raíces.

Lavanda en maceta. © AdobeStock

Sustrato y drenaje: la clave del éxito

La lavanda no tolera los suelos compactos ni encharcados. Necesita un sustrato con buen drenaje, aireado y pobre en nutrientes para desarrollarse bien. Puedes utilizar una mezcla específica para cactus o elaborar tu propio sustrato combinando tierra universal (40%), arena gruesa (30%) y perlita o grava volcánica (30%). Así evitarás que el agua se acumule en la base de la maceta y se favorezca el crecimiento de las raíces. 

Asimismo, tendrás que asegurarte de que la maceta tenga agujeros de drenaje y, si es posible, coloca una capa de piedras en el fondo para mejorar aún más la evacuación del agua. Evita los fertilizantes ricos en nitrógeno, ya que fomentan el crecimiento de hojas pero reducen la floración y hacen que la planta sea más sensible a plagas.

Mujer cuidando una lavanda en maceta.© AdobeStock

Cómo cultivar lavanda en maceta paso a paso

Para plantar lavanda en maceta, elige un recipiente de al menos 30 cm de diámetro y con buena profundidad, porque la planta desarrolla una raíz principal fuerte. Llena la maceta con la mezcla de sustrato que te hemos comentado y haz un hueco en el centro. Retira la planta de su contenedor original con cuidado de no dañar las raíces, colócala en el hueco y cúbrela con sustrato hasta el cuello. Presiona ligeramente y riega sin encharcar. Colócala en un lugar soleado desde el primer momento. 

Durante las primeras semanas, vigila la humedad y evita moverla innecesariamente. La lavanda no necesita poda constante, pero agradece un recorte tras la floración para mantener su forma compacta y estimular nuevos brotes.

Mujer trasplantando lavanda en maceta© AdobeStock

Cuándo y cómo trasplantar la lavanda en maceta

Se recomienda trasplantar la lavanda cada dos o tres años para renovar el sustrato y permitir que las raíces sigan desarrollándose sin restricciones. Hazlo preferiblemente a principios de primavera, cuando las temperaturas comienzan a subir. Al trasplantarla, revisa el cepellón y corta las raíces secas o enredadas. Puedes aprovechar para podar ligeramente sus ramas si está desordenada. 

También es un buen momento para dividir la planta si ha crecido mucho y deseas propagarla. Una vez trasplantada, no fertilices de inmediato: deja que se adapte al nuevo medio durante un par de semanas. A partir del segundo mes, puedes aplicar un abono bajo en nitrógeno una vez al mes durante la temporada de crecimiento.

Lavanda en maceta. © AdobeStock

Plagas y enfermedades comunes

Aunque la lavanda es una planta bastante resistente, hay algunas plagas y enfermedades que pueden afectarla si no se cultiva en condiciones adecuadas. Pulgones y mosca blanca pueden aparecer si la planta está débil o en lugares poco ventilados. También debes estar atento al oídio (un hongo blanco que recubre las hojas) y a la podredumbre de raíz causada por exceso de riego. 

Para prevenir estos problemas, mantén la planta aireada, evita mojar las hojas y no dejes agua estancada en el plato de la maceta. Si detectas alguna plaga, actúa con rapidez utilizando jabón potásico o aceite de neem. En caso de hongos, elimina las partes afectadas y ajusta el riego. 

Poda de una lavanda en maceta. © AdobeStock

Poda, floración y recolección

La poda es una parte esencial del cuidado de la lavanda en maceta. Si no se recorta regularmente, tiende a volverse leñosa y pierde densidad. La mejor época para podar es justo después de la floración, cortando las espigas secas y reduciendo un tercio del volumen de la planta, sin llegar a la parte leñosa del tallo. Así estimularás una nueva brotación y la floración mejorará el año siguiente. 

Si quieres recolectar flores para secar, hazlo cuando estén completamente abiertas, pero aún frescas, cortando las espigas por la base. Cuélgalas boca abajo en un lugar seco y oscuro para conservar su aroma. También puedes aprovechar las podas para preparar esquejes y multiplicar tu planta con facilidad.

Lavanda en maceta. © AdobeStock

Cultivo en interior: ¿es posible?

Aunque la lavanda prefiere estar al aire libre, puedes cultivarla en interior si cuentas con un espacio muy luminoso. Colócala junto a una ventana orientada al sur y asegúrate de que reciba luz directa durante varias horas al día. Ventila bien la habitación para evitar el exceso de humedad y gira la maceta de vez en cuando para que crezca de forma equilibrada. Eso sí, no esperes la misma intensidad de floración que en exterior, ya que la falta de sol afecta directamente al desarrollo floral. 

Si decides tenerla dentro de casa, vigila especialmente el riego, puesto que la evaporación es menor y el riesgo de exceso de humedad es mayor. Si es posible, cuando llegue el buen tiempo, sácala al exterior para que se fortalezca.

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