El lado ‘foodie’ de Blas Cantó: su plato estrella, su pastelería favorita…

El popular cantante ha conseguido llegar a la semifinal de ‘Bake Off’. Charlamos con él sobre su paso por el concurso televisivo y le preguntamos también por sus ‘imprescindibles gastro’

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Estábamos al tanto de sus prodigiosas cuerdas vocales y de su talento musical, primero como miembro de la banda Auryn, y después en su carrera como solista. Lo que no sabíamos sobre Blas Cantó (ni siquiera él era muy consciente) era su destreza para la repostería. Unas dotes que el cantante ha puesto de manifiesto durante el desarrollo del programa Bake Off, presentado por Paula Vázquez y emitido semanalmente en TVE. El pasado 14 de marzo la gala Premios Dial en Tenerife y aprovechamos para hablar con él de Bake off, sus gustos gastro y de cómo se defiende en la cocina.

Tal es su pericia con el dulce que Cantó ha conseguido ‘colarse’ en la semifinal del talent (su emisión será el próximo martes, día 19) junto con otros cuatro compañeros: Alba Carrillo, Rocío Carrasco, Patxi Salinas, Ana Boyer.

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Lógicamente, Cantó no puede adelantarnos nada sobre lo que ocurrirá en el desenlace final del programa, pero sí que hemos tenido ocasión de charlar un ratito con él y preguntarle por esta experiencia televisiva. Aprovechamos también para hacerle todas esas cuestiones que tanto nos gustan en ¡HOLA! Cocina cuando hablamos con un personaje conocido: sus recetas estrella, sus restaurantes favoritos, sus rutinas de alimentación

¿En algún momento pensaste que llegarías tan lejos en Bake Off?

¡Qué va! De hecho, en varios programas pensé que me echaban. Recuerdo un día, por ejemplo, que no me dio tiempo de desmoldar una tarta y dije ‘Ya está, me marcho’. Lo que me ocurre muchas veces es que soy muy exigente conmigo mismo en todo lo que hago. Damián Betular, uno de los jueces, me decía ‘Eso es falsa modestia, tú sabes que eres bueno’. Y yo le aseguraba que no. Por supuesto que me gusta la cocina, que disfruto mucho y me lo paso muy bien, pero de ahí a confiar en mí… Me pasa en muchos aspectos de mi vida, es el síndrome del impostor, que a veces le atrapa a uno.

¿Tuviste tiempo de prepararte previamente antes de entrar?

No tuve mucho tiempo. Pero es verdad que la semana en la que ya cerraron mi participación en el programa me compré un robot de cocina, de los que amasan, baten… Y era muy gracioso porque me pasaba el día yendo y viendo al mercado a por ingredientes, siempre se me olvidaba algo… Recuerdo que le hacía probar a Nía, que es muy amiga mía, las recetas, la tenía todo el tiempo en plan conejillo de indias, probando los postres… Yo sí que había hecho hace años algunos postres en casa, pero lo tenía muy olvidado, así que en el programa he improvisado mucho.

¿Qué es lo que más te divierte de Bake Off?

Me he reído muchísimo con los redactores, haciendo los vídeos para la edición posterior, diciendo tonterías. Me decían ‘Blas, di esto’. Y yo les contestaba ‘Pero cómo voy a hacer este chiste, si es malísimo’. Me divertía un montón todo eso: hacer televisión sin prejuicios y pasándomelo muy bien.

¿Y lo más duro?

Creo que las clases de formación semanales. Te explicaban cómo hacer determinadas técnicas, los ingredientes y pasos que debías llevar a cabo. Pero claro, no tiene nada que ver mirar cómo una persona profesional lo hace con hacerlo tú después. A mí esas masterclass me encantaban, pero era muy complicadas. En un mismo día igual teníamos seis recetas diferentes.

¿Qué puntos fuertes y débiles crees que tienes como repostero?

Pues freír, por ejemplo, se me da fatal. La fritura en repostería es difícil, dar con el punto en que la masa no se queme ni se quede cruda… ¡Vamos, que yo para churrero no valgo! [ríe]. Y lo mejor… fíjate que yo no daba un duro por mí, porque yo no sé dibujar, pero, curiosamente, las decoraciones me gustaban y se me daban bien.

En el programa también se viven momentos muy emotivos, como el día en que elaboraste una tarta dedicada a tu abuela… ¿por qué ese homenaje?

Sí, es que mi abuela va conmigo siempre. Ella falleció en 2020, que fue el año que yo hice Eurovisión y viví uno de los momentos más duros de mi vida. Yo he estado años sin poder hablar de ella, había dejado de nombrarla. Pero ahora quiero enforcarlo de otra manera, con nostalgia, pero con alegría, viviendo el dolor de otra manera. Ella era como mi madre, me crió. Así que me pareció muy bonito hacerle ese pequeño homenaje, porque, además, yo con ella había hecho alguna receta de repostería.

¿Ha habido algún compañero de programa que haya sido ‘un descubrimiento’ para ti?

Uy, muchos. Terelu, por ejemplo, me cayó muy bien. Nos conocíamos de los pasillos de los platós y poco más. Y como ella estaba pasando por un momento muy duro por lo de su madre…. Creo que se sintió bastante arropada por mí. Yo la entiendo porque he pasado por lo mismo y que se mostrara vulnerable y se abriera me pareció muy bonito. Y Rocío (Carrasco) también. Yo la conocía un poco por Yolanda Ramos, ya que ellas son amigas. Pero en el programa la he podido conocer más y es un encanto. ¡A veces nos pasamos horas hablando por teléfono!

Dices que la cocina te ha gustado siempre… ¿qué encuentras en ella?, ¿por qué esa inquietud?

Es que yo pienso que la cocina es puro amor. Definitivamente, no puedes hacer cocina sin amor. Y yo lo siento de verdad, es algo muy real, da igual si lo que hago es algo dulce o salado.

Hablando de cocina salada, ¿cuál sería tu plato estrella?

Pues mira, hago un tartar de salmón muy rico. A veces en lugar de salmón uso atún, incluso langostinos. Y le pongo una salsa de wasabi y soja que mezclo con mayonesa… ¡y está buenísimo! También me gustan mucho las lentejas, platos de cuchareo… todo lo que son recetas de olla.

Y de tu tierra, Murcia, ¿cuál es tu receta favorita?

Me encanta el arroz con alubias que se hacía siempre en mi casa. Y las gachasmigas me encantan. Son como las migas, pero en lugar de pan son de harina. Se mezcla harina con agua y aceite y sal. Le das ‘una paliza’ hasta que se hacen bolitas como las migas. Y se pueden comer con pescado, con pimientos, con panceta… Es como una comida de pobres, por eso se hacía en mi casa.

‘La repostería es más difícil que la cocina salada’, ¿estás de acuerdo con esa afirmación?

Totalmente. Porque en la cocina salada puedes ir un poco a ojo; si le falta un poco más de sal se la pones luego, pero en la repostería es todo como una alquimia muy exacta. Hay que hacer todo con unas medidas concretas. Si no, las cosas no salen. Y en la cocina salada, sin embargo, creo que se puede improvisar un poco más.

¿Te gusta salir a comer fuera?, ¿algún restaurante que nos quieras recomendar?

Cada vez que voy a Gran Canaria, voy a uno que se llama El Centro, en el Barranco de Guayadeque. Son unas cuevas que habilitaron como restaurante y es increíble. Se come muy bien. Es gracioso porque tienen fotos de gente conocida, y ahora hay una mía que es un desastre, me la hicieron al día siguiente de unos Carnavales, en chanclas y aún con pintura en los ojos que no conseguía quitar. ¡Por favor, necesito que cambien esa foto! [ríe].

Imagino que tus viajes a Canarias tienen que ver con el lugar de origen de tu chico, Dángelo… ¿qué postre le prepararías si le quisieras sorprender en una cena romántica?

¡Los dos somos golosos! Cuando estaba con todo esto de Bake Off el me decía que tenía que aprender a hacer una mousse de chocolate que él comía en su infancia, con un sabor muy especial, que iba a buscar la receta, etc. Entonces, con la ayuda de los utensilios como la máquina de repostería con la que puedes llegar al punto de nieve sin destrozarte el brazo, conseguí hacerle una mousse bien montada. Me dijo que lo había clavado; que me había quedado igual que la que él comía de pequeño. Así que para una noche especial le haría esa mousse, para darle una alegría.

¿Tienes alguna pastelería favorita donde te guste comprar dulces?

La verdad es que no suelo comprar a menudo. Pero lo cierto es que me he aficionado a una que está en Guadalajara, en Pioz, que la lleva la repostera Fátima Gismero. Ella era una de nuestras profesoras en Bake Off y hace cosas increíbles.

¿Y cómo haces para ‘compensar’ esos caprichos?, ¿te cuidas de alguna forma especial?

Te contaré que, a mis 32 años, me he apuntado al gimnasio. No había ido en mi vida. Bueno, una vez, hace mucho, fui el primer día a registrarme y terminé pagando un año sin pisarlo. Pero ahora sí que estoy yendo. Y en casa intentamos cuidarnos. No comemos mal, el tema es que a veces comemos a deshoras. Pero bueno, intentamos hacerlo bien, dormir bien, beber mucha agua…

También es importante cuidar de la salud mental… ¿crees que la cocina puede llegar a ser buena terapia?

Sí, a mí me ayuda mucho a desconectar. Yo tenía un psicólogo que siempre me hablaba de la importancia de, cuando estés haciendo alguna actividad, estar centrado en ello, sin estar pendiente de otros estímulos. En el caso de cocinar, estar pendiente, por ejemplo, del tacto de la sal, de los alimentos, de los procesos de la receta… básicamente, estar en el presente.

¿Encuentras algún punto común entre la música y la pastelería?

Sí, claro, que las dos cosas son arte. En este programa me he dado cuenta de que los pasteleros y pasteleras son auténticos artistas. Ya lo sabía, pero ahora lo he visto con mis propios ojos. Además, en ambos casos tú estás creando algo para un público. Son similares también en eso.

Paco, Eva o Damián: ¿has tenido algún ‘feeling’ un poco más especial con alguno de los jueces?

¡Me encantan los tres! Damián se da a conocer poco a poco, pero es muy cariñoso. Y Eva es un poco como un misterio, es muy graciosa, pero, por otro lado, es introvertida, se deja conocer también despacio, se nota que es del norte [ríe]. Y Paco es majísimo y súper simpático. Llegaba por las mañanas y era uno más.

Has tenido ocasión de conocer su restaurante, ¿verdad?

Sí, sí, invitó a varios compañeros y yo fui con Patxi. Me encantó la experiencia. Todo muy rico, muy sensorial. Es delicado, creativo, precioso… todo tiene mucho sabor, es una experiencia gastronómica increíble.

¿En qué proyectos estás ahora?, ¿qué te gustaría que ocurriera este 2024?

Este año me siento más yo que nunca. Musicalmente, tuve una etapa de pop muy bailable, que me ayudó mucho a salir de un lugar muy oscuro en el que estaba a nivel personal. Ahora estoy más estable emocionalmente, porque la tormenta y todos los malos momentos familiares, han pasado. Así que me permito cantar canciones más emocionales. Antes no podía hacerlo porque me hundía. Pero en este momento estoy en ese proceso creativo, metido en el estudio prácticamente los días. Y ya dentro de poquito sale una nueva canción. Estoy muy contento con ese lanzamiento y muy feliz con todo lo que está por venir.

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