Viejo pero eficaz: el 'tip' que permite ahorrar dinero en los menús de Navidad

Comprar ahora algo más barato y congelar es una pauta recurrente. Pero… ¿qué se puede y qué no se puede meter en el congelador?, ¿cómo hacer para que los productos no pierdan un ápice de sus propiedades?...

Por

Son muchas las veces que os hemos hablado del horno como uno de los mejores ‘aliados’ de nuestra cocina, al que no siempre le prestamos la bebida atención. Algo similar ocurre con el congelador; demasiadas veces permitimos que se acumule hielo, impidiendo que haga ‘su trabajo’ de la forma más eficaz. Y ese ‘trabajo’ suele ser más intenso que nunca las semanas previas a Navidad. Es habitual que sus cajones se llenen en estas fechas tanto de tapers con recetas que podemos preparar con antelación como de productos en sí mismos. Una idea esta última más vieja que el hilo negro, pero igualmente eficaz de cara ahorrar unos euros: comprar producto fresco ahora, congelar y evitar así los precios más altos.

Lee también: ¿Invitados en casa esta Navidad? ¡Es hora de poner a punto la cocina!

Comprar con algo de antelación los ingredientes de nuestros menús de Navidad puede ayudarnos a ahorrar dinero

En este sentido hay que tener claro, eso sí, que no todos los alimentos pueden ser sometidos a este proceso. Además, los que sí son susceptibles, deben congelarse en unas condiciones concretas si no queremos ‘arruinarlos’. Por eso, nunca está demás, en esta época del año repasar algunos consejos prácticos en este sentido:

MARISCOS

Este tipo de productos son los que, año tras año, suelen sufrir un mayor encarecimiento en las fiestas. De hecho, su precio puede llegar a duplicarse, incluso triplicarse. La buena noticia es que muchos de ellos se pueden comprar frescos y congelar. Eso sí, encontramos también algunas excepciones:

  • Centollo, buey de mar, nécora, bogavante. Se aconseja cocerlos antes de congelar y envolver en un paño que hayamos humedecido en agua de mar o en el agua que hemos empleado en su cocción, escurriéndolo para evitar el exceso de agua. Después recubrirlo con papel film o meterlo dentro de una bolsa de congelación. Aguantarán dentro del congelador durante 3-4 semanas.

Los centollos se deben congelar ya cocidos

  • Langostinos, gambas, cigalas, carabineros. Se pueden congelar en crudo, sobre todo si los vamos a comer a la plancha. Aunque si vamos a darles otros usos, también se pueden congelar una vez cocidos. Aguantan 5-6 meses.
  • Bivalvos (almejas, berberechos y navajas). No son los más aptos para congelar, pero sí se puede hacer. Eso sí, deberás congelarlos muy limpios y estando aún vivos. Puedes congelar al vacío o usar papel film o bolsas de congelación. Puedes tenerlos en el congelador durante unos 3 meses en buenas condiciones.
  • Ostras y percebes. Estos son los mariscos que no te recomendamos someter nunca a congelación.

PESCADOS

También suelen subir su precio en Navidad, sobre todo los más característicos de estas fechas (rapes, besugos, lubinas, rodaballos, salmones, merluzas…). Por ello, comprarlos con antelación puede traducirse en ahorrar un dinerillo. Y es que, congelándolo con garantías, el pescado estará perfectamente para cuando quieras cocinarlo.

Para su congelación: debes comprarlo fresco y pedir en la pescadería que nos lo limpien bien de escamas y vísceras. En casa, lo lavas, secas y congelas en función de cómo vayas a cocinarlo (puede ser entero o en trozos). Envásalo al vacío o mételo en bolsas de congelación. También puedes envolverlo en papel film bien apretado para que la superficie del pescado no se queme por efecto de la congelación.

Si se congelan y desconlegan bien, muchos pescados pueden someterse perfectamente a este proceso

CARNES

Solomillo de ternera, capón, pularda, cochinillo, cordero… son algunos de los manjares más demandados en Navidad por los más ‘carnívoros’. La ventaja aquí es que, cualquier carne fresca se puede congelar y es un producto que aguanta más tiempo las temperaturas mínimas.

Para su congelación: lo ideal es quitarles el exceso de grasa, trocearla (a no ser que se traten de piezas como el cordero, el cochinillo, el pato, algunas aves… que podemos mantenerlas enteras si vamos a cocinarlas así), envolverlas, en pequeñas cantidades, con papel film, envasarlas al vacío o meterlas dentro de bolsas herméticas.

Recuerda que no solo las carnes frescas congelan bien, sino muchos guisos hechos con ellas (especialmente las carnes en salsa) también. Una forma de poder cocinar con antelación y así no tener que está ‘pringando’ en la cocina los días señalados.

Desaconsejado: recuerda que lo que no se recomienda congelar son las carnes secas: embutidos, fiambres, salazones… porque se secarían en exceso.

Las carnes frescas aceptan bien la congelación

DESCONGELACIÓN

Tan importante como congelar bien, es llevar a cabo un proceso de descongelación adecuado. Aquí, la norma general es hacerlo siempre en la nevera, nunca a temperatura ambiente (ya que la superficie será lo primero que se descongele, creará una capa de agua y, dependiendo del ambiente que haya en la cocina, podría favorecer el crecimiento de unas bacterias que se multiplican fácilmente).

Mejor descongela en la parte baja de la nevera, justo encima de los cajones destinados a las frutas y verduras, para evitar que los líquidos se derramen sobre otros alimentos y lo más lejos posible de la puerta.

En el caso de los mariscos, si son crudos y llevan cáscara (como pueden ser unas gambas o cualquier crustáceo), puedes sumergirlos en agua fría durante unos minutos. Si vives cerca del mar, aprovecha y hazlo con agua salada. Si no, echa un pequeño puñado de sal gorda en el bol en el que introduzcas las piezas.

Una buena idea también puede ser descongelar sobre una rejilla para que el alimento no esté en contacto con el líquido de congelación.

Lee también: ¿Dietas prenavideñas? Olvídalo y, simplemente, come saludable