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Verduras de la huerta de Navarra© visitnavarra

Escapada gastro: 3 días para comerse y beberse Navarra esta primavera 

Desde Pamplona hasta la Ribera, con parada en Olite y otros pueblos próximos… esta ruta es un ‘sí rotundo’ para quienes siempre hacen de la cocina la razón que da sentido al viaje 


7 de mayo de 2025 - 12:43 CEST

Si pensamos en lugares del norte de España donde comer es sinónimo de festín asegurado, resulta irremediable que pronto salgan a relucir ciudades como San Sebastián, Bilbao... También la imaginación viaja rápido a zonas de Asturias o de Galicia. Sin embargo, no es el de Navarra un nombre que suela aparecer como primera opción cuando, en realidad, la Comunidad Foral es un destino gastronómico de primerísimo orden: las mejores verduras imaginables; vinos fabulosos con una relación calidad-precio asombrosa; aceites de oliva multipremiados; una oferta de restauración donde conviven desde bares de pinchos, a casas tradicionales de comidas, restaurantes Michelin

Verduras, embutidos artesanos, quesos con carácter… calidad y tradición se dan la mano en la rica despensa navarra© Reyno Gourmet
Calidad y tradición se dan la mano en la rica despensa navarra

Hay muchas ‘navarras’ dentro de Navarra y las opciones para disfrutarla de mesa en mesa son casi infinitas. La que os proponemos hoy es solo una de esas posibilidades: una ruta que arranca en la capital, Pamplona, y que termina en Tudela, paraíso soñado para amantes de los productos de la huerta, especialmente en esta época del año.  

DÍA 1: PAMPLONA

Pocas cosas más estimulantes para el viajero de estómago agradecido que la visita a un mercado de alimentos. Hablamos, claro, de los mercados ‘reales’, donde el ciudadano local hace la compra, lejos del turismo más masivo. Nos cuentan que el Mercado del Ensanche, llamado así por ubicarse en el barrio del Segundo Ensanche de Pamplona, es una buena alternativa para descubrir el producto navarro. Así que hasta allí dirigimos nuestros pasos, haciendo primero parada para desayunar en Panadero de Eugui. Esta bonita cafetería de aires vintage, ubicada en la Avenida Carlos III (una de vías comerciales más importantes y emblemáticas de la ciudad) es famosa por sus panes artesanales de masa madre y sus deliciosos productos de repostería, que pueden adquirirse para llevar, o bien disfrutarse en el local.

Café y tostada con tomate, una de las opciones de desayuno de Panadero de Eugi© elpanaderodeeugui
Café y tostada con tomate, una de las opciones de desayuno en Panadero de Eugui

Ni cinco minutos caminando nos separan de la cafetería al Mercado del Ensanche. Al entrar comprobamos que, efectivamente, aquí se respira el aire vibrante propio de los mercados urbanos, pero con una particularidad: el, en ocasiones, ambiente algo caótico de estos espacios, aquí se sustituye por una ‘puesta en escena’ perfectamente ordenada: da gusto ver cómo en cada puesto los productos lucen con una presencia cuidadísima, todo impecablemente dispuesto: verduras llegadas de las cercanas huertas de la Magdalena, carnes y embutidos (entre ellos, la imprescindible y popular chistorra); pescados, encurtidos…

Mercado del Ensanche, en Pamplona© mercadodelensanchepamplona
Mercado del Ensanche, en Pamplona

Más de 45 puestos alojados en este mercado que, tras su reciente reforma, alberga eventos como conciertos de música en directo y en el que también se aloja un aula multiusos (pensada para el desarrollo de talleres de cocina, catas, etc) y un restaurante, con entrada independiente, llamado El Mercao. Una opción estupenda para comer. Sin embargo, esta vez no podemos quedarnos; tenemos reserva en uno de los templos gastronómicos de la ciudad: el veterano y renombrado Enekorri. 

"Producto y más producto". Ángel Regueiro Herrera, gerente de este céntrico establecimiento, lo tiene claro cuando le preguntamos qué va a encontrar quien cruce las puertas del restaurante. Y podemos dar fe de que así es; aquí hay estupendas carnes y pescados, pero son las verduras, magníficamente tratadas, las que brillan de forma especial: Alcachofas salteadas y fritas con fondo de foie gras; Pimientos del piquillo al horno con aceite de oliva virgen extra o Verduras de temporada braseadas con salsa romesco son solo algunas de las propuestas de su carta, a las que se suma todo un clásico de la casa: el Espárrago en texturas (en la imagen inferior), tributo a esta hortaliza tan representativa de la huerta navarra.

Espárrago en texturas, icónico plato del restaurante Enekorri© enekorrirestaurant
Espárrago en texturas, icónico plato del restaurante Enekorri

Dedicamos la tarde a dar un paseo por el Casco Viejo de Pamplona. Una de las zonas más animadas y transitadas de la ciudad, repleta de bares, restaurantes, pequeños comercios… De entre estos últimos, hay dos que nos llaman de forma especial la atención. Por un lado, la Confitería y Cerería Donézar, en la calle Zapatería. Es habitual encontrar pastelerías centenarias en los centros históricos de las ciudades, pero quizá hoy día lo es menos dar con un negocio donde lo mismo despachan pasteles que velas de cera. Este es el caso de Donezar, uno de los establecimientos más antiguos de la ciudad, fundado en 1853. "Es la única confitería cerería que queda activa en España", nos explican, mientras observamos cómo una clienta se hace con unos merengues a los que bien a gusto hincaríamos el diente…

Bandeja de merengues de la confitería Donezar
Bandeja de merengues de la confitería Donezar

A menos de 200 metros, en la Calle de San Miguel, nos fijamos también la Enoteca Damaxen. Así es como han llamado Eneko del Valle de Lersundi y sus dos socios (vinculados los tres al mundo de la enología y la hostelería) a esta belleza de lugar. Regentada durante décadas por la familia Murillo (de ahí el nombre que aún se conserva en la fachada), esta tienda de vinos iba a cerrar debido al fallecimiento en 2023 de su propietario, pero este trío de jóvenes emprendedores apostó por dar continuidad al negocio -para felicidad de los vecinos-. Tras la reforma, la enoteca reabría hace un año. Uno de esos lugares donde vale la pena ir a comprar vino, gracias no solo a la oferta de referencias, sino al amable asesoramiento de sus dueños.

Enoteca Damaxen, en el Casco Viejo de la capital navarra
Enoteca Damaxen, en el Casco Viejo de la capital navarra

Cae la noche y, aunque la comida ha sido de las que se recuerdan, para el foodie impenitente siempre es buen momento de probar sabores nuevos. Así que la propuesta de cenar unos pinchos no puede resultar más apetecible. En este caso tomamos como referencia algunos de los bares y restaurantes que han triunfado en la última edición de La Semana del Pincho de Navarra (aprovechando, además, que los tres ganadores se ubican en el Casco Viejo donde aún nos encontramos). Hablamos de Baserriberri, medalla de oro con su pincho Eguzkimole lu'um (creación con sabores navarro-mexicanos, en la imagen inferior); la Escalerica, medalla de plata, con su pincho Champi lunático (arepa de rabo de toro con gambas al ajillo y tobiko) y La Vieja Iruña, medalla de bronce, con su pincho Itsasoa mendiak (un bocado de mar y montaña).

'Eguzkimole lu'um', del restaurante Baserriberri, ganador en la última edición de de ‘La Semana del Pincho de Navarra’© visitnavarra
'Eguzkimole lu'um', del restaurante Baserriberri, bocado ganador en la última edición de ‘La Semana del Pincho de Navarra’

Por supuesto, los bares pamplonicas donde ir de pinchos es siempre un buen plan son muchísimos más (Errejota, La Antigua Farmacia, Amatxo, El Gaucho, La Granja… ). Pero hay que ir a dormir, que mañana temprano ponemos rumbo a Olite. Bueno, un momento, quizá podamos terminar la jornada con un cóctel rico. "Entonces tenéis que probar El rincón del Iruña, allí los hacen muy buenos". Dicho y hecho.

DÍA 2: OLITE Y PUEBLOS CERCANOS

En poco más de media hora en coche llegamos desde Pamplona a la que, sin duda, es una de las localizaciones más bonitas de toda Navarra: la ciudad Olite, en la comarca de la Navarra Media. Su gran patrimonio histórico es reclamo para turistas llegados de todos los rincones del mundo, en especial, el imponente Palacio Real de Olite (monumento más visitado de toda la Comunidad Foral).

Pero nuestra visita a este castillo de cuento tendrá que esperar hasta la tarde. Por la mañana tenemos una cita entre viñedos… Y es que Olite es también un destino más que interesante para los amantes del enoturismo. No por casualidad, la ciudad ha sido considerada como ‘la capital del vino navarra’. En esta zona -tanto Olite como pueblos próximos- hay un buen puñado de bodegas que se pueden visitar, desde las más conocidas (Marco Real, Ochoa, Piedemonte, Pagos de Araiz…) hasta proyectos más pequeñitos, pero igualmente interesantes, como por ejemplo, las bodegas Unsi Wines y sus trabajos enfocados a recuperación de viejas viñas de garnacha.

Yoanna Abete (en la imagen) gestiona, junto a su hermana María, las bodegas Máximo Abete© Bodegas Maximo Abete
Yoanna Abete (en la imagen) gestiona, junto a su hermana María, las bodegas Máximo Abete

El abanico de opciones para el wine lover es, pues, amplísimo. Esta vez optamos por una bodega ubicada en cercana localidad de San Martín de Unx (a solo 10 minutos de Olite). En este pequeño pueblo de unos 400 habitantes hay hasta 5 bodegas, entre ellas, la que hoy visitamos: Máximo Abete. La ‘excusa’ es, claro, sus ricos vinos ecológicos (tanto rosados, emblema de Navarra, como tintos y blancos). Sin embargo, no es la única; también nos interesa la historia de la bodega; un proyecto familiar liderado por las hermanas María y Yoanna Abete. Bodegueras en un mundo aún bastante masculinizado que decidieron continuar con el legado de su padre, Máximo Abete (quien fundara la bodega en los 90, con el desafío de revitalizar viñedos antiguos en la Sierra de la Guerinda).

Igualmente reseñable es el proyecto Huella Positiva -impulsado por el Gobierno de Navarra- en el que esta bodega participa junto a la casa rural La Posadica Casa Aldabe (ubicada en el mismo pueblo y regida por Raquel Cabodevilla, también parte de la familia). En su apuesta por un turismo regenerativo, los Abete ponen en marcha distintas actividades que conectan a los visitantes con el paisaje, el viñedo y la cultura local.

Nos vamos de San Martin de Unx con un estupendo sabor de boca (al igual que pueden hacerlo quienes se acerquen a esta bodega, a través de sus distintas opciones de enoturismo), no sin antes visitar la Iglesia San Martín de Tours. Ubicada en lo alto del pueblo, solo se puede acceder a pie por sus empinadas cuestas, pero el esfuerzo merece la pena; su cripta románica es una joya arquitectónica y las vistas de la comarca que pueden contemplarse desde la iglesia son un espectáculo.

También nos maravilla el Santuario-Fortaleza de Santa María de Ujué, en la localidad vecina de Ujué (a solo 8 km). Nos hemos acercado a esta preciosa iglesia del siglo XI, declarada Monumento Nacional, mientras hacemos algo de tiempo antes de comer en Casa Urrutia. 

No puedes irte de Casa Urrutia sin probar sus ricas Migas de Pastor
No puedes irte de Casa Urrutia sin probar sus ricas Migas de Pastor

"Nosotros empezamos como obrador, vendiendo pan y pasteles. Pero vimos que había mucha demanda para comer, así que hace unos años nos animamos también con el restaurante", nos cuenta Juana María Rosauro, una vez nos hemos sentado a la mesa. Ella es, junto con su marido José Manuel Urrutia, la propietaria de este establecimiento especializado en cocina navarra tradicional: Alubias negras de Sangüesa con piparras, Potxas a la navarra, Bacalao al ajoarriero, Cordero al chilindrón… Salga lo que salga de la cocina de Casa Urrutia, todo es puro disfrute. Aunque si aquí hay un plato emblemático son las tradicionales Migas de Pastor. "Mi marido se levanta a las 3:00 de la mañana para hacer el pan y siempre hace algo de más para las migas", explica Juana a propósito de esta icónica receta, en cuya lista de ingredientes también encontramos manteca de cerdo, ajo, panceta, jamón, champiñón y tomate. Atención también, por cierto, a sus dulces caseros; lo de ‘dejen sitio para el postre’ cobra aquí todo el sentido.

Volvemos a Olite para dar un paseo por el pueblo y conocer su famoso Palacio Real. Justo a las puertas, en un edifico histórico adyacente, vemos una placa que reza Vinoteca Reyna de Copas sobre uno de los muros. "Es el proyecto de Beatriz López, ella y su equipo organizan experiencias muy originales ligadas al vino y a la historia de Olite, ¿os parece si entramos y que nos lo cuente ella misma?". Por supuesto.

Beatriz López, al frente de 'Reyna de Copas Enoteca'© reynadecopasolite
Beatriz López, al frente de Vinoteca Reyna de Copas

Nacida en Aragón, Beatriz estudió Turismo. "Caí en Olite para hacer prácticas en el Parador y empecé a interesarme por el mundo de la enología, estudié mucho sobre el vino navarro y me di cuenta de que me encantaba comunicar sobre él", explica esta joven emprendedora. Tras siete años trabajando en la empresa que gestionaba el Palacio Real, decidió que le apetecía montar un negocio por su cuenta; algo que aunara historia cultural y vino. Desde luego, no fue sencillo; solo la burocracia a la que tuvo que hacer frente para poder abrir su negocio en un edificio protegido le llevó varios meses. 

Pero en 2022, tras mucho pelear, consiguió abrir las puertas de esta bonita vinoteca y espacio gourmet, que hoy día cuenta con una interesante oferta de actividades: desde visitas culturales como Paseo Real (una visita al Palacio + paseo guiado que los clientes disfrutan, copa de vino en mano), hasta talleres creativos (como el que propone diseñar tu propia etiqueta de vino y llevarte después la botella) o las sesiones de cata, como la titulada Más allá del muro, donde se prueban vinos con historias singulares detrás. "Nos gusta, además de los más conocidos, hablar de vinos que se salgan del sota, caballo y rey que te ofrecen en los bares; explicar que hay proyectos más pequeños con muchísima calidad que también merecen ser contados", apunta esa apasionada de los caldos navarros con un entusiasmo realmente contagioso.

DÍA 3: LA RIBERA NAVARRA

Solo hemos recorrido 50 km por carretera desde Olite. Sin embargo, parece que hayamos recalado en algún rincón del Far West americano o de la Capadocia turca… Para quien nunca ha visitado las Bardenas Reales, en el sureste de Navarra, la experiencia resulta tan sugerente como insólita…

Mientras damos buena cuenta de un pequeño (gran) festín a base de espárragos, pimientos y cogollos de Tudela, Paco Irízar nos va explicando la peculiar historia de este parque natural, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO.  "Estamos en la superficie no habitada más grande de Europa. Un paisaje árido, formado hace millones de años donde, a pesar de lo que pueda parecer, hay una gran biodiversidad. La zona más interesante para visitar es la llamada Bardena Blanca, donde está Castildetierra, formación geológica más conocida del parque". 

Paco conoce bien este lugar (escenario de no pocas películas y series, como Juego de Tronos). Su empresa, Activa Experience, ofrece distintas actividades para descubrir el parque, entre ellas, rutas en vehículos 4x4 con aperitivo incluido. ¡Y qué aperitivo!

Aperitivo en Bardenas Reales, activad organizada por Activa Experience© activa_experience
Aperitivo en Bardenas Reales, organizado por Activa Experience

Tras la experiencia, cogemos de nuevo carretera dirección sur. En media hora llegamos a Fontenilla, donde se ubica Artajo, reconocida almazara navarra. Y es que sí; además de magníficos vinos y verduras, en esta comunidad también se produce aceite de oliva. Es cierto que, a nivel nacional, solo representa el 1% de la producción total, pero su calidad es realmente excepcional.

"En Navarra las aceitunas más representativas son Arbequina, Arroniz y Empeltre, pero nuestra inquietud por probar cosas distintas nos ha llevado a ensayar muchas más variedades. Ahora mismo tenemos hasta 14 diferentes, y esto es una de las cosas que más nos diferencia", explica Andrea Urzaiz. Ella y su hermano Carlos estudiaron agrónomos y han tomado las riendas del negocio familiar con una gran vocación. "Nosotros tenemos aquí 250 hectáreas de olivos, todo cultivado en espaldera, y plantado en ecológico 100%", especifica Andrea, encargada de dirigir las distintas actividades de oleoturismo que ofrece la finca.   

Pícnic entre olivos, una de las actividades de oleoturismo de Aceite Artajo© Aceite Artajo
Pícnic entre olivos, una de las actividades de oleoturismo de Aceite Artajo

Entre las más populares está la visita guiada, en la que los asistentes descubren, a pie de olivo, el proceso de elaboración del ‘oro líquido’, conocen la almazara -en época de cosecha- y catan algunos de los aceites de oliva virgen extra que aquí se producen (algunos de ellos premiados a nivel internacional). Otra alternativa muy apetecible es el Pícnic entre olivos, donde los visitantes llenan su cesta con aceite, pan y otros productos gourmet y salen al exterior a disfrutar de un picoteo premium en un agradable entorno natural.

A 15 minutos de Fontenilla se encuentra la última parada de nuestro viaje: Tudela. Tan solo el descubrimiento de su pasado histórico, arquitectónico y cultural bien merece una visita a la capital de la Ribera navarra. Pero nuestro principal interés es, para sorpresa de nadie a estas alturas, la posibilidad de reservar mesa en alguno de los muchos restaurantes que hacen de las verduras bandera. 

Y si hay una época especialmente indicada para ‘entregarse’ a los sabores de la huerta en Tudela, esa es la primavera. De hecho, la ciudad celebra cada año en esta estación sus conocidas Fiestas de la verdura. El gran nivel de la oferta hostelera hace que lo difícil aquí sea decidirse por un solo restaurante. Sin embargo, hay algunos nombres que son apuesta segura: Remigio, Restaurante 33, Topero, Mesón Julián… Direcciones infalibles, perfectas cualquiera de ellas para poner el punto y final a esta ruta a la que ya decimos adiós.

Alcachofas con huevos poché, del restaurante tudelano Mesón Julián© restaurantemesonjulian
Alcachofas con huevos poché, del restaurante tudelano Mesón Julián

Por algún motivo, en la cabeza empiezan a resonar las notas de esa célebre jota: No te vayas de Navarra, si no quieres que me muera... Ojalá poder hacer caso a la súplica jotera y no tener que dejar esta tierra, siempre dispuesta a poner de buen humor al paladar más inquieto y disfrutón.

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