Mickey Rourke: de mito de los ochenta a un irreconocible actor con coleta

Veintidós años separan a estas imágenes. Durante todo este tiempo el actor se hizo boxeador profesional y tras volver al cine se sometió a cuatro intervenciones quirúrgicas para recomponer su rostro

Por hola.com

Quien le ha visto y quién le ve. Mickey Rourke, el actor que llegó a convertirse en casi un sex symbol después de protagonizar junto a Kim Basinger Nueve semanas y media, está irreconocible. Claro, que han pasado veintidós años desde entonces y durante este tiempo no es que su vida haya sido un camino de rosas. Y la vida, desde luego, deja huella. En la década de los ochenta, en la que triunfó, se fue creando fama de chico rebelde dentro y fuera de la gran pantalla por su fuerte carácter y negarse a sucumbir a las grandes superproducciones de Hollywood, y así, poco a poco, su estrella se fue apagando.

Tras divorciarse de Debra Feuer, decidió dar rienda suelta a lo que realmente le apasionó desde niño, el boxeo, y dejó los platós por los rings. Se convirtió en boxeador profesional y las huellas de los combates comenzaron a notarse en su rostro. Varios episodios controvertidos marcaron los siguientes años, en los que regresó al cine sin encontrar un verdadero proyecto a su medida. En 1990 rodó Orquídea salvaje junto a Carrie Ottis, con quien se casó al año siguiente, pero la relación fue siempre un dejarlo para volver a comenzar y el matrimonio terminó en 1994 con un episodio de gran tensión cuando Mickey fue arrestado por su actuación violenta ante su mujer en el mismo despacho del abogado que llevaba su divorcio. Se sometió después a cuatro intervenciones quirúrgicas para intentar recomponer su rostro, con una reconstrucción del cartílago nasal, y para reducirle una grave fractura en el pómulo. El resultado no fue el esperado y el declive le llevó a la ruina (teniendo incluso que vender su preciada colección de motos y viviendo en un desastroso apartamento en Los Ángeles) y a ahogar sus penas en alcohol.

La muerte de su hermano pequeño, del que él había cuidado siempre, le hizo replantearse la vida, y aunque su aspecto ya nunca ha sido el que fue, lo cierto es que en los últimos años el cine lo ha recuperado. La polémica sigue acompañándole (el pasado noviembre fue arrestado por la Policía de Miami por conducir ebrio en una vespa), pero después de trabajar en Sin City, a las órdenes de Robert Rodríguez, parece que los directores vuelven a confiar en él. Estos días rueda en Nueva York la película The Wrestler, donde interpreta a un boxeador, un papel a su medida, y no ha dejado de sorprender su imagen con el pelo largo recogido en un moño cuando se le fotografió en un descanso de la grabación.