Durante mucho tiempo, los médicos de todo el mundo estudiaban cuál era el secreto de la llamada "paradoja francesa", por la que los habitantes del país vecino, a pesar de llevar una dieta donde no faltan las grasas, tenían una de las tasas más cardiosaludables del mundo. Y parece que uno de los secretos era la variedad de su dieta, y, otro, esa copita de vino tinto que suele acompañar cada almuerzo galo. Se ha demostrado que el consumo regular ¡y moderado! de estos caldos mejora la salud del corazón y ayuda a prevenir determinados tipos de cáncer.
La magia del vino tinto se encierra en unos elementos antioxidantes llamados polifenoles, que se encuentran en la semilla de la uva y que tienen un poder antirradicalar que dobla al de la vitamina E y quintuplica al de la vitamina C. Son cada vez más los balnearios y spas que incluyen tratamientos antiedad a base de champán y uva, como Les Sources de Caudalíe (Francia), Sonoma Mission Spa en California y en España, el novedoso spa del Castillo de Peralada Wine Spa.
Por esta razón, no han tardado en aparecer tratamientos cosméticos enriquecidos con estos polifenoles, que ayudan a mantener la juventud de la piel y a preservarla de los efectos negativos de la oxidación, aumentando sus defensas naturales.