Ahora que llega el buen tiempo y a todos nos apetece tomarnos una cervecita en una terraza mientras disfrutamos del sol y la buena compañía, vuelve a resurgir la eterna pregunta: ¿es compatible su consumo moderado con mantener la línea?
Es normal que te inquiete. Nos pasamos el año recordándote la importancia de llevar una alimentación saludable, hacer ejercicio… ¿y en menos de dos meses vas a echarlo todo a perder? Pues te alegrará saber que puedes respirar hondo y que, según los expertos, la tripa cervecera es pura inventiva.
Como lo oyes, el aumento de grasa abdominal se debe, principalmente, a una dieta desequilibrada y un estilo de vida sedentario y nada tiene que ver con tomarnos una caña de vez en cuando. De hecho, una caña de 200 mililitros contiene alrededor de 90 calorías -17 en el caso de las ‘sin’-, lo que supone un 5% de la energía total de las 2.000-2.500 calorías diarias que consume una persona adulta. No es para tanto, ¿verdad?
El verdadero problema viene, nos explica la directora de nutrición de la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB), cuando se produce un desequilibrio energético. Es decir, cuando consumimos muchas más calorías de las que gastamos o porque hacemos muy poca actividad física. “No se debe en ningún caso a algún alimento concreto y tampoco a un consumo moderado de cerveza, sino a que llevamos una vida sedentaria”.
De hecho, varios estudios impulsados en los últimos años, entre ellos uno de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, ponen de manifiesto no sólo que no hay vinculación entre el consumo de cerveza y el sobrepeso, sino que ésta puede considerarse parte de una alimentación saludable. En concreto, destacan más de 2.000 componentes nutricionales beneficiosos, entre ellos hidratos de carbono, fibra soluble, minerales como fósforo, silicio, magnesio y potasio y vitaminas del grupo B; los que le atribuyen propiedades de efecto antioxidante, antiinflamatorio y cardiosaludable.
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