Ni el cometa Halley (visible desde la Tierra cada 76 años), ni el espectacular Hale-Bopp (uno de los más brillantes del siglo XX), ni siquiera el inesperado Oumuamua (el primer objeto interestelar detectado atravesando nuestro sistema solar) despertaron tantas preguntas como este visitante llegado desde fuera de nuestro vecindario cósmico. Se llama 3I/ATLAS y, aunque la NASA y la Agencia Espacial Europea lo han clasificado oficialmente como un cometa interestelar, su paso por el sistema solar ha abierto un debate poco habitual entre los científicos. El próximo 19 de diciembre, este objeto se acercará a la Tierra y lo que intriga no es su trayectoria —no supone ningún peligro—, sino su extraña composición química, capaz de liberar compuestos clave para la vida. Un detalle que lo ha convertido en uno de los objetos más fascinantes observados en décadas.
Un visitante que llega desde otra estrella
La designación 3I no es casual: indica que se trata del tercer objeto de origen interestelar jamás observado cruzando nuestro sistema solar, tras Oumuamua (2017) y el cometa Borisov (2019). A diferencia de ellos, 3I/ATLAS es un cometa activo, lo que permite analizar con mayor precisión los gases que desprende al calentarse al acercarse al Sol. En términos astronómicos, es un turista de paso: viene, deja pistas químicas y no volverá jamás.
Tranquilidad: no hay riesgo para la Tierra
Conviene aclararlo desde el principio. El 19 de diciembre, 3I/ATLAS pasará a unos 270 millones de kilómetros de la Tierra, casi el doble de la distancia que nos separa del Sol, y además lo hará al otro lado de nuestra estrella. No existe riesgo de impacto ni de alteraciones gravitatorias. La expectación no tiene que ver con el peligro, sino con la oportunidad científica.
Los ingredientes básicos de la vida
Las observaciones realizadas con instrumentos como el radiotelescopio ALMA, en Chile, han revelado que el cometa libera metanol y cianuro de hidrógeno, dos sustancias fundamentales en la química prebiótica. Juntas pueden iniciar reacciones que conducen a la formación de aminoácidos y de las bases del ADN y el ARN. Lo que más ha sorprendido a los investigadores es la proporción entre ambas: 3I/ATLAS emite más de 100 veces más metanol que cianuro de hidrógeno, un equilibrio nunca visto en otros cometas observados por el ser humano, salvo un caso muy excepcional dentro de nuestro propio sistema solar. Ese balance favorece procesos químicos asociados a la vida y reduce la presencia de compuestos tóxicos.
¿Un “jardinero cósmico”?
Este hallazgo ha llevado al astrofísico de Harvard Avi Loeb a plantear, de forma especulativa, una hipótesis sugerente: que 3I/ATLAS pueda actuar como un “jardinero amigable”, esparciendo ingredientes químicos favorables a la vida allí por donde pasa. Este fenómeno se conoce como panspermia, una teoría que sugiere que los componentes básicos de la vida pueden viajar por el espacio a bordo de cometas o meteoritos. Durante su recorrido, el cometa ha pasado relativamente cerca de Venus, Marte y Júpiter, y su trayectoria lo lleva por regiones del sistema solar donde orbitan lunas con agua líquida o hielo, como Europa (Júpiter) y Encélado (Saturno), consideradas algunos de los lugares con mayor potencial para albergar vida. Los científicos insisten en un matiz clave: 3I/ATLAS no transporta vida, sino los ingredientes químicos que podrían facilitarla si se dan las condiciones adecuadas.
Las anomalías que alimentaron el debate
El interés no se debe solo a su química. 3I/ATLAS presenta varias características inusuales: una cola que parece orientarse de forma inesperada, cambios de color que lo hacen adquirir tonos azulados al acercarse al Sol y ligeras variaciones en su trayectoria que han generado discusión. Estas anomalías llevaron a Loeb a especular si podría tratarse de algo más que un cometa natural. Sin embargo, la NASA y la mayoría de la comunidad astronómica descartan esa posibilidad especulativa. La explicación más aceptada es que el objeto se formó en un sistema estelar muy distinto al nuestro, bajo condiciones químicas extremas que explican su comportamiento sin necesidad de hipótesis extraterrestres. Como resume la astrónoma Julia de León, del Instituto de Astrofísica de Canarias, este tipo de teorías “generan ruido innecesario y desmerecen el enorme interés científico real de estos objetos”.
Observado desde la Tierra… y desde Marte
El telescopio espacial Hubble fue uno de los primeros en captar imágenes detalladas del cometa tras su descubrimiento y volvió a observarlo a finales de noviembre. También la misión JUICE de la Agencia Espacial Europea, en ruta hacia Júpiter, logró imágenes que muestran una coma brillante y dos colas: una de plasma y otra de polvo, características de los cometas activos. De forma especialmente llamativa, una de las observaciones más precisas se realizó desde Marte, gracias a la cámara HiRISE de la NASA, cuando 3I/ATLAS pasó a unos 30 millones de kilómetros del planeta rojo.
¿Podrá verse desde España?
No será visible a simple vista, pero sí podrá observarse con telescopios o prismáticos potentes, especialmente desde zonas con poca contaminación lumínica. Los expertos recomiendan buscarlo de madrugada, cuando alcance mayor altura en el cielo. Más allá del espectáculo visual, su verdadero valor está en los datos que sigue proporcionando.
Un visitante irrepetible
3I/ATLAS tiene unos 7.000 millones de años. Ya viajaba por el espacio interestelar cuando el sistema solar aún no existía. Pasará una sola vez, permitirá comprobar si nuestras teorías sobre la formación de planetas y sistemas estelares son válidas más allá del nuestro y después desaparecerá para siempre en la oscuridad del cosmos. No es una nave alienígena ni un presagio apocalíptico, sino un mensajero químico del universo primitivo: un “jardinero cósmico” que nos recuerda que los ingredientes de la vida pueden estar repartidos por toda la galaxia.








