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Binéfar, el pueblo de Huesca que lucha contra la despoblación, fabricando robots


Un plan innovador combina tecnología avanzada y desarrollo rural


Robots humanoides© Adobe Stock
Ana ToroPeriodista y Locutora
5 de diciembre de 2025 - 19:00 CET

En pleno corazón de Aragón, en la provincia de Huesca, un pequeño municipio está liderando una insólita batalla contra la despoblación: no con viviendas baratas, ayudas para nuevos vecinos o campañas de turismo; sino con robots. Binéfar ha encontrado en la robótica su fórmula inesperada para generar empleo, atraer talento y devolver vida a la España rural. Una historia sorprendente que parece salida de ciencia ficción, pero que está ocurriendo ya.

Robot humanoide© Adobe Stock
Robot humanoide

Un revulsivo industrial en plena España vacía

Durante años, muchas localidades españolas han visto cómo sus calles se vaciaban: jóvenes que emigran a las ciudades en busca de trabajo, comercios que cierran, escuelas y servicios que desaparecen… Es la llamada “España vaciada”. Pero Binéfar ha apostado por lo contrario: por la industria de alta tecnología. En su territorio se encuentra una planta de Escribano Mechanical & Engineering (EM&E), dedicada a la fabricación de robots especializados (principalmente para defensa), que en los últimos meses ha crecido considerablemente.

Según los responsables de la fábrica, en apenas un año han duplicado la plantilla, y la previsión es que antes de que termine la década se tripliquen las instalaciones. Lo más notable: el grueso de los nuevos trabajadores son locales o gente que regresa al pueblo —personas que se fueron de jóvenes y que ahora vuelven atraídas por estas oportunidades en su tierra natal.

Más allá del empleo: devolver dignidad y futuro al medio rural

Este fenómeno no solo genera empleo. El impacto va más allá: revitaliza la economía local, genera actividad en comercios, servicios, viviendas, y devuelve a Binéfar —y su entorno— la esperanza de un futuro sostenible. A diferencia de muchos pueblos que ofrecen incentivos temporales, aquí la apuesta es de largo plazo: industria, tecnología, crecimiento real.

En opinión de algunos expertos, este tipo de proyectos —industria avanzada en entornos rurales— podría ser clave para frenar la despoblación en decenas de municipios españoles. No se trata solo de atraer gente, sino de ofrecer trabajo cualificado, estabilidad y desarrollo donde otros ya han decidido no invertir.

¿Por qué robots y no otra industria?

La elección de la robótica no es caprichosa. La creciente demanda internacional de sistemas automatizados —tanto en defensa como en otros sectores tecnológicos— convierte a empresas como EM&E en centros atractores de talento y contratos. Además, con la revolución de la inteligencia artificial, la robótica vive un momento de auge: robots terrestres, drones, sistemas autónomos… el futuro ya está aquí.

Para un pueblo rural, acoger una fábrica así supone saltar varias generaciones: de la agricultura, la ganadería o los oficios tradicionales, a empleos especializados en tecnología, mecánica, ingeniería. Es una transformación profunda, no solo económica, sino social.

Desafíos éticos y humanos en un entorno inesperado

Sin embargo, el proyecto no está exento de controversias. La naturaleza del negocio —robots, algunos con fines relacionados con la defensa— despierta dudas sobre el impacto ético, la guerra, la militarización y el papel que juega la tecnología en conflictos. No todos celebran que la “salvación” de un pueblo dependa de la industria bélica.

Además, la llegada de trabajadores, nuevas familias y más demanda puede alterar el tradicional estilo de vida rural: equipos técnicos, horarios industriales, una comunidad más diversa y menos homogénea. Algunos vecinos antiguos podrían ver con recelo estos cambios. Pero para muchos, estas transformaciones son un precio asumible frente al abandono absoluto. Es una elección: quedarse y reinventarse, o ver cómo el pueblo se vacía y desaparece.

Lecciones para otros pueblos

La experiencia de Binéfar ofrece una hoja de ruta replicable: atraer industrias tecnológicas, crear empleo cualificado, fomentar el retorno de la población local y regenerar la economía rural. Combinado con políticas de vivienda, servicios básicos, buena conectividad e infraestructuras, podría marcar un antes y un después para la “España vaciada”.

De hecho, existen otros proyectos similares: iniciativas de “Smart Village”, programas de repoblación con ayudas para emprendedores, o planes de impulso al teletrabajo desde pueblos. Pero pocos con un impacto tan directo: empleo industrial de futuro.

Una historia de futuro que ya camina

La fábrica de robots de Binéfar no es una promesa, es una realidad. Cada día suena una sirena en sus naves; cada día vuelven a sonar los pasos de trabajadores que llenan pasillos, laboratorios y oficinas. Para muchos, esos pasos significan esperanza.

La historia de este pueblo aragonés demuestra que la tecnología no pertenece solo a las grandes ciudades: también puede florecer en lugares pequeños, donde generaciones enteras abandonaron sus sueños por falta de oportunidades. Si hay voluntad política, inversión privada y un entorno dispuesto a adaptarse, la robótica —o cualquier otra industria de alto valor añadido— puede transformar la España rural.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.