El invierno no solo transforma la forma en la que nos vestimos o cómo organizamos la casa, también modifica la manera en la que nuestros electrodomésticos funcionan. Con la bajada de las temperaturas, la calefacción entra en escena, pasamos más tiempo en casa y los aparatos trabajan de forma diferente a la de los meses de verano.
Todo esto puede tener un impacto claro en la factura energética: según la Agencia Internacional de la Energía, un hogar mal preparado puede llegar a consumir hasta un 30 % más durante los meses fríos. Por eso, ahora es el momento ideal para revisar ciertos hábitos y realizar pequeños ajustes que ayudan a que los electrodomésticos rindan mejor, duren más y consuman menos. A continuación te damos cinco claves sencillas y efectivas para preparar el hogar antes de que el invierno llegue a su punto más frío.
1. Revisa la temperatura del frigorífico: menos esfuerzo, más ahorro
Con el frío exterior, los frigoríficos trabajan de manera más eficiente, ya que la temperatura ambiente interviene directamente en su rendimiento. Esto significa que muchas veces pueden funcionar a potencias más bajas sin comprometer la conservación de los alimentos.
Lo ideal es mantener la zona principal entre 4 °C y 5 °C, y el congelador en torno a –18 °C. Estas cifras permiten una buena conservación sin gastar energía extra. También es clave la organización interior: dejar espacio entre los productos favorece la circulación del aire frío, evitando que el aparato tenga que hacer sobreesfuerzos. Y, si vas a introducir alimentos calientes en el congelador o el frigorífico, espera siempre a que se templen; introducirlos directamente obliga a trabajar más al motor.
Un último gesto útil es revisar el estado de las juntas de la puerta. Si no cierran bien, la fuga de aire frío puede aumentar el consumo incluso en invierno.
2. Limpia los filtros de la bomba de calor o aire acondicionado antes de encender la función calefacción
Cada vez más hogares utilizan aire acondicionado con bomba de calor como sistema de calefacción. Aunque es eficiente, requiere preparación previa: los filtros acumulan polvo, partículas y humedad durante los meses de poco uso. Si se enciende sin limpiarlos, el aparato tiene que trabajar más para mover el aire, aumentando tanto el gasto energético como el ruido.
Una limpieza sencilla —retirar los filtros, lavarlos con agua templada y dejarlos secar completamente— mejora de inmediato la calidad del aire y reduce la necesidad de potencia extra. Muchos expertos recomiendan mantener la calefacción en torno a 21 °C, una temperatura confortable que no dispara el consumo. Bajar solo un grado la temperatura media del hogar puede ahorrar alrededor de un 7 % de energía, un gesto tan pequeño como efectivo.
3. Aprovecha las horas valle para usar lavadora, secadora y lavavajillas
En invierno solemos lavar más ropa (por las capas, la lluvia o el uso de prendas de abrigo) y también utilizamos más la secadora. Sin embargo, muchos hogares siguen usando estos electrodomésticos en las horas de máximo consumo energético del día, cuando la electricidad es más cara.
Programar lavados y secados en horas valle, cuando la energía tiene un coste menor, puede suponer entre un 20 y un 30 % de ahorro en la factura mensual. Además, usar programas rápidos o de baja temperatura ayuda a reducir aún más el gasto sin perder eficacia. En el caso del lavavajillas, cargarlo por completo y elegir ciclos económicos suele ser suficiente para lograr una limpieza profunda con un consumo optimizado.
En invierno, cuando la ventilación natural es más limitada, también conviene revisar que las rejillas de ventilación y las salidas de aire de estos aparatos no estén obstruidas.
4. Aprovecha la tecnología de tu hogar: programar y monitorizar también ahorra energía
Aunque muchas veces pasamos por alto esta función, cada vez más electrodomésticos incluyen opciones para programar ciclos, activar funciones a distancia o recibir avisos de mantenimiento. Y aunque no pensemos en ello como “tecnología del invierno”, estas opciones se vuelven especialmente útiles cuando el hogar permanece cerrado durante más tiempo.
Programar una lavadora para que funcione en horas valle, ajustar el frigorífico a una temperatura concreta o recibir un aviso cuando un filtro está saturado evita muchos consumos innecesarios. También permite anticipar averías: un pequeño fallo detectado a tiempo impide que el aparato funcione de manera ineficiente durante semanas sin que lo notemos.
Este tipo de funciones actúan como un asistente silencioso que ayuda a mantener la eficiencia incluso cuando no estamos en casa, o cuando el ritmo del invierno nos vuelve menos atentos a los detalles.
5. Mantenimiento preventivo: el gesto clave para evitar averías en pleno invierno
A medida que bajan las temperaturas, los electrodomésticos tienden a acumular más humedad y trabajar de manera diferente a la habitual. Por eso, una pequeña revisión general antes del invierno es una medida que puede evitar sorpresas desagradables cuando más necesitamos que todo funcione.
Limpia rejillas, juntas, filtros y bandejas de condensación. Comprueba que los electrodomésticos están bien nivelados, que no vibran en exceso y que las puertas cierran herméticamente. Revisar y eliminar restos de humedad previene malos olores, bacterias y fallos del motor.
El mantenimiento preventivo no solo prolonga la vida útil de los aparatos, también reduce el consumo energético: un electrodoméstico que funciona sin obstáculos, sin suciedad acumulada y sin piezas forzadas es siempre un electrodoméstico más eficiente.
Pequeños gestos que se notan en la factura y en el bienestar
Preparar los electrodomésticos para el invierno no requiere grandes inversiones ni cambios radicales. Basta con ajustar temperaturas, limpiar filtros, aprovechar las horas valiosas de la tarifa eléctrica y dedicar unos minutos al mantenimiento básico. Son gestos que mejoran el bienestar del hogar, alargan la vida de los aparatos y ayudan a reducir la factura energética en un momento del año en el que cada detalle cuenta.





