Matthew McConaughey narrando su boletín en perfecto español… sin hablar español. Michael Caine prestando su tono inconfundible para un audiolibro que nunca grabó. No es el futuro, está pasando ahora.
Ambos actores se han unido a ElevenLabs, una empresa de inteligencia artificial valorada en 6.100 millones de euros, que ha abierto un mercado revolucionario: el de las voces “icónicas” bajo licencia. El objetivo, según la compañía, es simple pero ambicioso: preservar y comercializar voces humanas, tanto de figuras vivas como fallecidas, de forma “ética y controlada”.
McConaughey y Caine, pioneros de un nuevo negocio
McConaughey no solo ha licenciado su voz: también se ha convertido en inversor de la empresa. Su primer proyecto con IA ha sido lanzar una versión en audio en español de su boletín Lyrics of Livin, generada con su voz clonada y manteniendo su tono y ritmo natural, aunque el actor no hable el idioma. “Lancé mi boletín para compartir historias con mi propia voz”, explicó el actor, “y ahora, gracias a ElevenLabs, puedo hacerlo en español sin saberlo hablar”.
Caine, por su parte, ha ido un paso más allá: ha incluido su voz en el Mercado de Voces Icónicas, una plataforma que permite a empresas, estudios y creadores comprar el derecho de uso de voces de celebridades —vivas o fallecidas— en proyectos audiovisuales. “Durante años he prestado mi voz a historias que emocionaron al público”, dijo Caine. “Ahora puedo ayudar a otros a contar las suyas. No se trata de reemplazar voces, sino de amplificarlas”.
¿Cuánto vale una voz?
No existe un precio público por “alquilar” una voz como la de Caine o McConaughey, pero el potencial económico es enorme. Cada licencia se negocia directamente con el artista o sus representantes, y su valor depende de la fama, el timbre y el uso comercial. Según fuentes del sector, una voz icónica puede licenciarse por miles de euros por proyecto, y algunas empresas estudian incluso ofrecer suscripciones mensuales para usar voces de famosos en campañas o narraciones automatizadas.
El atractivo es tal que actores, deportistas y músicos ya ven en esta tecnología una nueva forma de ingresos y de legado, una suerte de inmortalidad digital que les permite seguir “hablando” cuando ellos ya no puedan.
Voces inmortales: cuando la nostalgia se convierte en negocio
El catálogo de ElevenLabs no solo incluye a estrellas vivas. En su Mercado de Voces Icónicas figuran 28 voces legendarias, desde Judy Garland, John Wayne y Laurence Olivier hasta Maya Angelou, Rock Hudson, Mark Twain o Amelia Earhart.
La compañía defiende que todas las reproducciones se hacen con consentimiento total de los herederos o familiares, intentando evitar polémicas como la que protagonizó Zelda Williams, hija del fallecido Robin Williams, que denunció el uso no autorizado de la voz de su padre en redes.
¿El resultado? Una tecnología capaz de “resucitar” voces del pasado, generar nuevas canciones de artistas desaparecidos o narrar documentales con timbres imposibles de repetir. Para algunos, una forma de preservar la memoria cultural. Para otros, un paso más hacia la explotación post mortem del talento.
El doblaje en peligro
Mientras Hollywood explora la clonación de voces, los actores de doblaje observan con inquietud. Si la voz original de McConaughey puede hablar español con su propia entonación, ¿serán necesarios los dobladores en el futuro? La IA de voz ya puede imitar estilos, acentos y emociones de forma casi perfecta, lo que pone en riesgo una profesión basada en la interpretación y la empatía.
El sindicato SAG-AFTRA ha comenzado a negociar cláusulas específicas para proteger los derechos de voz de sus miembros frente a la IA, exigiendo consentimiento, recompensas y control del artista sobre cualquier réplica digital de su voz.
El dilema ético: innovación o suplantación
El caso de McConaughey y Caine muestra el doble filo de la inteligencia artificial aplicada al arte. Mientras unos celebran la posibilidad de preservar voces y ampliar la creatividad, otros temen que la industria use esta tecnología para abaratar costes y prescindir de artistas reales.
El debate ya está servido: ¿Es la IA una herramienta para amplificar la humanidad o una vía para reemplazarla? ¿Dónde acaba la admiración y empieza la imitación? Y, sobre todo, ¿quién decidirá qué voces merecen volver a sonar?
El futuro suena… a inteligencia artificial
La voz es una de las huellas más personales del ser humano, y quizás la última frontera entre lo real y lo artificial. Hoy puede clonarse, traducirse y venderse. El desafío, cada vez más urgente, será poner límites éticos y legales antes de que el arte suene completamente digital.
Tal vez dentro de unos años escuchemos una nueva película narrada por Michael Caine, o por su réplica digital. La tecnología ya lo permite. La pregunta es si el alma… también.







