Hay anuncios que se convierten en parte del espíritu navideño, pequeñas historias que logran emocionarnos incluso antes de que suene el famoso “¡ya vienen los niños de San Ildefonso!”. Este año, el nuevo spot de la Lotería de Navidad 2025 vuelve a tocar esa fibra tan nuestra, con una historia que habla de memoria, de segundas oportunidades y del valor de lo que guardamos en el corazón: el cuento del décimo enmarcado durante treinta años.
El anuncio arranca con una imagen que podría pertenecer a cualquier domingo madrileño: un paseo por el Rastro, entre puestos llenos de recuerdos, antigüedades y tesoros olvidados. Entre ellos, una mujer descubre un décimo antiguo cuidadosamente enmarcado, con el número algo descolorido pero todavía visible. Intrigada, lo compra sin saber que tras ese papel amarillento se esconde una historia que cambiará su vida.
A partir de ahí, el corto nos lleva por un recorrido emocional, casi detectivesco, en el que la protagonista intenta descubrir quién fue el dueño original del décimo y por qué lo guardó durante tanto tiempo. Lo que encuentra no es una fortuna, sino un hilo invisible que une pasado y presente, recordándonos que la suerte a veces se mide en encuentros, no en dinero.
El spot, rodado en varios rincones de Madrid y con una estética nostálgica, casi de cuento; es un homenaje a todas esas pequeñas tradiciones que forman parte de la Navidad española: compartir el número con los compañeros de trabajo, comprar el décimo en el mismo bar cada año o guardarlo en la cartera “por si acaso”.
La ilusión compartida
Más allá del relato, el anuncio reivindica algo que parece sencillo pero cada vez más valioso: la ilusión compartida. En tiempos en los que todo va tan deprisa, la Lotería de Navidad sigue recordándonos la importancia de esperar juntos, de tener fe en lo improbable y de emocionarnos con lo cotidiano.
Porque quizás el verdadero premio no esté en el Gordo, sino en esos gestos que repetimos año tras año: llamar a un amigo para decirle “ya tengo el décimo”, mirar el número con esperanza o simplemente soñar.




