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El curioso mito de la NASA que vincula la risa con la inteligencia emocional


Aunque no existe evidencia oficial de que la agencia espacial estudiara las risas de sus astronautas, la idea ha inspirado investigaciones reales sobre cómo reír juntos refuerza la empatía y los vínculos sociales.


Image© Getty Images
17 de octubre de 2025 - 17:00 CEST

La risa no solo es una expresión del estado de ánimo: también revela matices de nuestra personalidad y de cómo nos relacionamos con los demás. Desde hace años circula la idea —atribuida popularmente a investigaciones internas de la NASA— de que la manera en que reímos podría reflejar nuestro nivel de inteligencia emocional. Aunque no existen registros oficiales que confirmen ese supuesto estudio, la hipótesis ha despertado el interés de psicólogos y científicos que investigan cómo la risa sincronizada influye en la empatía y la conexión social.

El origen del descubrimiento

Durante las décadas de 1980 y 1990, la NASA buscaba candidatos capaces de convivir durante meses en entornos de aislamiento extremo, como misiones espaciales o simulaciones en estaciones polares. Además del conocimiento técnico, se valoraban cualidades como la tolerancia al estrés, la cooperación y la estabilidad emocional. Con el tiempo, surgió la versión de que algunos investigadores habrían notado un patrón curioso: los aspirantes que coordinaban su risa con la de los entrevistadores tendían a desenvolverse mejor en equipo y a manejar con más eficacia las tensiones interpersonales.

No hay evidencia pública de que ese análisis se haya realizado formalmente. Sin embargo, la idea de que la forma en que reímos puede reflejar nuestra capacidad para conectar emocionalmente coincide con hallazgos comprobados en psicología social y neurociencia.

Risa sincronizada e inteligencia emocional

Diversas investigaciones han demostrado que la risa cumple una función social esencial. Reír junto a otros activa circuitos cerebrales relacionados con las emociones y la empatía, y libera endorfinas, las llamadas “hormonas del bienestar”. Cuando dos o más personas coordinan su risa —en ritmo, tono o momento— están mostrando una forma de empatía inconsciente que refuerza los lazos de confianza y la sensación de pertenencia.

En este sentido, la risa sincronizada se asocia con tres competencias clave de la inteligencia emocional:

  • Empatía, porque captar el estado emocional del otro y responder con una risa que armoniza con la suya refleja conexión afectiva.
  • Regulación emocional, ya que no se trata solo de reír, sino de ajustar espontáneamente la expresión para adaptarse al contexto.
  • Vínculo social, porque la risa compartida reduce tensiones, fortalece la cohesión del grupo y mejora la convivencia.

Por el contrario, una risa forzada, irónica o fuera de ritmo puede señalar una menor sintonía con el entorno emocional.

Grupo de jóvenes riéndose juntos© Rido - stock.adobe.com

Críticas y límites del estudio

Aunque la posible relación entre la risa y la inteligencia emocional resulta sugerente, conviene abordarla con prudencia. No existen publicaciones científicas que validen esta teoría como un método de diagnóstico ni registros oficiales que confirmen su origen en la NASA. Más que un procedimiento formal, debe entenderse como una idea divulgativa que ilustra la importancia del vínculo emocional y la comunicación no verbal en las relaciones humanas.

Hay que tener en cuenta, además, que puede haber diferentes contextos culturales y personales. La forma de reír y la inclinación a hacerlo depende del humor, la timidez o la personalidad de cada uno. Una persona introvertida puede reír menos o de forma más contenida sin que eso implique baja inteligencia emocional. Además, no todo es sincronía, ya que en algunos casos, una risa espontánea y genuina puede favorecer la conexión, incluso si no sigue el ritmo de los demás.

Lo que dice la ciencia

Las investigaciones contemporáneas confirman que la risa es un lenguaje universal de conexión humana. Estudios han demostrado que compartirla activa el sistema de recompensa cerebral, libera endorfinas y favorece la cohesión social. Estos hallazgos respaldan la intuición que subyace al mito: la manera en que reímos puede decir mucho sobre cómo sentimos y cómo nos vinculamos. 

Claves para leer tu propia risa

Observar cómo reímos puede ofrecer una mirada interesante sobre nuestra sensibilidad emocional y nuestra manera de conectar con los demás. No se trata de un test ni de una herramienta de medición psicológica, sino de un ejercicio de autoconciencia que invita a reflexionar sobre cómo expresamos y compartimos nuestras emociones.

  • ¿Reímos en sintonía con los demás? Si sueles unirte a la risa de quienes te rodean casi al instante, es posible que poseas una fuerte capacidad de empatía. La risa compartida refleja sensibilidad hacia el estado emocional del grupo y una disposición natural a resonar con él.
  • ¿Tu risa se adapta al contexto? No reímos igual en una reunión profesional que en una charla entre amigos. Las personas emocionalmente inteligentes ajustan de manera espontánea la intensidad y el tono de su risa al entorno, demostrando flexibilidad y comprensión social.
  • ¿Tu risa contagia o genera conexión? Si cuando ríes logras que otros te acompañen con una sonrisa o una carcajada, probablemente estás proyectando una energía emocional positiva. La risa contagiosa crea vínculos, reduce tensiones y puede ser un signo de liderazgo emocional.
  • ¿Tu risa armoniza o rompe el ritmo? En ocasiones, una risa fuera de lugar o demasiado intensa puede alterar la dinámica del grupo. No implica falta de inteligencia emocional, pero sí puede ser una oportunidad para observar cómo sintonizas con el clima emocional de tu entorno.

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