¿Cuántas veces has mirado un producto en tu despensa y te has preguntado: “¿Esto se puede comer todavía?” La respuesta no siempre es tan sencilla como parece, porque en los envases encontramos dos tipos de fechas que no significan lo mismo: consumo preferente y caducidad. Confundirlas puede hacerte tirar comida en perfecto estado… o, al contrario, correr un riesgo para tu salud.
Fecha de consumo preferente: calidad, no seguridad
Cuando en un paquete ves la frase “consumir preferentemente antes de…”, no significa que a partir de ese día el alimento sea peligroso. Lo que quiere decir es que puede perder parte de sus cualidades originales: sabor, aroma, textura o color. En otras palabras, pasada esa fecha, el alimento sigue siendo seguro si se ha conservado correctamente, aunque tal vez ya no tenga el mismo crujiente, frescura o intensidad de sabor.
Ejemplos típicos: galletas, arroz, pasta seca, conservas, legumbres envasadas, café o bebidas enlatadas. Si han pasado unas semanas o incluso meses de la fecha de consumo preferente, lo más probable es que el producto siga siendo comestible. Solo revisa su aspecto, olor y sabor antes de decidir.
Fecha de caducidad: aquí no hay margen
La cosa cambia cuando aparece la frase “fecha de caducidad”. En este caso, hablamos de seguridad alimentaria. Significa que, pasada esa fecha, el alimento puede suponer un riesgo para tu salud, aunque huela o se vea bien. Esto ocurre en productos muy perecederos, donde pueden crecer bacterias peligrosas sin que lo notemos.
Ejemplos claros: carne fresca, pescado, productos lácteos refrigerados, platos preparados o ensaladas envasadas. Una vez sobrepasada la fecha de caducidad, lo más seguro es desechar el producto, incluso si parece en buen estado.
¿Por qué importa esta diferencia?
Según la Unión Europea, casi el 10 % del desperdicio alimentario en los hogares se debe a confundir estas dos etiquetas. Millones de kilos de comida terminan en la basura cada año solo porque no sabemos interpretarlas. Tenerlo claro no solo protege tu salud, sino que también te ayuda a ahorrar y a reducir el desperdicio.
Trucos para no equivocarte
Lee siempre bien la etiqueta: consumo preferente = calidad; caducidad = seguridad.
Confía en tus sentidos: en productos de consumo preferente, mira, huele y prueba un poco antes de tirarlos.
Organiza tu despensa y nevera: coloca delante lo que esté más próximo a vencer para consumirlo primero.
No abuses del “por si acaso”: muchas veces tiramos comida que aún es perfectamente comestible.