Parecía que la implosión del submarino Titán en junio de 2023, una tragedia que conmocionó al mundo, había puesto un punto final a las visitas turísticas a los restos del Titanic. Sin embargo, poco más de dos años después, el pecio más famoso del mundo vuelve a ser el objetivo de una expedición de alto riesgo, esta vez envuelta en el más absoluto secreto.
Un multimillonario "muy conocido" planea descender 3.800 metros hasta el lecho marino del Atlántico Norte en las próximas semanas, según ha revelado una fuente anónima de la industria de la exploración oceánica al diario New York Post. El objetivo: ser la primera persona en visitar el Titanic desde el desastre de OceanGate.
El plan secreto: más de 8 millones de euros por ser el primero
Los detalles de la misión se guardan con total hermetismo, pero los rumores circulan con fuerza en la élite de la exploración submarina. "Lo que puedo decir es que es un multimillonario", afirmó la fuente al New York Post. "Bajar allí costará 10 millones de dólares (8.623.000 euros). Reconocerías su nombre".
Según esta misma fuente, el magnate quiere que su viaje tenga un gran impacto mediático: "Querrá anunciar que es la primera persona en ir al Titanic desde la tragedia". Esta noticia ha desatado todo tipo de especulaciones en redes sociales, donde usuarios en X (antes Twitter) han propuesto nombres como Elon Musk, Jeff Bezos o el empresario estadounidense Larry Connor.
La sombra del Titán: una tragedia "totalmente evitable"
Esta nueva aventura se produce bajo la imborrable sombra del desastre del Titán, que implosionó a menos de dos horas de iniciar su descenso, causando la muerte instantánea de sus cinco pasajeros, incluido el CEO de OceanGate, Stockton Rush.
Tras la tragedia, salieron a la luz graves negligencias. Un informe de la Guardia Costera de Estados Unidos, publicado a principios de este mes, concluyó que el submarino implosionó porque su casco de presión estaba hecho principalmente de fibra de vidrio, en lugar del titanio que se usa tradicionalmente. Además, la nave carecía de certificaciones de seguridad y, como se supo entonces, se manejaba con un mando similar al de una videoconsola. Expertos del sector, como Patrick Lahey, CEO de Triton Submarines, calificaron la tragedia como "totalmente evitable" y criticaron los "métodos experimentales" de OceanGate.
Cambiar la narrativa: la misión de los nuevos exploradores
Precisamente, figuras como Lahey buscan ahora "cambiar la narrativa" y restaurar la confianza en la exploración submarina. Su empresa, Triton Submarines, está construyendo un sumergible de 20 millones de dólares (18,5 millones de euros) diseñado específicamente para alcanzar el Titanic de forma segura, el cual pasará por todas las certificaciones que el Titán eludió.
El empresario Larry Connor, un multimillonario del sector inmobiliario, ya anunció hace un año su intención de bajar al Titanic junto a Lahey, pero con una condición clave: solo lo harían cuando el nuevo submarino estuviera completamente certificado por una organización marina.
¿Por qué fascina tanto el Titanic a los millonarios?
La fascinación por el pecio parece inextinguible, a pesar de los peligros. "La gente quiere ir allí por la misma razón que quiere escalar el Monte Everest", explicó Patrick Lahey al New York Post, destacando que el Titanic, además de su valor histórico, es un arrecife cubierto de vida marina y coral blando.
Sin embargo, el riesgo es real. Victor Vescovo, un comandante retirado de la Marina de EE. UU. que ha pilotado sumergibles quince veces al fondo del océano, calificó una inmersión al Titanic como "la más peligrosa que he hecho". En declaraciones al Post, advirtió sobre los "peligros de enredo y atrapamiento" debido a los cables y restos del naufragio.
Pero el atractivo emocional es inmenso. El cazador de tesoros Carl Allen relató al mismo diario la experiencia de un arqueólogo que visitó el pecio: "Una de las cosas que siempre le emociona son los zapatos. Están en la cubierta. Ves los pares y empiezas a preguntarte quién los llevaba puestos".
Ahora, el mundo observa con atención. Esta nueva expedición no solo se enfrentará a las implacables presiones del océano, sino también al escrutinio de una opinión pública que no ha olvidado la lección del Titán. La pregunta es si será el comienzo de una nueva era de exploración responsable o la repetición de una arriesgada búsqueda de gloria.