Una de las primeras veces que vimos a Pilar Soto en televisión fue de la mano de Ramón García en 1999 con el programa del verano: El Grand Prix. Allí, la joven actriz y presentadora era la encargada de explicar en qué consistirían las pruebas seleccionadas para el programa de esa semana. Su personalidad risueña y su gran habilidad ante la cámara conquistaron al público y la catapultaron a la fama. Sin embargo, la presión mediática y problemas con la alimentación hicieron que se retirara de la pequeña pantalla. En 2014, durante un Sálvame Deluxe, fue la última vez que la vimos, hasta hoy. Este jueves 18 de diciembre, una Pilar más fuerte que nunca se ha sentado con Sonsoles Ónega para contar, de primera mano, su historia.
Su paso por el reality de La Isla de los Famosos (2003) supuso un punto de inflexión para Pilar. Tal y como cuenta, tras salir de una de las galas del programa, perdió el conocimiento mientras volvía a su casa. "Lo siguiente que recuerdo es estar con tubos en el Hospital La Princesa de Madrid", explica, agradeciendo la ágil acción de dirigirse directamente a urgencias y, así "salvarme la vida". La presentadora, que trabajó también con Jesús Vázquez o Laura Valenzuela, recuerda que esa ocasión no fue la primera vez que acudió al hospital. "Ese año había ingresado en el hospital 82 veces, por urgencia", ha indicado la actriz antes de ser interrumpida por una sorprendida (y preocupada) Sonsoles, quien ha preguntado, alarmada, como es que, en su caso, nadie de su entorno le hizo parar antes de llegar a ese límite.
"Hay gente que sabía que me estaba medicando", ha respondido Pilar, quien ha especificado que, la única persona que se mostró en contra de su participación en el reality fue uno de los integrantes del equipo médico. "Esto no se puede hacer, vamos a ver una muerte en directo", recuerda las palabras del profesional sanitario, quien advirtió del peligro que supondría dejar el tratamiento de forma tan inminente.
Rozar la muerte
Pilar ha explicado que, a raíz de una noche en el hospital, cuando le detectaron un tumor, algo en ella cambió. A pesar de que siempre había sido muy espiritual, nunca había sentido ese impulso de conectar con la fe tan intensamente. "Intenté con el yoga, con el budismo...", explica, subrayando que su interés por lo divino nunca flaqueó. Fue en ese momento cuando tuvo una "revelación", cuando los médicos lamentaron no poder hacer más.
"Intenté gritar, intenté mover las piernas, pero mi cuerpo no funcionaba ya. Oía mi corazón, como una máquina, se estaba apagando", recuerda Pilar, asegurando que "igual que una mujer sabe que tiene vida en su vientre, el ser humano sabe que se está muriendo". "Yo sabía que era el final", ha declarado, describiendo como un "momento de vértigo" y pánico esos instantes.
Su refugio
"Cerré los ojos, y recé. Comencé a rezar", ha explicado. "Llamé a quien tenía que llamar y vi con los ojos de mi alma", confiesa Pilar, explicando que, en ese momento "vi a nuestro señor Jesucristo". "Lo vi muerto, en una cruz", indica, subrayando que "esa imagen, ese impacto, cuando yo lo vi, con la cabeza inclinada, lo primero que nació de mi no fue un socorro, fue un perdón".
Recuerda, visiblemente emocionada, que en ese instante le suplicó "vivir para demostrar que todo lo que se hace con amor siempre tiene sentido". "Que el amor es más fuerte que el odio, y que no me canse yo nunca de amar ni de demostrar al mundo entero cuanto te amo", continua.
Tras esto, Pilar explica que fue un proceso duro. "Me costó salir", indica, con lágrimas en los ojos al recordar esa época tan difícil, con "muchas noches sin dormir, y años, y mucho sufrimiento, pero aquí estoy", concluye. Ahora, predica su fe siempre que puede y muestra su agradecimiento todos los días en misa. "A mí, precisamente por la bulimia, yo alimento tanto mi cuerpo como mi alma", indica, subrayando que "toda mi vida gira en torno a la eucaristía diaria".












