Lady Gaga ha vuelto a demostrar que detrás de la artista deslumbrante y de la diva de los escenarios late una mujer que no teme mostrar sus fragilidades. En una entrevista concedida a la revista Rolling Stone, la cantante y actriz ha confesado que rodó la película Ha nacido una estrella mientras estaba bajo tratamiento con litio, un fármaco utilizado como estabilizador del estado de ánimo en casos de trastornos bipolares y depresiones resistentes.“Grabé 'Ha nacido una estrella' mientras tomaba litio”, ha declarado, reconociendo que aquel periodo fue tan brillante en lo profesional como devastador en lo personal.
La artista, que hoy arrasa con su gira mundial The MAYHEM Ball —con la que acaba de ofrecer tres conciertos multitudinarios en Barcelona— ha querido abrirse sobre un capítulo que hasta ahora había mantenido en silencio. Con ello muestra la cara menos visible del éxito y el esfuerzo titánico que supone sostener una carrera de vértigo mientras se lidia con la vulnerabilidad emocional. “Me derrumbé por completo. Fue realmente aterrador”, ha explicado, recordando que tras el rodaje de la película con la que debutó en la gran pantalla sufrió un brote psicótico que la obligó a ingresar en un hospital.
El precio del éxito
La película dirigida y protagonizada por Bradley Cooper se estrenó en 2018 y supuso un antes y un después en la carrera de Gaga. Su interpretación de Ally, una joven cantante que lucha por abrirse camino, le valió una nominación al Óscar como mejor actriz y la estatuilla a la mejor canción original por Shallow, el tema central compuesto por ella. Además, en aquella época, la cantante también fue la encargada de amenizar el show del Halftime de la Super Bowl de 2017. Así que mientras el mundo celebraba su talento, Gaga atravesaba un momento personal de enorme fragilidad. “Un día mi hermana me dijo: ‘Ya no veo a mi hermana’”, ha relatado en la entrevista, en alusión al deterioro que sufrió durante la gira Joanne World Tour, que se vio obligada a cancelar.
“Un día me ingresé en el hospital para recibir atención psiquiátrica. Necesitaba un respiro. No podía hacer nada... Me derrumbé por completo. Fue realmente aterrador. Hubo un momento en que pensé que no podría recuperarme…”, reconoce sincera. Su relato pone de manifiesto el coste humano que puede tener la entrega absoluta al arte. Por eso, confiesa sentirse “afortunada de estar viva. Sé que puede sonar dramático, pero sabemos cómo puede terminar esto”, ha asegurado en dicha publicación, subrayando que la atención psiquiátrica fue clave para superar aquella oscura etapa.
El contraste entre la imagen pública y la realidad íntima de la artista es uno de los aspectos más conmovedores de su confesión. Mientras el público la veía brillar en la alfombra roja y conquistar escenarios, ella lidiaba con la confusión entre personaje y persona. “La película abrió una herida que me llevó a buscar atención psiquiátrica”, ha reconocido.
Este testimonio se suma a la larga trayectoria de Gaga como defensora de la salud mental. A lo largo de los años, la intérprete de Bad Romance y otros grandes éxitos ha hablado de sus luchas con la ansiedad y el trauma, convirtiéndose en una voz influyente para quienes atraviesan situaciones similares. Hay que recordar que la cantante ya desveló en 2020 su diagnóstico, expresando que también sufría de esquizofrenia.
El presente: una gira triunfal
Hoy la historia es muy distinta. A sus 39 años, Lady Gaga atraviesa uno de los momentos más sólidos y exitosos de su carrera. Tras sus pinitos en el cine con papeles como Patrizia Reggiani en La casa Gucci (2021) o su atrevida Harley Quinn en Joker: Folie à Deux, confirmando su versatilidad, ahora está volcada en la música.
Su gira mundial agota entradas en cada ciudad y su reciente actuación en Barcelona, donde ofreció tres conciertos, fue recibida con entusiasmo por miles de fans que corearon cada uno de sus éxitos. En Londres, el pasado septiembre, llenó el O2 Arena con un espectáculo que confirmó, una vez más, su estatus de icono global.
La confesión sobre los años más oscuros de su vida llega, por tanto, en un momento de plenitud artística pero también personal. Gaga ha encontrado la estabilidad junto a su prometido, el empresario Michael Polanski, quien —como ella misma ha reconocido— la ve como Stefani, su verdadero yo: “Estar enamorada de alguien que se preocupa por mi auténtico ser marcó una gran diferencia”, ha confesado recientemente. Ese amor sereno refuerza el mensaje de resiliencia que transmite hoy la artista, que no oculta las cicatrices de su pasado, sino que las convierte en parte de una narrativa de superación que inspira a millones.
Enamorada y comprometida, su vida es otra. Admite que aún toma medicación, aunque asegura que ya no tanta como antes. Sus planes inmediatos pasan por casarse con Polanski, sin grandes fastos ni una boda multitudinaria, y por cumplir uno de sus sueños más íntimos: ser madre. Una faceta nueva de sí misma que está deseando descubrir y que, según confiesa, le ilusiona tanto como cualquier premio o gira mundial.














