Ruth Lorenzo, de 42 años, ha acudido al plató de Y ahora Sonsoles para mantener una conversación íntima con Sonsoles Ónega. La intérprete se ha mostrado espontánea mientras hacía balance de su carrera. A lo largo de la entrevista, ha recordado éxitos y desafíos vividos sobre el escenario y, además, no ha tenido reparo en abordar cuestiones muy personales relacionadas con su salud y la convivencia con la enfermedad que padece desde hace muchos años.
La presentadora lo expresó con una frase muy directa: “Tú fuiste muy valiente al compartir con todo el mundo tu trastorno con la alimentación”. La artista contó que comenzó a tener problemas con la alimentación cuando tenía unos nueve años y que convivió con ellos en silencio hasta la adolescencia. La separación de sus padres supuso un punto de inflexión que le dejó un profundo vacío emocional. Además, este vacío aumentó cuando tuvo que abandonar la casa en la que había crecido. También, reconoció que aquella etapa la llevó incluso a autolesionarse.
La intérprete de Dancing in the Rain destacaba la importancia de proteger a la infancia en estos temas porque considera que los menores son mucho más vulnerables que el resto de personas. “La inocencia intacta que puede tener un niño con la exposición de este mundo tan cruel que hemos construido, creo que genera un choque muy grande”, aseguró. Reconoció que a veces, aunque el cuerpo te indique que algo no está bien, el miedo te impide enfrentarte a los problemas. En sus propias palabras, “siempre sabes que hay un problema, pero lo intentas evitar”.
Además, Ruth reveló a Sonsoles Ónega cuál fue el momento que marcó un antes y un después en su relación con la enfermedad. Explicó que siempre ha creído en la importancia de hablar abiertamente de estos temas para que otras personas puedan sentirse identificadas. En su caso, escuchar el testimonio, a los 16 años, de Espido Freire en televisión le ayudó: se sintió menos aislada y comprendió que no era la única atravesando ese proceso.
Finalmente, la artista quiso recalcar la importancia de pedir ayuda, de no quedarse con ese sufrimiento para uno mismo, porque a largo plazo el dolor que se puede llegar a desarrollar es mucho más perjudicial y las consecuencias pueden llegar a ser muy negativas. “Siempre hay una salida. No pienses nunca que te vas a quedar ahí. Al final aprendes que esa relación con la comida es lo visible, pero hay mucho detrás que es lo que hay que tratar. Este trastorno es como la guinda del pastel y es muy importante darle visibilidad”.







