Mary-Claire King, de 79 años, pionera en genética y una de las grandes referentes de la investigación médica moderna, ha sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias. Su trabajo permitió identificar el gen BRCA1, clave para entender la predisposición hereditaria al cáncer de mama y de ovario, un hallazgo que cambió para siempre la lucha contra esta enfermedad.
Su hallazgo marcó un antes y un después en la comprensión del cáncer, al demostrar que esta compleja enfermedad podía tener un origen genético. Desde entonces, la investigación de esta y otras patologías poco frecuentes, como la enfermedad de Huntington o la fibrosis quística, se aborda con una nueva perspectiva que ha transformado su estudio y tratamiento.
La científica también ha desempeñado un papel fundamental en el uso de la genética como herramienta para la defensa de los derechos humanos. Su trabajo permitió identificar a personas desaparecidas y a sus descendientes tras la dictadura argentina mediante el llamado “índice de abuelidad”. Además, colaboró con las abuelas argentinas de desaparecidos en la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos, la primera institución del país dedicada a conservar de forma sistemática información genética para futuras identificaciones.
Su historia
Mary-Claire King nació el 27 de febrero de 1946 en las afueras de Chicago, Estados Unidos, en el seno de una familia formada por Harvey W. King, empleado del departamento de personal de la Standard Oil of Indiana, y Clarice King. Con el paso de los años, se consolidó como una de las grandes expertas en genética humana. Se desarrolló profesionalmente como profesora en la Universidad de Washington, y su trayectoria destaca por sus importantes aportaciones científicas dentro y fuera de su país.
En una entrevista ofrecida en Blog Q&A de la Breast Cancer Research Foundation el 1 de julio de 2014, Mary-Claire King ya mostraba que su interés por las matemáticas viene desde su infancia: «Desde que era una niña he disfrutado con las matemáticas». Además, profundizaba en su curiosidad por el estudio del cáncer. Explicó que el gran reto consistía en comprender por qué algunas familias resultaban especialmente afectadas por el cáncer de mama. A partir de entonces, confesó, nunca dejó de investigar en ese campo. Su objetivo era identificar los genes que provocaban una predisposición hereditaria a desarrollar la enfermedad y determinar qué factores no genéticos influían en su manifestación.