“Laura Ponte, l'enigmatica modella spagnola 52enne che ha sfilato per Versace”; “La modella ex reale di sguardo misterioso”; “Una spagnola, regina di Dario Vitale”...La prensa italiana se ha rendido a sus stilettos. Y tiene gracia porque Laura Ponte piensa que allí, al otro lado de los Alpes, no la conoce ni el Tato.
“Pues, cariño, no es verdad. No solo te conocen, sino que te admiran, Laura”. Quizás sea eso lo que le pasa a esta modelo, que no se lo cree o que no se logra acostumbrar al éxito, a que la conozcan, a ser una estrella cuando paradójicamente así es.
Junto a Claudia Schiffer, Naomi Campbell, Elle Mcpherson, Carla Bruni o Linda Evangelista, fue una de las super tops de la moda de los 90s cuando, ya sabes, en ese momento de la Historia, el planeta de la moda lo dominaban mujeres colosales que trascendía los diseños que llevaban puestos para convertirse en sueños estéticos para la posteridad. Laura llegó a ser una de las mejor pagadas, por no decir la mejor, de las pasarelas.
De Nueva York a París. Del prêt-à-porter y de la alta costura. Sin mencionar la fotografía… Sin embargo, a ella, eso de ser el foco de todas las miradas, pffffff. No se sentía cómoda… Y aunque no dejó de trabajar nunca, prefirió hacerlo desde la esfera indie. Como cuando la típica star de Hollywood se da un respiro y protagoniza una obra de teatro del Off Broadway para poder sentirse al suo proprio agio... Pues ella, igual, pero instalándose allí (casi) para siempre.
Hoy, a sus 52, esa Laura Ponte outsider sigue estando. Cómo no va a estar… Pero, eso sí, ha domado miedos y rarezas. O que quizás esos miedos y rarezas, hoy son el material a partir del cual construyen sus colecciones los nuevos gurús de la moda, jóvenes diseñadores que ven —y aprecian— en ella ese aura atípica, extraña, misteriosa, poliédrica… que solo una mujer como ella, que ya está a vuelta de todo, puede ofrecerles.
Que tampoco está a vuelta de todo, ojo, solo que ha relajado y ha descubierto que el trabajo de cada día es un regalo, que el trabajo es su mejor terapia y que el trabajo puede ser un juego y en ese juego, puede transformarse: ser grunge, porque ella tira a grunge, pero también ser una sciura milanesa. O lo que es lo mismo, una señora bien como Dios manda, que es como se llama a esos mujerones cardados que pueblan los salones de té en Italia, pero que también puedes ver en cualquier otra parte del mundo con perlones de pellizco en las orejas y grecas —de Versace obviamente—, en sus puños de seda en las muñecas. Levantamos el teléfono:
¿Laura?
Me pillas comiéndome un pincho de tortilla de patatas. Mmmmm Qué rico.
Ay, por Dios, perdóname Laura, que es la hora de comer…
En realidad, cualquier otro día, me habrías pillado bien, que yo soy de comer a las 12:30/13:00. Soy muy europea. Como no soy de desayunar... tengo hambre ya a estas horas. Pero bueno, esta mañana he estado un poquito liadita.
Claro, como que de repente, te veo en Milán, en Barcelona, en París…
(Risas) Ya… Qué maravilla. Como si nunca lo hubiera hecho. Pero ¿sabes qué? Que mi sensación, siempre, es como si fuera la primera vez.
De hecho, como si nunca hubieras desfilado para Versace….
Que te quedaste loco cuando me viste de señora (risas)
No, pero me chifló volverte a ver subida a una pasarela.
Como siempre digo, yo nunca he dejado de trabajar. Solo que ¿Qué pasa? Que unos nombres suenan más que otros. Y Versace y Milán…
"Como siempre digo, yo nunca he dejado de trabajar. Solo que ¿Qué pasa? Que unos nombres suenan más que otros. Y Versace y Milán…"
Es mucho, Laura.
Y que es cierto que hacía mucho tiempo que no me veías en pasarela que, ya sabes, no es de lo que más me gusta… Pero como había hecho ya la campaña de Versace, como conocía al equipo y habían sido tan monos y tan cariñosos… como que decidí ir. Y que, allí, en Milán no me conoce ni el tato.
Venga hombre, ¿Cómo va a ser?
Que sí, que sí. Que es verdad y que esa sensación además es muy agradable. A mí, mira que me han llamado a veces amigos, diseñadores... de aquí, claro, y siempre he dicho que no, porque aquí, en España, la sensación es que va por delante el personaje “Laura Ponte” y luego el oficio. Sin embargo, cuando trabajo fuera, la sensación es de que nadie me va a preguntar qué hago aquí, por qué estoy aquí, si he vuelto, si no he vuelto. Me siento mucho menos observada. De hecho, fíjate, a quien debieras entrevistar es a la española que abrió el desfile y que era su primera vez.
Mira que eres, Laura… Pero ya lo hemos hecho en ¡HOLA! también y esta entrevista es tuya. A mi me gustas que me contaras por qué dices que en Milán no te conoce ni el Tato cuando tu has sido una super top de los 90s que eso en Milán, con Versace además, fue un hito en la historia de la semana de la moda.
Pues porque es verdad. O sea, el público de los desfiles, pues no es como aquí, no sé. Yo allí hacía una salida más y no por ser Laura Ponte sino por modelo. Y el sitio era maravilloso. La pinacoteca de Brera que es una belleza increíble, y desfilábamos por salas donde, de repente, solo había sentadas tres o cuatro personas. Es mucho menos intimidante que aquí, por ejemplo, cuando la industria es gordísima en cambio…
Por las gradas o porque la gente en Milán no te considera famosa, ¿no?
En Milán, me conocen los estilistas, los diseñadores… pero no soy una persona… ¿relevante? No es tanto el personaje como un trabajo, puro y duro. Y lo que te decía antes, que digo: "Jod*, yo no he dejado de trabajar". Es verdad que ahora trabajo más fuera otra vez, porque he dicho que “sí”, mientras que he estado años diciendo que “no”. Creía quizás que mi lugar era mi casita, mi orden y mi familia. Y ahora, que los niños ya están un poquito más creciditos, que hasta celebran que me vaya (risas) era el momento. Fíjate lo que te digo, que me dicen: "Mamá, ¡aprovecha! Con lo que te gustan a ti las camas y las sábanas de hotel…" (risas)
Y porque tú también lo vives como si fuera la primera vez, claro.
Porque la vida es una fantasía y porque cada día realmente es nuevo, es una primera vez. Si lo viéramos así, lo celebraríamos más.
¿Y por qué Laura, ahora has dicho: "Mira, pues ahora me apetece y antes no, antes me quedo en casa"?
Porque los niños se han hecho mayores. Y dices: "¿Qué coñ* hago en casa?". Y porque, te diré, de los 25 a los 45, no existes como mujer. Parece que la sociedad decide que te vas a dedicar a la crianza, que eres madre, no mujer y madre, sino, solo madre. Y eso no se representa en el mundo de la moda. Es como si desaparecieras… También porque en la moda se justifica la energía de la juventud, de la belleza… Todo eso. Pero parece que ahora, de repente, se celebran las señoras que admiten que ya ya tienen años, o lo bien que estamos ya a partir de los 45 años...
Eso es superinnovador.
Sí, la inclusión, que ya forma parte de la rueda…
Antes, recuerda, con más de 30 eras una señora mayor para la pasarela… Ahora, ya no.
Total. Es verdad. Pero… Fijate en ese vacío a nivel profesional. No te hablo ya solo de desfiles… En general, a nivel campañas, hay una especie de vacío cuando cumples 30, en donde no te preguntan qué cosas vas a hacer, sino cuándo vas a ser madre o cómo es la familia que has formado…
Pero Laura, tú no has parado…
No, no, no. No he parado. Pero había menos oportunidades.Y también es verdad que yo estaba en otros procesos vitales, en un impass de… no me apetecía... Me apetecía hacer cosas aquí con gente muy familiar, que ya conocía, o que me resultaban como un regalo dentro de mi rutina: las novias, las joyas… O que me tomaba como unas vacaciones de mi rutina.
Y no llevar a los niños al colegio, al menos, un día, ¿no?
Exacto. Ahora, en cambio, cuando digo: "Qué bien, que va a estar todo el fin de semana en casa con vosotros", me dicen: "Pues no estamos (risas)"
"En general, a nivel campañas, hay una especie de vacío cuando cumples 30, en donde no te preguntan qué cosas vas a hacer, sino cuándo vas a ser madre o cómo es la familia que has formado…"
Oye y qué tal Darío Vitale, el nuevo director creativo de Donatella Versace, debe de ser super jovencito ¿no?
Ay, mira, es un amor de ser.
Sí, ¿no?
Un amor. Nada más llegar, yo dije: "Pero qué belleza de lugar." Y mira sí tenía un follón de día, que él personalmente se ocupó de mí… "Te llevo a ver el Caravaggio”, que hay, un Caravaggio precioso en Brera… ¿Sabes? Es dulce, cariñoso, modesto.
¿No le conocías aún?
No, porque la sesión de fotos la hice con su equipo, en París. Pero no sabes qué dulce. Y luego, el chico que hace los zapatos de caballero, que también es español: Surco, encantador. Ya sabes, que yo que llego a los sitios y ya de repente me encuentro con amiguitos.
Tiene gracia tu reencuentro con Versace 30 años después de ser la supertop de los 90’s
Sí… Entonces hice la campaña de Versace Sport. Y desfilé para Versus.
¿Y para Gianni?
¿Yo? ¿Versace? Con la vergüenza que me daba a mí caminar antes. Yo llegaba a los castings, que muchas veces tenía opciones como primera opción súper fuerte y, luego, me veían y me cancelaban (risas) porque cuando tengo que ser yo, nada… Ahora, si me mandan posar y me pone un "Luces, acción" es cuando todo funciona.
Tienes que interpretar el personaje.
Exacto. Si tengo que ser yo, mal (risas).
Pues me divierte mucho más porque entonces, tu reencuentro con Versace se ha producido en un momento entonces en el que la moda encaja más con tu personalidad. O que la estética o tu forma de ser o de sentir la moda es la que hoy rige la moda en general. La moda hoy es más tú.
Pues eso me encantaría, porque mira, antes, cuando trabajaba más, me acuerdo el día antes, estaba agobiada pensando: "No les voy a gustar. Me van a ver y no les voy a gustar", con una inseguridad tremenda. Y eso ha cambiado. Ahora digo: "Mira, si ellos me han traído ellos es porque quieren, porque yo no he pedido a nadie que por favor me traiga…." (risas). Como que ha cambiado completamente mi relación conmigo misma. Y ahora, lo que me encuentro es gente amable, cariñosa, buena, dulce. En realidad, creo que es que tú creas. Te lo juro. La realidad en la que tú vives, por la que tú luchas y la que defiendes, eso es lo que, después, tú te encuentras. Antes también me encontraba gente agradable, pero mi relación era distinta. Era como: "Yo no pinto nada aquí… Yo ¿qué hago yo aquí?" Como que no le encontraba sentido al trabajo. Y ahora lo disfruto tanto….
Te sentías como más una extraña en el paraíso.
Sí, sí. Y ahora digo: "Mira, soy parte de esta humanidad preciosa, distinta, única y especial", que es lo que tiene todo ser humano, que cada ser humano es inimitable, aunque pretendan convertirnos en rebaños.
Todos somos diferentes y únicos, pero también nos uniformizan, Laura
Pero yo soy de las que defienden la particularidad de cada uno, siempre. Y creo que, de alguna manera, el mundo va a eso.
Mmmmm
Hay dos corrientes muy fuertes, sí. Defender la autenticidad y la verdad de cada uno, la que cada uno quiera mostrar y en la que cada uno se sienta cómodo. Y luego, esos otros mundos en los que, por un lado funciona más el artificio, que también hay un lugar para todo, y el que va hacia el tono uniforme… más gris.
"Yo soy de las que defienden la particularidad de cada uno, siempre"
Pero es muy guay que, por fin, en tu mundo, ese que tú veías desde fuera, ahora, dentro, estés cómoda.
Porque creo que ahora hay mucha más rotación de talento. Hoy en día, gracias a las redes y a la comunicación que tenemos, podemos descubrir talento en el pueblo más recóndito del planeta. Y la rotación de gente no es como era antes, que solo llegaba o tenía la oportunidad muy poquita gente para poder comunicar su maestría.
Los canales se han multiplicado…
Claro. Hoy hay más gente que tiene la oportunidad, con lo cual el talento rota más. Eso también lleva a que no te regalen la permanencia en el star system, ¿sabes? Y eso también cambia un poquito tu manera de trabajar y de ver las cosas o de aprovechar el momento en el que la vida te da la oportunidad. Ya no pueden endiosarte, ya no eres el único que puede llegar… E incluso hay distintas formas de ver la belleza y distintas estéticas de la belleza.
Porque somos menos prejuiciosos, porque estamos más abiertos a otras cosas, porque la gente está más viajada…
Yo creo que la gente tiene más independencia, aunque a veces parezca que no, porque por otro lado, todo está muy polarizado... como si hubiera una especie de fuerzas extrañas que lo único que hacen es provocar más polarización por un lado, o que agrupan por otro... Yo estoy más por el lado del que agrupa. Algo así como: vamos a hacer equipo para que podamos vivir en nuestra independencia.
Ahora Laura, ¿te vamos a ver más en la pasarela?
No creo (risas). La dejé en los 2000 porque no lo disfrutaba. De verdad, pasaba mucha vergüenza (risas)... Tengo la sensación de que siempre he sido más persona que modelo...
Pero tu trabajo sí te gusta…
De hecho, lo que me gusta de mi trabajo es eso, transformarme. Obviamente mi carácter está, mi parte salvaje, mi parte sofisticada, mi parte juguetona… Y todo eso lo saco cuando hago fotos. Lo que sí que veo es que cada vez hay más coherencia en los trabajos para los que me llaman. Veo que el estilo de ropa que me ponen es muy coherente conmigo.
Que a lo mejor antes ¿no? Que no te veías tú vestida como Naomi Campbell, ¿o qué?
No, pero cuando me toca también lo disfruto. Me divierte. Busco esa parta de mí y la encuentro sin problemas (risas) últimamente, que he hecho muchas fotos grunge, porque yo soy un poco grunge, de repente, me gusta todo lo contrario e ir perfecta. Hace muy poco lo pedí: "Oye, por favor, quiero unas fotos como con el pelo muy hecho, un poco de make up super y muy muy producida" (risas), porque también me gusta. Me divierte rollo “ahora, soy Maléfica con tacón de aguja” porque la mayoría de las veces me ven y dicen "ésta, nada, sin maquillar, sin peinar, sin retocar." Y digo: "Hombre, un poquito de artificio”. Me gusta el juego. Este trabajo lo que me permite es hacer el ridículo. Expresar mi cuerpo sin miedo al juicio.
Y entiendo que eso te es más fácil hacerlo fuera de España… Por el titular…
Un poco sí, aunque me da igual… porque no es lo mismo "Oye, esta modelo está aquí enseñando la braga y está haciendo el pino puente". Que es Laura Ponte la que enseña la braga… Pero bueno, oye, yo estoy feliz y doy gracias todos los días a la gente que me llama y reconoce mi trabajo. Ha sido la mejor terapia que he tenido en mi vida: mi trabajo. Que yo iba por la calle y decía: "Por favor, que nadie sepa quién soy."
No me lo puedo creer y me lo creo al mismo tiempo…
Una terapia tan buena y tan sana… Tengo que dar gracias. Porque si no es por la gente a la que le guste mi trabajo, no seguiría trabajando. Y trabajando, quiero divertirme. Ya, lo único que me importa es reírme un rato, te lo digo la verdad. Y pasar un rato agradable con gente, compartir la vida con gente que no conozco de nada y de repente decir ¿Cuándo quedamos?
Eso te iba a decir. ¿Cuándo?
Haz un chat y organizamos.
Ea.