Barack y Michelle Obama se daban el 'sí, quiero' el 3 de octubre de 1992. Una fecha muy significativa que los propios protagonistas siempre han celebrado, pero que este año, después de los contantes rumores de crisis que amenazaban su estabilidad, cobra mayor relevancia.
Este 2025 no ha sido un año fácil para el expresidente de Estados Unidos y su esposa, que han visto como su vida privada estaba en boca de todos. Los comentarios sobre una posible separación se acrecentaron tras la aparición de Barack solo, primero, en el funeral de Jimmy Carter, y después, en la investidura de Donald Trump. Discretos y alejados siempre del escrutinio público, fueron ellos mismos los que zanjaron los rumores. "Michelle me trajo de vuelta, estuve un tiempo en la cuerda floja", afirmaba rotundo el político en IMO (In My Opinion), el pódcast que Michelle conduce junto a su hermano, Craig Robinson. Una declaración de amor tan rotunda, que tuvo la respuesta inmediata de su esposa, “Hemos pasado por momentos muy difíciles. Pero también nos hemos divertido mucho, hemos vivido grandes aventuras, y me he convertido en una mejor persona gracias al hombre con el que estoy casada", añadía.
Además, de estas declaraciones públicas, el matrimonio disfrutó de un verano inolvidable en Italia a bordo del megayate de lujo de Steven Spielberg. Unas vacaciones que dinamitaron definitivamente con cualquier especulación sobre una separación y que pusieron en relieve que la pareja continúa unida. Su vida dio un giro radical tras abandonar la Casa Blanca en 2017, para entonces tanto Barack como Michelle decidieron alejarse todo lo posible de los focos, reservando su faceta familiar para la intimidad.
Su historia de amor
La relación del matrimonio Obama, uno de los más influyentes en el mundo, cumple 33 años. Más de tres décadas juntos, en los que Michelle siempre ha sido la fiel escudera de su marido, sobre todo durante su etapa como Presidente de los Estados Unidos (de 2009 a 2017). Sin embargo, la historia comenzó al revés.
Michelle y Barack se conocieron en 1989 en Chicago, cuando ambos trabajaban en el prestigioso bufete Sidley & Austin. Ella, de 25 años, era una prometedora abogada, asociada júnior de esa firma, y se convirtió en la mentora de su futuro marido, de 27. Pronto se dieron cuenta de todo lo que tenían en común, ambos eran afroamericanos, habían estudiado en Harvard y estaban labrándose una gran carrera, sin embargo, como trabajan juntos, decidieron ser cautos en su relación.
Todo cambió una calurosa tarde de verano, cuando, al poner fin a la jornada laboral, ambos fueron juntos a tomar un helado, con una conversación animada acabaron dándose el primer beso, y desde ese momento se han vuelto inseparables, tanto en los buenos como en los malos momentos. Tras varias citas y tres años de noviazgo, decidieron formalizar lo suyo y se casaron en 1992. Fruto de su matrimonio nacieron Malia, de 27 años, y Sasha, de 24.
Declaraciones cruzadas
El matrimonio no ha tenido pudor en hablar públicamente de sus retos como pareja, así como también de los baches que han atravesado. “A lo largo de mi vida adulta, he vivido en varios lugares, pero, en mi opinión, solo he tenido un hogar de verdad. Mi hogar es mi familia. Mi hogar es Barack”, escribe Michelle en sus memorias, tituladas Con luz propia. Durante sus páginas, la ex Primera Dama se confiesa y dedica a su marido numerosas palabras llenas de respeto, amor y admiración, claves en el éxito de su pareja. "Nuestro amor no es perfecto, pero es real y estamos comprometidos con él. Esta certeza en particular está presente como un piano de cola en mitad de cualquier habitación en la que entremos. En muchos sentidos, mi marido y yo somos muy distintos. Él es un noctámbulo al que le gustan las actividades solitarias. Yo soy madrugadora y me encantan las habitaciones llenas de gente", relata a continuación.
Por su parte, el expresidente de los Estados Unidos, explicaba durante una charla con Steven Tepper, presidente del Hamilton College, que tras abandonar la Casa Blanca se volcó en su familia, devolviéndoles el tiempo perdido. "Estaba en deuda con mi mujer”, decía tajante. En esta misma conversación, el político revelaba que desde que abandonó los deberes asociados a su cargo, su objetivo ha sido recuperar la normalidad y compensar a su esposa, pasando mayor tiempo de calidad junto a ella. “He intentado salir de ese agujero haciendo cosas divertidas de vez en cuando”.