Acaba de finalizar uno de los veranos más intensos de su vida. No solo porque Belén Rueda no ha parado de trabajar, sino porque también ha celebrado el día más feliz de su hija, Belén Écija: su boda con el asesor financiero Jaime Sánchez, celebrada el pasado junio en Menorca, tras seis años de relación. En el reciente estreno de El cautivo, la película de Alejandro Amenábar, preguntamos a la intérprete por las emociones que tuvo en la celebración, pero también por la relación que tiene con su hija y por cómo es trabajar con ella. Ojo, que ya nos avisa de que Belén Écija "viene con sus decisiones tomadas" a los rodajes y que le ha llevado la batuta.
—Siendo una de las actrices que mejor ha conectado con Alejandro, supongo que te era imposible faltar al estreno de El cautivo.
—Sí. De hecho, hoy empezaba un proyecto nuevo y pedí hacerlo otro día, porque quería ver la película. Además, Alejandro lleva mucho tiempo hablando de este proyecto y está entusiasmado.
—Lo digo porque trabajaste con Alejandro en Mar adentro y los dos lograsteis un tándem perfecto. No solo te llevaste tú el Goya a 'Mejor Actriz Secundaria', sino que la película sigue siendo la más galardonada en la historia de los premios de la Academia de Cine española –catorce Goyas, además de llevarse el Oscar a 'Mejor Película Extranjera'–. ¿Cómo es trabajar con Alejandro y cómo es él a nivel personal?
—Mar adentro fue mi primera película. Hasta entonces había hecho ficción, así que era una dicotomía. Sabía que estaba trabajando con un director exigente, que tiene las cosas claras y que ya tenía un recorrido. Eso es maravilloso porque sabía que estaba en buenas manos. Pero, por otro lado, eso hace también que te creas una serie de exigencias que hacen que los nervios afloren continuamente. Antes de empezar a rodar, Alejandro y yo hablamos mucho y estuvimos ensayando. Ahí ya entendí por qué hace las películas que hace y con el tono con el que las hace. Por qué esa sensibilidad, ese trabajo inagotable, todo eso lo hace con cada uno de esos proyectos. Y lo notas como actriz.
—Cuéntanos, ¿cómo ha sido tu verano y volver al curso?
—Bueno, he hecho escapadas de dos días y he vuelto porque he estado trabajando.
—Es que tienes tres películas por estrenar: Cada día nace un listo, que es una comedia; Reversión, un thriller; y El vestido, una película de miedo en la que, además, trabajas con tu hija Belén. ¿Compartís plano las dos?
—Sí. Además, es muy curioso porque ella es mi agente (ríe).
"Tenemos una relación de madre e hija estupenda, también a nivel laboral"
—Ella es la mandona.
—Ella, realmente, es la mandona (ríe). No, es broma.
—¿Cómo es para ti trabajar con tu hija Belén? ¿No genera cierta tensión, siendo tú una pedazo de actriz y ella aún más joven?
—Creo que la función de los actores que llevamos más tiempo, no solamente con respecto a mi hija, es un poco ayudar más a los más jóvenes, acogerles y hacer que esos nervios no ocupen demasiado espacio, que puedan expresar todo lo que tienen dentro. Pero, con mi hija, hablo muchísimo. Tenemos una relación de madre e hija estupenda. También a nivel laboral. Hablamos mucho de todo esto, con lo cual, yo le dejo su espacio y ella a mí.
—¿Cómo lo vives tú cuando estáis actuando las dos?
—Ella viene con sus decisiones tomadas. A veces, discutimos, pero incluso de las que yo he tomado en las secuencias en las que compartimos. Ya rodamos la serie La agencia, que fue la primera vez que trabajábamos juntas, y fue muy curioso. Ella llevaba la batuta de una de las secuencias. Ella hacía de ella, de Belén Écija, y yo de mí, de Belén Rueda. Hubo un momento en el que me decía: "¿Verdad, mamá?"… Ahí me quedé… Y ella volvió a decir: "¿Verdad, mamá?". Ahí hubo algo especial.
"La función de los actores que llevamos más tiempo, no solamente con respecto a mi hija, es ayudar a los más jóvenes, acogerles"
—Acabas de celebrar la boda de Belén. ¿Cómo ha sido para ti ver casar a tu hija?
—La verdad es que lo hemos vivido como una reunión familiar y con amigos que necesita mucha preparación. Quería que todos disfrutásemos de ese día y, realmente, lo disfrutamos.
—¿Cómo fue tu reacción cuando viste a tu hija vestida de blanco?
—Pensé que no iba a llorar y lloré como una Magdalena (ríe). Sí, porque veía determinados momentos importantes en la vida que había pasado con ellas –sus hijas–.
"Me encantaría ser abuela, me encantan los peques"
—Supongo que pensarías que lo rápido que ha crecido, que hace no tanto era una niña pequeña.
—La sigo llamando "mi peque", aunque ya es una mujer. Hay algo de "buf, qué rápido ha pasado el tiempo". Y no es tristeza, porque también forma parte de la alegría de la vida.
—Lo siguiente es que te haga abuela. ¿Te apetece?
—Yo sí, pero eso lo tienen que decir ellos. Me apetece muchísimo. Me encantan los peques.
—Pero es decisión de ella, si quiere ser madre.
—Eso, ahora le toca a ella.
—¿Qué destacarías de tu hija Belén?
—Tiene muchísima personalidad y una identidad propia desde que era pequeña. Eso es algo que también hemos apoyado su padre y yo. Cuando tienes un lugar destacado dentro de tu trabajo, a veces es…
—¿Más complicado?
—Sí. En algunos momentos lo tiene más complicado. Pero bueno, los que tampoco vienen de familia de esta profesión también tienen sus complicaciones. Cada uno tiene sus complicaciones.

"Belén tiene muchísima personalidad y una identidad propia desde que era pequeña"
—¿Estaba cantado que tu hija Belén fuese actriz? ¿Lo veías desde el principio?
—No. En principio, no.
—Entonces, ¿fue una sorpresa?
—Sí. Y la apoyé.
—Por último, ¿qué esperas de este curso que empieza?
—A nivel personal, estoy estupendamente. A ver si se acaba la maldita guerra…