Nació con el divino don de la risa y la convicción de que el mundo estaba loco. Así empezaba Scaramouche con la sonrisa pícara de Stewart Granger. A Jaime Lorente la frase le va que ni al pelo —ensortijado—. Y, por cierto, con ese aire de seductor canalla que tiene, al americano lo deja en la cuneta. Y en mirada azul. Y en paso pendenciero. Y en chulería. Y en divertido, que lo es un montón… Porque Jaime Lorente, uno de nuestros 50 rostros de GEN H y Premio Icono del Cine, podía haber sido James Dean o Marlon Brando o Montgomery Clift…
"Soy pasional, soy impaciente y soy radical... Pero, a veces, paro y me digo: 'tío, relájate'", nos dice el actor, quien se siente "muy orgulloso de la persona en la que se está convirtiendo"
Tiene ese aura de rebelde sin causa, de salvaje, de ángel perdido de aquellas estrellas del Technicolor… Pero ni ha nacido en Brooklyn, ni se ha enrolado en la Marina para combatir en la Guerra de Corea ni hace rallies clandestinos en un cadillac rojo y plata… Cuando él abrió sus ojos de par en par amainaba el avispero de los Balcanes. Y lo hacía, aquí, en Murcia, entre limoneros y bajo un sol que aplana. No obstante, arrastra el mismo espíritu inconformista, aventurero, y a veces, incorrecto por la pantalla donde, como aquellos mitos del Hollywood dorado, su senda es la de la gloria.
Y su rastro, el de millones de corazones rotos. Mentimos. Para Jaime, lo más importante del mundo es su familia, la de sus padres y la que él ha formado como padre, por mucho que suspiren por él casi 12M de followers de todo el mundo. De La casa de Papel a Elite, de Cristo y Rey a El Cid. Es una estrella internacional incontestable y, al mismo tiempo, humilde. Un grande.
—¿Qué supone para ti este reconocimiento de la revista, Jaime?
—Para mí, este tipo de cosas siempre son complicadas porque uno nunca trabaja para que le reconozcan el trabajo con premios… Peeero siempre que lo hacen… te da gustito.
—Da vértigo eso de “icono”?
—Lo daría si lo pensara…Creo que correría el riesgo de no tener los pies en el suelo y de no seguir haciendo el trabajo desde el lugar en que lo hago. Además, como yo tengo siempre el síndrome del impostor y pienso siempre eso de “a ver cuando se van a dar cuenta de que yo no…me cuesta creerme lo de “icono”.
—Tus personajes siempre se caracterizan por ser hombres muy rebeldes que tienen siempre ese lado punto de “malote” pero con buen corazón, que se rigen por un esquema de valores, a veces, casi ideal e incorruptible… ¿Es eso lo que definiría a tu generación?
—Fíjate que este tema es delicado… Porque creo que somos una generación que hemos sido irreverentes, pero que la propia irreverencia nos ha puesto un listón super alto y nos lastra al mismo tiempo. Mira que hemos conseguido un montón de derechos que faltaban por conquistar y que somos muy conscientes de las cosas que nos hacen falta aún, pero, a la vez, estamos siendo muy intolerantes, ¿no te parece? Y eso a mí me asusta un poco. De ahí que creo que estamos un poco sin definir…
—¿Qué es lo que te mueve, te conmueve, te gustaría que la gente supiera de ti?
—Que soy sincero. Que la gente pudiese leer, escuchar o ver una entrevista mía sabiendo que se ha hecho en un momento determinado, con un tiempo específico para contestar y que ahí siempre he sido sincero, pero que una entrevista no define a uno por completo, sino que define —o explica— un momento.
Me da la impresión de que todo es demasiado definitivo y creo que estamos perdiendo libertad. Yo, al menos, lo siento así, que tengo que tener cuidado a la hora de decir una serie de cosas. Ando con pies de plomo con cosas que considero que no son tan importantes. Ese miedo me impide decir alguna gilip* (risas) pero también, que se me ocurra algo que pueda ser brillante.
"Me da la impresión de que todo es demasiado definitivo y creo que estamos perdiendo libertad"
—A ti qué es lo que te inspira para trabajar?
—Depende un poco de la fase de la vida en la que esté. Mi trabajo siempre ha tenido mucho que ver con la búsqueda de mí mismo. Hay mucha gente que dice “A mí me encanta interpretar diferentes vidas y tal”, pero eso a mí nunca me ha pasado. Lo que sí, en cambio, —y es muy bonito— es descubrir cosas mías a través de personajes muy diferentes. O, en contextos imposibles, descubrir otras cosas que me sirven para mi vida personal. Ya no sé si quiero cambiar el mundo… pero he encontrado algo que ha sido, para mí, transformador.
—Pero qué maravilla… ¿Qué es, qué ha pasado? Porque la última vez que hablamos, que me acuerdo que estabas en una crisis, eres otra persona. Estupenda, como ahora, pero hoy, mucho más feliz.
—El rodaje de mi ópera prima como director. Eso ha pasado. Gracias a eso estoy así. Y ¿sabes por qué de repente? Porque simplemente, muchas veces uno está incómodo y empieza a emparanoiarse con “hay que salir de aquí” y, a lo mejor, no es “salir de aquí” lo que necesitas, sino cambiar de posición y nada más. Como cuando estás sentado mucho tiempo y tienes que levantarte un rato. No hace falta echar una carrera, basta con levantarse y, si te apetece, darte un paseo.
—Porque dedicas un esfuerzo, un trabajo y un tiempo a lo que haces, obvio.
—Pero yo y todo el mundo. El 100% de las personas. Creo que es un lema (risas). De alguna forma está rebotando en mi mente, pero nunca lo había verbalizado. Y que hay que quererse, cuidarse un poquito y decir sí o no cuando se debe. Porque parece que cuando te va bien, te tienes que hacer de menos para que los demás no se te suban a la chepa o te deseen lo peor, porque “a ver qué te has creído”. Y no, no me creo nada, pero me merezco un respeto. Oye, muy bien, ¿no? Me lo voy a poner de estado de WhatsApp.
—¿De qué te sientes más orgulloso?
—De mi familia. De haber construido el hogar en todos los sentidos. De la persona en la que me estoy dando cuenta que quiero convertirme.
—¿Cómo te ves en el futuro?
—Pues fíjate. No tengo ni idea. Ahora, eso sí, estoy como… sintonizado. Y es una put* que me pase ahora (risas) porque soy pasional, impaciente, radical… Y, así, se hace todo más largo y duro de lo que realmente es… A veces, hay que parar y decir "tío, relájate".
—¿Cómo te definirías?
—Como pasional, Impaciente y radical.
—¿Y a ¡HOLA!?
Impaciente también, porque os dais mucha prisa para sacar noticias, ¿no? Radical, porque sabéis lo que queréis y cómo lo que hacéis y luego… icónica. Vosotros no es que seáis conocidos en el sector, es que ¿quién no conoce HOLA? Sois conocidos en todo el mundo.