Son princesas. Y con esos ojos celestes entre cabellos dorados, parecen princesas de cuento, como dibujadas por Walt Disney. Sin embargo, en realidad, son chicas de su tiempo. Corregimos: chicas implicadas y comprometidas con su tiempo. Es más, como decía aquel anuncio de finales de los 90 cuando aún sus papás no sabían de qué color entelar su habitación de palacio, Maria Chiara y Maria Carolina son “JASP”: “jóvenes sobradamente preparadas”. Han estudiado en Harvard, hablan seis idiomas, reparten sus quehaceres entre París, Londres, Mónaco o Roma y su vida podría ser el guión de película.
Como que, para más inri, la red carpet de la Croissette del Festival Cannes tampoco tiene secretos para ellas y han compartido plano y set con Nicole Kidman. Pero más allá del oropel de las fiestas, del celuloide y de los tronos de Capri, Palermo o Noto, las dos hermanas están más que concernidas con el cambio climático, la conservación de los mares, la flora, la fauna y la defensa de los derechos humanos. Son embajadoras de la asociación Passion Sea Project, han sido condecoradas con la Cruz Roja Monegasca e Italiana, participan en el evento solidario No Finish Line del Príncipe Alberto… el listado es infinito. Pero que nos lo cuenten ellas.
—¿Qué supone para vosotras este reconocimiento por parte de ¡HOLA!?
—Maria Chiara: Para nosotras es un honor porque este premio se vincula a algo que llevamos muy dentro: nuestro compromiso con causas solidarias, la protección de los océanos y el apoyo a los más vulnerables.
—Carolina: Lo sentimos como un impulso para seguir adelante. Desde pequeñas, viajamos con nuestros padres por Asia, América, África, Europa… y muchos de los encuentros que tuvimos en esos viajes nos dejaron una huella imborrable. Vimos la riqueza de culturas y tradiciones, pero también la desigualdad, el dolor y la fragilidad humana. Fue una gran lección de vida, una lección que seguimos aprendiendo cada día con nuestras experiencias.
—Chiara: Aprendimos que la verdadera nobleza no está en un título o en un protocolo, sino en la capacidad de servir, de dar y de escuchar.
—Carolina: Por eso, que ¡HOLA! reconozca esta parte de nosotras nos emociona profundamente, porque sentimos que esa visión compartida encuentra eco y sentido.
Maria Carolina: "Creemos en la empatía, en la unidad y en la gratitud. Cuando los jóvenes se unen con un propósito común, pueden transformar la realidad"
—¿Es una responsabilidad ser dos de los rostros más significativos de la Generación H?
—Maria Carolina: Para nosotras, ser parte de esta generación no es una etiqueta, es una oportunidad. Sentimos que, al haber nacido con ciertos privilegios, también tenemos la responsabilidad de transformarlos en algo que tenga sentido real: proyectos, acciones y gestos que puedan inspirar o ayudar de verdad.
—Maria Chiara: Lo que más nos gusta de nuestra generación es que no tiene miedo de cuestionar, de buscar nuevas formas de hacer las cosas y de intentar cambiar lo que no funciona. Y creemos que el mejor regalo que uno puede hacerse es dar: aportar algo positivo al mundo. Porque al final, cuando te vas a dormir por la noche, lo que más felicidad te da es saber que hiciste algo bueno, aunque sea pequeño. Sabemos que estamos solo al inicio, pero tenemos muchos sueños que queremos llevar adelante, siempre con la ilusión de que cada paso pueda dejar un impacto auténtico y duradero.
Maria Chiara: "La fuerza de uno puede ser pequeña, pero la de muchos corazones latiendo juntos tiene el poder de cambiar el mundo".
—¿Cómo comenzó vuestro compromiso con estas causas?
—Maria Chiara: De manera muy natural. En mi caso, desde niña me sentí unida a la naturaleza: pintaba hojas, flores, mares, animales… y muy pronto adopté a mi primer perro abandonado. Desde entonces, colaboré con la SPA (Sociedad Protectora de Animales) y llegué a acoger animales en casa, cuidándolos hasta que una familia los adoptaba. Cada experiencia la anotaba en mi diario, que conservo como un testigo íntimo de esas emociones: la espera, el miedo, la alegría de verlos partir a un hogar. Hoy en día compartimos la vida con tres maravillosos lebreles italianos, a los que quiero con todo mi corazón.
Esa conexión con la naturaleza me llevó a un compromiso más amplio, y hoy tengo el honor de ser embajadora del World Wide Fund for Nature (WWF) para Francia e Italia. Con ellos, participo en viajes de campo, conferencias, paneles y también en acciones de sensibilización a través de redes sociales, porque creo que es esencial acercar estas problemáticas a las nuevas generaciones. Mi pasión por los animales y la biodiversidad encuentra ahí una voz aún más fuerte y internacional.
—Maria Carolina: Mi compromiso empezó al darme cuenta de las desigualdades que todavía existen hoy entre hombres y mujeres: en la educación, en las oportunidades profesionales, en el acceso a ciertos espacios de poder… Un ejemplo concreto está en muchas familias reales, donde todavía rige la Ley Sálica y una mujer no puede suceder a su padre como Jefa de familia. En mi caso, hasta hace menos de diez años esa era también la situación, hasta que mi padre decidió abolirla en 2016 en favor de la primogenitura absoluta. Ese cambio me hizo reflexionar sobre la importancia de la igualdad real en todos los campos, y me enseñó que muchas veces la igualdad comienza con gestos concretos, no con grandes discursos.
Más tarde, me marcaron profundamente las historias de mujeres que conocí en distintos proyectos: mujeres que habían vivido violencia, discriminación o pérdidas. Escucharlas me tocó tanto que decidí dedicar mi tiempo a darles visibilidad y apoyo. Gracias a eso pude colaborar con organismos como Naciones Unidas o la Fondation des Femmes en Francia, aportando mi perspectiva en iniciativas relacionadas con los derechos de las mujeres. Para mí, dar voz a quienes no la tienen es un deber que da sentido a mi vida. Además, a través de la Fundación de nuestra familia y del Sagrado Orden Militar Constantiniano de San Jorge, que nuestro padre dirige como Gran Maestre, hemos vivido momentos inolvidables.
Maria Carolina: "He conocido historias de mujeres que han vivido la violencia, la discriminación o la pérdida. Escucharlas me ha marcado profundamente"
—¿Cómo definiríais a vuestra generación?
—Maria Chiara: Es una generación más consciente de lo que parece. Quizás rebelde, sí, pero rebelde en la forma de no aceptar un futuro sin cambios. Queremos luchar contra lo que no funciona: la destrucción del planeta, la desigualdad, la falta de empatía. Somos también una generación global. Las redes sociales han revolucionado y han tenido un impacto increíble en nuestra sociedad: permiten compartir informaciones en un abrir y cerrar de ojos, organizar movimientos, dar visibilidad a causas que antes quedaban en silencio y acercar a las personas de una forma nunca vista en la historia.
—Maria Carolina: Al mismo tiempo, aprender seis idiomas ha sido para nosotras una oportunidad y una disciplina fundamental. Poder expresarnos en distintas lenguas nos hace sentir que no existen fronteras cuando se trata de construir un mundo más justo, más consciente y verdaderamente global.
Maria Chiara: "Queremos luchar contra lo que no funciona: la destrucción del planeta, la desigualdad, la falta de empatía"
—¿Qué valores os gustaría representar?
—Maria Carolina: Creemos en la empatía, en la unidad y en la gratitud, pero más allá de palabras, lo que nos inspira es un sueño: demostrar que cuando los jóvenes se unen con un propósito común, pueden transformar la realidad.
—Maria Chiara: La fuerza de uno puede ser pequeña, pero la de muchos corazones latiendo juntos tiene el poder de cambiar el mundo.
—¿Qué significa ¡HOLA! para vosotras?
—Maria Chiara: ¡HOLA! siempre ha formado parte de nuestro hogar. Recordamos verla en la mesa del salón, en momentos de familia, con portadas que eran casi parte de la decoración.
—Maria Carolina: Es una revista que cuida cada editorial, cada detalle, que refleja belleza y respeto. Hemos tenido la suerte de colaborar con su equipo varias veces y sabemos cuánto cariño y profesionalidad ponen en su trabajo. Por eso este reconocimiento es aún más emotivo: porque viene de una institución que admiramos desde niñas.