Gabriela Guillén está viviendo un increíble momento. Junto a su pequeño David, de año y medio, la empresaria ve la luz tras un par de años oscuros, llenos de complicaciones y traiciones. Todo esto, con las cámaras de todos los medios de comunicación apuntando en su dirección, tratando de descifrar la verdadera relación entre ella y Bertín Osborne, padre de su hijo. Es por eso que se sientan con nosotros, para zanjar todos los rumores y normalizar la situación que viven los tres. Sin posar juntos para evitar malentendidos, el cantante y la empresaria se sinceran sobre cómo están viviendo esta nueva realidad, que se consolida después de todos los contratiempos que han tenido que afrontar.
© Pepe Mesa—Gabriela, ¿qué ha cambiado para que compartáis este posado con vuestro hijo y qué ha sido lo más complicado que has tenido que sortear para llegar a este punto?
—Ha pasado lo que tenía que pasar. Para mí, lo más importante es mi hijo y, durante este tiempo, solo he querido mantener su intimidad para que no lo dañaran y manteniéndolo al margen de todo. La carita del bebé estaba en oculto, pero él no tenía por qué estar escondido.
—Y me imagino que tu intención ahora es visibilizar algo que ha sucedido de manera natural. Que hay relación entre su padre y él.
—Sí, exactamente, normalizar la situación.
© Pepe Mesa"Quiero que mi hijo sea lo más feliz posible y que tenga una normalidad. Que, independientemente de que sus padres no estén juntos, él sienta el amor de los dos"
—Porque entiendo que la que hubo antes no la encajaste…
—Lo que ocurrió en su momento no me gustó. Bertín lo sabe. Sobre todo, teniendo en cuenta que hay un niño que, el día de mañana, lo va a ver y lo va a saber y para el que yo quiero lo mejor y evitarle todo lo malo que le pueda afectar. Yo conocí a un Bertín y luego apareció otro que… no reconocía, porque no era el hombre de quien yo me había enamorado. O que quizá yo había idealizado. Estábamos muy bien juntos, porque Bertín es una persona supercariñosa… Quizá no teníamos ningún tipo de futuro, pero sí que estábamos a gusto… Pero, de repente, vino un tsunami. De la noche a la mañana. Y a mí me sacudió en todos los sentidos… Pero, aun así, he hecho frente y me he hecho cargo de lo que me tocaba.
—Y ¿cómo ha sido?
—La verdad es que ha sido muy duro. Muy muy duro, porque la mayoría de las personas que supuestamente dicen que me conocen no son de verdad. Y he estado realmente sola. Sin amigos. Porque hubo "supuestos amigos" que solo eran "interesados", que me han traicionado, que han dado toda la información sobre mi vida. Pero he tenido una fuerza interna que me ha ayudado a avanzar. Mi hijo me daba esa fuerza. Yo estaba luchando por él. Era verle la carita y que volviera a nacer la ilusión. Él me ha hecho mucho más fuerte de lo que yo ya era antes.
"Tener un padre es muy necesario. Yo no lo tuve. Por eso, no le quiero privar a mi hijo de ese derecho, porque él sí lo tiene. Yo sé lo que es, lo sé en mi piel"
© Pepe Mesa—Y esa dureza ¿de dónde te viene?
—Las sacudidas que no te matan te hacen más fuerte. Y yo estoy acostumbrada un poco desde mi infancia. Mi vida no ha sido fácil y… parece ser que para dar la cara a la adversidad tengo experiencia. Se lo dije a Bertín: "Me tiraste a la boca de los leones".
—Pero él lo sabe y también dice estar supersorprendido de cómo fuiste capaz de aguantar el vendaval, que, para él, es admirable. Porque tú, además, no eres una mujer que haya nacido debajo de los focos…
—No. Ni tampoco lo habría querido. Y he tenido muchas oportunidades para vivir de los focos, como con mi carrera de modelo, por ejemplo... Pero no fue así y no era mi sueño. De hecho, yo sufría mucho por Bertín cuando íbamos a los sitios, y me quedaba un paso atrás y le veía agobiado con la prensa encima. O cuando teníamos que ir en coches diferentes para evitar las fotografías… Era agobiante. Y luego, fíjate. La verdad es que él ya me lo había advertido.
© Pepe Mesa"Tiene una mezcla de parecidos muy peculiar. Y con su padre tiene conexión. Se ríe igual que él. La misma sonrisa picarona. Así, como de lado. Es idéntico", admite Gabriela
—Y, Gabriela, ¿cómo fue? ¿Cómo os volvisteis a reencontrar? ¿Qué fue lo que os llevó a reconducir la situación de que sois padres de un niño y que el niño necesita lo mejor?
—Con un hijo, tu dolor pasa a un segundo escenario. Si no lo hubiéramos tenido, después del daño, no habría tenido ninguna intención o necesidad, ¿no? Pero tengo —tenemos— un hijo y quiero que sea lo más feliz posible y que tenga una normalidad. Que, independientemente de que sus padres no estén juntos, él sienta el amor de los dos. Que él pueda decidir y que pueda optar por tener una relación con su padre. Porque es muy necesario tener un padre… Y porque yo no lo tuve. Yo no tuve un padre, con lo cual no le quiero privar a mi hijo de ese derecho, porque sí lo tiene. Yo sé lo que es, lo sé en mi piel.
—Eso es bonito. Y generoso.
—Una madre hace muchas cosas por sus hijos y sacrificarse también lo es.
© Pepe Mesa"Dicen que se parece mucho a mí. Pero él es muy blanquito y yo soy muy morenita de piel. Pero ¿los ojos? Los ojos son míos. Pero con unos pestañones y unas cejas… medio rubias"
—A ti, ser madre, ¿de qué manera te ha cambiado la vida?
—Ser madre me ha cambiado muchísimo y me ha cambiado para bien. Veo las cosas de otra manera. Priorizo las cosas de otra manera. He madurado muchísimo como persona, como mujer… En cuanto a mis prioridades, sé perfectamente cuáles son: mi hijo. Mi hijo es mi única prioridad en la vida. O sea, cualquier otro tipo de problema me es secundario totalmente. Mi niño me hace tremendamente feliz. Verle su sonrisa todos los días, levantarse, darme un abrazo… Qué te voy a decir yo…
—¿Cómo es?
—Maravilloso, supercariñoso. Es demasiado. Es extremadamente cariñoso. Y muy inteligente. Y muy listo. Ha empezado a hablar pronto y ya se le entiende todo. Y es muy grande. Pero mucho. Un niño bastante grande para su edad. Siempre lo digo: "Pero si ya no tengo bebé" (risas).
"De las malas experiencias se aprende. Pero esta ha sido un regalo, porque yo no pensaba ser madre. Quise serlo siempre, pero ya me había resignado a que no ocurriera"
—Te voy a hacer la típica pregunta. ¿A quién se parece?
—Pues… fíjate que a mí me dicen que se parece mucho a mí. Pero él es muy blanquito y yo soy muy morenita de piel. Él tiene el pelo superrizado. De hecho, Bertín siempre me ha dicho que él tenía el pelo rizado-rizado y que su madre, también. Superrizado. Ha salido entonces a la familia del padre. Pero ¿los ojos? Los ojos son míos. Pero con unos pestañones y unas cejas… medio rubias (risas) Una mezcla muy peculiar.
—¿Y tiene buena conexión con su padre?
—¿Él y Bertín? Muy buena. Han estado juntos. Le ha subido a caballo, le ha enseñado a nadar… Y se ríe igual que su padre. La misma sonrisa picarona. Así, como de lado. Igual-igual. Idéntico te diría.
© Pepe Mesa—Y ¿tú estás mejor? ¿Estás más tranquila? ¿Cómo es tu situación ahora, Gabriela?
—Pues estoy bien. La verdad es que... estoy en un momento bueno. Centrada. En mi negocio. Con mi empresa, Duomar Salud y Bienestar, vamos a cumplir un año en octubre y ya te puedes imaginar que ser empresaria y compaginarlo con la maternidad siendo madre soltera es…
—¡Tela!
—Sí, tela. Una experiencia que ha sido de las más duras de mi vida, porque quieres trabajar y también quieres estar con tu hijo. Y te reprochas mucho las veces que llegas tarde, las que no has podido llegar a tiempo con él… Como madre, me gustaría estar más tiempo con él, pero si no trabajo, ¿cómo le voy a dar la vida que se merece?
© Pepe Mesa"Soy muy creyente y elegí el nombre de David porque significa “el amado por Dios”, el rey del pueblo de Israel. Él es mi rey"
—No sé si, echando la vista atrás, hubieras hecho las cosas de manera distinta.
—No. Para nada. No habría cambiado absolutamente nada. Las cosas han sucedido porque tienen que suceder de esta manera. De las malas experiencias se aprende. Y esta ha sido un regalo de la vida porque… yo, en realidad, no pensaba ser madre. Quise serlo siempre, pero ya había llegado un momento en el que me había resignado a que…
—¿No ocurriera?
—Exacto. Por eso, es un regalo. Yo soy una persona creyente y creo que Dios me tenía esto preparado. Es verdad que me habría gustado tener a mi hijo dentro de una familia… digamos que homogénea o construida con amor… Pero no ha sido posible. O no era el caso.
"El niño es maravilloso, supercariñoso. Y muy inteligente. Ha empezado a hablar pronto y ya se le entiende todo", comenta Gabriela del pequeño, que, entre otras palabras, ya dice "papá"
© Pepe Mesa—Hay mucho tipos de familia…
—Yo creo que mi familia es mi hijo y la familia de mi hijo es su padre.
—¿Qué planes tienes para tu niño? ¿Qué te gustaría que fuera?
—Sobre todo, buena persona y que... Mira, yo soy bastante abierta. Entonces, mi hijo va a elegir y va a decidir lo que él quiera. Y su decisión yo la apoyaré. El único trabajo que tengo que hacer es apoyarle. En todo. Y le ayudaré para que lo consiga.
—¿Qué es lo más bonito de tu vida, Gabriela?
—¿Qué te voy a decir? ¡Mi hijo! No te puedo decir otra cosa. A mí me ha dado la vida.
© Pepe Mesa—No sé si es pronto, si es tarde… Y tampoco sé si el verbo es el correcto, el de "reconstruir" tu vida. ¿Está en tu horizonte compartir tu vida con alguien?
—Pues fíjate que candidatos no me faltan (risas).
—Pero bueno, ¡enhorabuena!
—Pero no es una prioridad. Estoy sumergida en mi proyecto, en mi hijo… No valoro ahora mismo dedicar o perder mi tiempo con alguien sin tener la certeza de que ese alguien va a merecer la pena. Ya me tiene que gustar demasiado como para...
© Pepe Mesa"He tenido una fuerza interna que me ha ayudado a avanzar. Mi hijo me daba esa fuerza. Era verle la carita y que volviera a nacer la ilusión. Él me ha hecho mucho más fuerte de lo que yo ya era"
—Dar el paso, ¿no?
—Exactamente. A mí cuando me preguntan: "Eh, ¿estás casada? ¿Tienes novio?", yo respondo: "Ni casada ni con novio, pero tengo un hijo. Esa es mi situación".
—Gabriela, y ¿por qué David?
—David significa "el amado por Dios". Como te digo, yo creo mucho. Y David es el amado de Dios, el rey de Israel… Para mí, David significa mucho.
—Tu niño es el rey de tu casa.
—Es mi rey. Por eso se llama así.
