Con la complicidad de una amistad forjada a lo largo de más de cuarenta años, Maribel Verdú (53 años) y Antonio Resines (70) han disfrutado de una escapada muy especial a Trasvía, un encantador rincón cántabro donde el actor tiene su refugio habitual. Allí, rodeados de naturaleza, historia y mar, han vivido unos días de descanso y conexión en los que no han faltado los paseos, las risas, los recuerdos compartidos y, por supuesto, la buena mesa. Ha sido la propia Maribel quien ha querido compartir con sus seguidores un pedacito de esta experiencia a través de las redes sociales. “Gracias por estos días inolvidables. Os quiero”, ha escrito la intérprete junto a una imagen de ambos en uno de los momentos más relajados del viaje.
Con ese mensaje breve pero cargado de cariño y admiración mutua, Maribel ha dejado entrever lo especial que ha sido este reencuentro. No estaban solos: a esta pequeña escapada también se han sumado sus respectivas parejas, Pedro Larrañaga y Ana Pérez-Lorente, con quienes comparten una relación cercana y armoniosa. “40 años de amistad”, añadía Maribel en otra de sus publicaciones, haciendo referencia a ese lazo personal y profesional que los ha unido desde hace décadas, tanto dentro como fuera de los platós.
Amistad sin fecha de caducidad
Maribel Verdú y Antonio Resines comparten una historia de amistad que comenzó en los años 80 y que ha resistido al paso del tiempo, las distancias y los compromisos profesionales. Han coincidido en proyectos como La buena estrella o Los Serrano, pero su vínculo trasciende lo laboral: se entienden, se cuidan y se admiran. En entrevistas anteriores, ambos han expresado su afecto mutuo con palabras cálidas y sinceras.
“Es uno de los hombres más generosos y divertidos que conozco”, llegó a decir Maribel. Resines, por su parte, ha reconocido en múltiples ocasiones que guarda un “cariño enorme” por la actriz. En diciembre de 2019, durante una aparición en El Hormiguero, Resines reveló una curiosa tradición: “Le envío flores a Maribel cada 2 de octubre, una vez lo hice y como le gustó tanto…”, compartió, evocando un gesto sencillo que simboliza su afecto mutuo.
Maribel, por su parte, describió en una entrevista la importancia de cultivar amistades profundas: “Cuando encuentro un alma bonita, generosa y buena, me engancho como un piojo y no me suelto”, confesó al referirse a las personas verdaderas que valoran la autenticidad por encima de todo. A lo largo de los años, han compartido escenario, confidencias y momentos personales clave, como esta reciente escapada que parece haberles reconectado aún más. En un mundo en el que las relaciones a menudo se diluyen, la suya es prueba de que la verdadera amistad puede resistir cualquier temporal, incluso cuando este llega del norte y con aroma a salitre.
Un destino con valor emocional
Trasvía, pequeña pedanía perteneciente al municipio de Comillas, es para Antonio Resines un lugar más que especial. Aunque nació en Torrelavega, lleva años vinculado emocionalmente a esta tierra, donde posee una vivienda y donde suele pasar largas temporadas cuando su agenda se lo permite. Un lugar perfecto para desconectar del ritmo frenético de los rodajes y reencontrarse con lo esencial: el mar, la tranquilidad y los amigos.
En este entorno tan íntimo, Resines se siente en casa. De hecho, en más de una ocasión ha confesado que Cantabria es su espacio natural, su raíz emocional, y que siempre que puede se escapa allí, a ese pequeño rincón entre Comillas, Suances y Torrelavega. “Cuesta mucho sacarle de aquí”, dicen quienes mejor le conocen.
Durante su estancia, los cuatro amigos aprovecharon para recorrer los bellísimos paisajes de la costa cántabra, incluyendo algunos inolvidables paseos por la playa, donde, según cuentan, compartieron confidencias, recuerdos y muchas carcajadas, incluso en los días nublados que, lejos de empañar el viaje, les regalaron una atmósfera melancólica perfecta para la conversación y la introspección.
Gastronomía de estrellas
Uno de los momentos más especiales del viaje tuvo lugar en el restaurante Cenador de Amós, situado en Villaverde de Pontones, a menos de una hora en coche de Trasvía. Galardonado con tres estrellas Michelin, este templo gastronómico dirigido por el chef Jesús Sánchez es un referente de la alta cocina cántabra. Su propuesta, basada en el producto local y en una reinterpretación contemporánea de la tradición, conquistó a los actores.
Entre platos tan delicados como el pichón lacado, las verduras de temporada o las elaboraciones marinas de la costa cántabra, los comensales pudieron disfrutar no solo de la comida, sino también de un ambiente exclusivo, elegante y profundamente vinculado a la identidad de la región. Gracias a esta escapada, las sonrisas compartidas, el entorno natural y la convivencia entre amigos y parejas, Maribel y Antonio reforzaron una amistad que ha resistido el paso del tiempo, las distancias y las exigencias de la profesión. Como dijo ella en una ocasión sobre su conexión con Resines: “Antonio Resines y yo hemos hecho de todo y siempre salimos bien parados”, relató al recordar viejos trabajos conjuntos.