La vida de Blanca Romero ha estado marcada por episodios tan intensos como inesperados, y fue ella misma quien se encargó de contarlos, con honestidad y sin filtros, en el debut de Mis raíces, el nuevo programa de entrevistas conducido por Isabel Jiménez en Cuatro. En este emotivo primer episodio, grabado en Villaviciosa, Asturias, el lugar donde creció, la actriz, modelo y presentadora se abrió en canal para compartir los momentos más duros y definitorios de su trayectoria vital. “Ya desde pequeña me pasaban cosas tremendistas”, confesó Blanca al comienzo del paseo por los rincones de su infancia. Lo decía con una mezcla de humor y melancolía, poco antes de rememorar un accidente que estuvo a punto de costarle la vida cuando apenas era una niña.
“Yo decido caer de una altura, como desde el balcón de cabeza. Recuerdo que le decía a mi hermana: ‘Voy a volar, voy a saltar, voy a saltar…’. Y volé. Traumatismo craneoencefálico”. Aquel salto inconsciente terminó con Blanca inconsciente durante 12 horas en su cama, hasta que su madre, al ver que no despertaba, dio la voz de alarma. “Me fueron a despertar y no despertaba… En coma. Estuve nueve días en coma. Casi palmo”, recordaba, aún impactada, la actriz, que añadió con ironía: “No me pude dar un golpe y abrirme unos puntos y ya está. Todo tiene que ser a lo grande. Sí, lo bueno y lo malo”.
No fue la única experiencia límite que compartió durante su entrevista. Con tan solo 17 años, Blanca vivió otro momento crítico, esta vez al otro lado del Atlántico, en Nueva York, donde fue detenida y deportada por portar, sin saberlo, una pequeña piedra de hachís en un bolso antiguo. “Me esposaron de pies y manos. Pasé 14 o 16 horas allí diciendo: ‘Dios mío de mi vida, qué miedo’”. El incidente, que pudo parecer anecdótico, la vetó del país durante cinco años, truncando su carrera como modelo internacional en su mejor momento. “¿Me jodes la carrera de modelo por una piedra que pesaba 0 gramos?”.
Años después, volvió a intentarlo, sin gestionar su perdón migratorio. “Monté en el avión y nada más pisar el aeropuerto, esposada otra vez. Otras 14 horas. Me volvieron a deportar”, contaba sin perder el sentido del humor. Ese segundo revés fue definitivo. “Entonces dije: ‘Vale, tengo que dejar la moda’. Y empecé en el cine”.
La vida sentimental también marcó profundamente a Blanca. Su matrimonio con Cayetano Rivera, celebrado en 2001, fue seguido por todos los medios y acabó transformando la percepción pública de su figura. “Hice una carrera brutal en París, en Londres, en Italia... Pero dejé de ser modelo y pasé a ser la mujer de, y luego la ex de. Eso manchó mucho mi imagen”, confesó con cierta amargura. Aunque asegura que su relación con Cayetano no fue tóxica ni traumática, reconoce que el impacto mediático fue devastador. “Lo viví con pena, pasé mi luto. Tardé casi dos años en poder tener más cercanía con… Yo lo sufrí”.
Su primogénita, Lucía -a quien Cayetano Rivera dio sus apellidos-, estuvo sometida al peso de fama desde pequeña y lo que supuso para ella crecer entre flashes y titulares. “Cada vez que veía a los periodistas decía: ‘Son malos, vete mamá’”, recordaba Lucía, crítica con el trato que recibió su madre en aquellos años. “Cuando quiso hacer su vida y conocer a chicos como cualquier persona de su edad, le dieron mucha caña”.
Blanca no pudo contener las lágrimas al recordar lo difícil que fue criar a sus hijos, especialmente a Lucía, en solitario. “Criarla, educarla sola... Lo pasé mal”, admitía visiblemente emocionada. Su hija nació con complicaciones graves y, apenas dos meses después del parto, Blanca ya estaba desfilando para poder sacar adelante a la pequeña. “Fue muy duro. Mi madre fue un apoyo fundamental. Asumió casi un rol maternal con Lucía para que yo pudiera seguir trabajando”.
La pérdida de un primo muy querido justo el día de su boda con Cayetano dejó otra marca imborrable en su historia. “Fue un día triste. No era el momento para celebraciones, pero no pudimos suspenderlo”. A pesar de los sinsabores, Blanca también guarda recuerdos bonitos de aquella etapa, como los brindis de sidra con Cayetano en un balcón de Gijón, en un hotel que ahora es la residencia de su abuela.