Lorenzo Moinet Ybarra y Gabriela Represa de la Lastra ya son marido y mujer. Su enlace, celebrado este sábado 28 de junio en Sevilla, no solo cumplió con las expectativas sino que las superó con creces, convirtiéndose en uno de los acontecimientos sociales más destacados del año. La ciudad hispalense fue el escenario de una ceremonia inolvidable que reunía a miembros de la aristocracia andaluza y europea, en un entorno cargado de historia. Una boda que sellaba una historia de amor que comenzó hace varios años.
La cita tuvo lugar en la Parroquia del Sagrario de la Catedral de Sevilla -también conocida como parroquia de San Clemente-, un templo de gran valor simbólico para ambas familias. Situada al oeste del Patio de los Naranjos, en la confluencia de la avenida de la Constitución con la calle Alemanes, esta iglesia es una joya del Renacimiento manierista con elementos barrocos. Su construcción se llevó a cabo entre 1618 y 1662, bajo la dirección del maestro mayor de la Catedral, Miguel de Zumárraga. Esta tarde, hasta allí veíamos llegar a la novia del brazo de su padre y padrino, reflejando la emoción en sus rostros de un momento como este.
Gabriela deslumbraba con un vestido exclusivo firmado por Fabio Encinar, alma creativa de esta firma española. Reconocido por su enfoque artesanal y su capacidad para transformar cada diseño en una pieza única, el diseñador madrileño se ha consolidado como un referente en la moda nupcial contemporánea. Su atelier, especializado en costura a medida, ofrece creaciones personalizadas que combinan elegancia atemporal y una cuidada atención al detalle, tal y como destaca la propia firma en su página oficial. Este sábado, la novia completaba su estilismo con unos zapatos de Manolo Blahnik y una tiara del siglo XIX, perteneciente a su familia, los La Lastra, grandes de España.
Entre los asistentes destacaban figuras de la aristocracia europea y la alta sociedad española, como la principesa Electra Marconi, la condesa de Broqueville de Vinck de deux Orp, los marqueses de Torrenueva -hermana y cuñado de la novia-, el marqués de Benamejí, la duquesa de Santoña, y los condes de Peñaflor y Torrehoyos.
Terminada la ceremonia y tras haberse dado el 'sí quiero' , el ya flamante matrimonio salía de la mano por la puerta del templo bajo una lluvia de confeti, exultantes de felicidad. Los veíamos darse un romántico beso y recibir la enhorabuena por parte de los asistentes. A continuación, los novios se subían al coche nupcial y, junto a sus invitados, se han trasladado al Palacio 7 Balcones, en Castilleja de la Cuesta, a tan solo cinco minutos de Sevilla. Este palacio del siglo XVIII, restaurado por el propio Lorenzo con un exquisito sentido estético, cuenta con jardines diseñados por Forestier y una colección de vajillas y cristalería antigua que hicieron de cada rincón un escenario digno de fotografía.
El palacio, reformado por Lorenzo con un exquisito sentido estético, cuenta con jardines diseñados por Forestier y una colección de vajillas y cristalería antigua que harán de cada rincón un escenario digno de fotografía. Con un servicio de catering propio, decoración floral personalizada y una puesta en escena cuidada al milímetro, la boda de Gabriela y Lorenzo ha sido una de las más elegantes y exclusivas del año.
Los novios han pensado en todo y, para facilitar el traslado de todos los invitados, han dispuesto de un servicio de autobuses desde la Torre del Oro hasta el Palacio 7 Balcones, con salidas de regreso a las 03:00 y 06:00 horas. La fiesta posterior se prolongará hasta la madrugada, con momentos de emoción, buena música y mucha diversión para poner el broche de oro a una celebración inolvidable, tanto para los novios como para sus invitados.
Una preboda inolvidable
Las celebraciones nupciales arrancaron este viernes 27 de junio con una elegante preboda, celebrada en el Palacio Bailén, una joya arquitectónica del siglo XVI situada en el corazón de Sevilla. Propiedad de Mª Josefa Ybarra Mencos —madre del novio y sobrina de la marquesa de Nervión—, el palacio fue el escenario perfecto para recibir a los más de 350 invitados que viajaron desde distintos puntos de España y Europa.
Restaurado con esmero por la propia familia, el espacio acogió una velada distendida, pero sofisticada, con música en directo, cócteles de autor y una decoración floral que realzó la belleza de sus salones históricos. La recepción no solo sirvió como bienvenida, sino también como homenaje a la tradición hospitalaria de la familia Moinet Ybarra, que desde hace décadas ha abierto sus puertas a personalidades de todo el mundo.