Almudena de Arteaga nunca creyó que, algún día, llegaría a vivir de su gran pasión, la literatura. La ‘marquesa descalza’ - ‘título’ que se ganó, hace años, cuando era marquesa de Cea, tras ser vista, antes de recibir un premio, caminando sin zapatos-, lo consiguió. Al menos, durante una época: “Ahora me tengo que dedicar a otras muchas cosas. Pero, bueno, fue un sueño que se hizo realidad”.
La duquesa del Infantado es una de las escritoras más reconocidas de novela histórica y ha logrado acercar al público la vida de grandes mujeres que cambiaron la historia. Sin embargo, si hay una que cambió la suya por completo, esa fue Ana de Mendoza.
Su primera novela, La princesa de Éboli -de la que es descendiente directa-, fue todo un fenómeno literario; así que siempre es especial recordarla. Más todavía cuando recibió, la pasada semana, una mención especial en la primera edición de los Premios Fresno de Torote Princesa de Éboli.
En aquel lugar, al sureste de la Comunidad de Madrid, que formó parte, en su día, de los dominios de aquella mujer fascinante, adelantada a su tiempo -que se ganó la confianza de Felipe II, quien después la encarcelaría hasta el día de su muerte-, hablamos con ella.
- ¿Cómo se encuentra al recibir este nuevo premio?
- Yo me encuentro muy bien, muy agradecida, la verdad. Creo que cuando publiqué este libro de Ana de Mendoza fue en el año 97… ¡Fíjate si ha corrido el tiempo! ¡Hace más de 25 años! Es un libro que se tradujo al griego, al turco, al portugués… Miles de ejemplares… Fue un best seller, y, a raíz de él, se hicieron películas. De hecho, asesoré a varias actrices -a Julia Ormond y Belén Rueda, en otra- y se escribieron muchos libros, con lo cual, Ana de Mendoza lo fue todo. Siempre digo que es las diez mujeres del Siglo de Oro: fue madre de diez hijos, fue intrigante, fue amante, fue buena esposa, que fue amante después de quedar viuda, fue monja, fue presa… y fue traicionada por el hombre por el que había dado todo, que era Escobedo. Entonces, ¿qué es para mí este premio? Un reconocimiento a un trabajo muy antiguo. Yo tengo 22 novelas escritas y muchos premios literarios detrás de la Princesa Éboli, pero ella fue la que me permitió dejar de redactar demandas para empezar a redactar novelas, que era mucho más divertido. Yo era abogado de carrera.
- También ha dicho en una ocasión que estaba llena de inseguridades cuando lo escribió…
- Yo creo que la inseguridad para cualquier artista, haga lo que haga, es buena. No te puedes confiar demasiado en lo que estás haciendo y en que lo que haces es perfecto porque vas a entrar en un rol y no vas a crear nada nuevo nunca. Siempre es bueno estar un poco inseguro para crear.
- Echando la vista atrás, han cambiado un montón de cosas…
- Bueno, lo que tengo son más años y más experiencia de la vida. Entonces, claro, eso también te quita muchas inseguridades.
"Quizá piensen que estoy un poco loca, pero pienso: 'El día que me muera y me encuentre con todas mis protagonistas, alguna me echará algo en cara'. Seguro, Seguro. Siempre hay un poco de responsabilidad"
- ¿Soñó que podría vivir de su literatura?
- Nunca lo creí. Hubo una época en la que sí vivía de mi literatura. Ahora me tengo que dedicar a otras muchas cosas, pero hubo un momento dado en el que gané grandes premios literarios, algún año que sí pude dedicarme única y exclusivamente a ello. Lo que pasa es que los escritores hacemos muchos bolos literarios, conferencias y demás, no únicamente literatura. Pero, bueno, fue un sueño que se hizo realidad. Es complicado vivir únicamente eso.
- Y siempre hablando de grandes mujeres
- En un segundo plano. Mira, cuando gané el Alfonso X El Sabio en Toledo, fue por María de Molina: Tres coronas medievales, porque hay mucha gente que se piensa que es una calle. Fue reina tres veces regente, con su marido, con su hijo y con su nieto, una reina importantísima. Y había ensayos históricos que le dedicaban dos párrafos, nada más. Y me dije: hay que hacerle una novela. Catalina de Aragón, la mujer de Enrique VIII. Siempre se habla de las Bolena, pues la reina más importante fue ella, y aquí, en España, prácticamente la pasábamos de puntillas. Y era hija de Isabel la Católica, nada más y nada menos. Bueno, voy rescatando. La última ha sido la mujer de Bernardo de Gálvez, que ahora se celebran los aniversarios de la independencia de Estados Unidos, y nadie sabía nada de ella. Precisamente, ella muere en España, pero nace en Nueva Orleans. Es una criolla francesa que se casa con un español. Tengo la esperanza de que se haga una película sobre ella porque es fascinante. Llegó a ser virreina de la Nueva España, del México actual y acaba muriendo en Aranjuez, aquí en España. Me gusta rescatar a mujeres del olvido y subirlas un poco a la palestra.
- ¿Considera que fue un poco precursora?
- Empecé hace muchos años ya. Yo creo que es aportar una piedrecita más en el camino, ¿no? Para entonces poder crear un camino entero. Yo creo que todas lo que tenemos que hacer es seguir empujando, y, gracias a eso, se va avanzando cada vez más. Yo no me creo nadie. Yo me creo una más de tantas de las que hemos luchado un poco por recordar igual a todos. Porque, como digo yo, no hay hombres y mujeres ni mujeres sin nombres, eso está claro.
- ¿Usted ha hecho frente a mucho machismo?
- Toda mi vida. Sí, sí, pero hasta en mi propia casa, con mi padre y con mi abuelo... Tenía un hermano (Íñigo de Arteaga) que se mató en un accidente, que, siendo mi hermano pequeño, él iba a ser el sucesor, y yo era la mayor. Después, cambió la ley. He tenido que enfrentarme, pero sigo haciéndolo. Son cosas particulares que no cuento en las entrevistas, pero todos los días de mi vida brego contra el machismo.
- ¿Cree que algún día acabará?
- Pues, mira, es increíble que una mujer del siglo XXI diga esto, pero en mi casa lo tendré todo el día que no haya hombres delante de mí, aunque sean más pequeños. Entonces esto es complicado de explicar, pero estoy como en la Edad Media, aunque yo soy bastante ‘rebeldona’ (se ríe)
- Sí, porque estudió Derecho por su padre
- No, no estudié Derecho por mi padre. Fue porque yo quise. Mi padre hubiese estado encantado de que yo no estudiase nada, como siempre, para no poder seguir adelante. No conocía a nadie en el mundo de la literatura. Yo me abrí camino sola. La gente puede pensar otra cosa… Y todo ha sido así en mi vida. Pero, bueno.
"Estoy como en la Edad Media, aunque yo soy bastante 'rebeldona"
- ¿Cuánta responsabilidad se siente al escribir de personajes de los que usted desciende de forma directa?
- Mira, yo siempre digo que la novela es muy diferente al ensayo. La novela te deja ficcionar, tienes unas partes que no están escritas. Yo soy documentalista también, tengo tres años de carrera para poder meterme en los archivos y leer absolutamente todo. Pero lo más privado y lo más íntimo, que es lo que de verdad hace redonda una novela, jamás está escrito por un cronista. Nunca. Entonces tú puedes ficcionar, pero de una manera que sea creíble, que sea real, que pudo pasar. De hecho, me ha pasado en alguna novela que ha aparecido en un papel a posteriori, que demostraba que las cosas eran como ya las había imaginado.
Quizá piensen que estoy un poco loca, pero pienso: 'El día que me muera y me encuentre con todas mis protagonistas, alguna me echará algo en cara'. Seguro, Seguro. Siempre hay un poco de responsabilidad. Tienes que ser justa con la historia y no inventar. La puedes hacer entretenida, que es la misión de la novela histórica, pero no inventar. Es cierto que la realidad siempre supera la ficción. Tú puedes inventar muchas cosas y al final, si tú empiezas a rascar, la realidad suele superar la ficción.
- ¿Pesa tanto título nobiliario?
- ¿Pesa? Pienso que soy una mujer bastante sencilla, que voy de aquí para allá. ‘Pesa’ porque no puedes dar pasos en falso. Como des un paso en falso, hay mucha gente detrás de ti que está deseando acabar con una institución criticándote. No puedes tropezar, entonces eso es lo que pesa, el miedo a errar por el nombre que llevas. Es exactamente eso.
- Se comentó muchísimo lo de su castillo (recuperó el Castillo de Manzanares el Real tras vencerse el contrato de arrendamiento por 60 años con la Comunidad). ¿Se sintió herida con esos titulares?
- Sí, sí, me sentí herida porque todos eran mentira. El castillo está cerrado desde el 6 de enero, que la Comunidad de Madrid revuelve el castillo porque la alcaldesa no quiere dar las licencias para abrirlo. Lo hubiésemos abierto al día siguiente, pero la alcaldesa y el consistorio de Manzanares el Real, no el consistorio entero, los gobernantes de este momento, no dan licencias. Se han inventado varias licencias para no abrirlo. Cuando ha estado abierto 30 años al público, nada más y nada menos. Entonces, ¿por qué no se abre el castillo al público? Porque la alcaldesa no quiere, y lo digo claramente. Yo estoy en Manzanares constantemente. Es una pena porque está matando de hambre a su propio pueblo, por una ideología política, simplemente, por querer mantener una guerra con nosotros que no existe. Yo la conozco. A mí me han visto en el pueblo tomándome un café con la alcaldesa. No, no me preocupa nada, pero yo sólo digo: 'Oye, ¿tú no te das cuenta de que si la gente no viene a visitar el castillo, la gente no va a un restaurante después a comer, a tomarse una caña, a comprarse un zapato?' Claro, no te das cuenta, pero la propia ideología está matando al pueblo. Que lo que dijeron contra mí me da igual si se está demostrando que era todo mentira, mentira y bulos. Pero, bueno, es que he visto mucho lo de una duquesa, un castillo y todas esas cosas…
- ¿Y el parque (de Manzanares el Real)?
- Lo del parque fue por sentencia judicial. La duquesa no echó a nadie. La duquesa ofreció, después de haber dejado diez años gratis un terreno que ningún alcalde ha dejado al pueblo: o lo compráis o lo alquilas u os vais. Ni lo compraron, ni lo alquilaron ni se fueron. Según su propia ideología política, se quedaron okupa con 'K' en el parque y lo que yo tuve que hacer es recurrir a los tribunales en los tribunales. Como le dije al propio alcalde de ese momento: 'A ti no te preocupa porque yo pago a mis abogados y pago los tuyos con mis impuestos'. Eso es lo que pasa. Pero, al final, ellos se tuvieron que ir por una sentencia judicial. No se fueron porque yo los eché. Yo pasaba todos los días por allí y veía un terreno maravilloso, por cierto, urbano y dicho por los jueces, no es para nada parque regional, es urbano, ahí está el problema. Pero bueno, no es del tema que quisiera hablar ahora.
- Para terminar, ¿qué mujer le gustaría rescatar?
- Tengo un cajón con un montón de mujeres y además me proponen otros tantas… Si te metes en un archivo, seguirán apareciendo. En España tenemos mujeres fascinantes, de todos los extractos sociales, luchadoras, cada una en su ámbito... Y todo depende de cómo las armas. Como dice mi amigo Juan Eslava Galán, cómo haces el andamiaje, cómo estudias a todos sus contemporáneos y cómo la sitúas. Y ya está. Pero me quedan muchas. No tendré vida para escribir, sobre todo las que quedan en el tintero. Seguro.
- ¿Le haría ilusión que escribiesen un libro sobre usted?
- ¡Uf, qué pregunta! Pues no sé, me considero joven todavía (se ríe) Sí, sí… Y que sean benévolos si lo escriben porque siempre se pueden ensalzar las cosas malas y acallar las buenas. O viceversa, ¿no?