El 14 de junio, Jerez volvió a convertirse en epicentro de la actualidad con una boda que no dejó indiferente a nadie. En la finca La Ramoncita, propiedad del histórico piloto de motociclismo Giacomo Agostini, el más laureado, con 15 mundiales a sus espaldas, se casaba su hijo Piergiacomo con el amor de su vida, la española Leticia Fernández de Villavicencio, nieta de los marqueses de Genal. Una noticia que adelantó ¡HOLA! en primicia y de la que ahora ha sido testigo de excepción en exclusiva.
Cumplió con lo prometido, reunir a la realeza del motociclismo internacional, invitados venidos de todo el mundo y, por supuesto, a parte de la alta sociedad española, en un enlace para el recuerdo que selló el amor de esta joven pareja con toda la vida por delante. Una vida que prometieron, con lágrimas en los ojos, compartir para siempre rodeados de familiares y amigos. "Cuando vi entrar a Leti por la puerta de la iglesia, me pareció una visión angelical", ha confesado el propio Jack, como se conoce al novio cariñosamente, en conversación con ¡HOLA! "Fue muy emocionante. Justo antes de salir hacia la iglesia, me entregaron una carta de Leti preciosa".
Los novios se casaron en la iglesia de San Miguel, en Jerez, la misma que acogió la boda del laureado piloto, y celebraron la fiesta en su finca, La Ramoncita, donde se conocieron Leti y Jack
Puntuales y guapísimos, prometieron su amor ante Dios, en la iglesia de San Miguel, a las doce del mediodía. En esa misma iglesia y con el mismo sacerdote, se casaron los padres del novio, Giacomo y María, por lo que la atmósfera no podía ser más emocionante. Hasta el templo llegaron en coche de caballos y, durante la ceremonia, actuó un coro rociero de la Hermandad del Rocío. La Salve se convirtió en un momento imposible de olvidar para los invitados, muchos de ellos venidos de fuera y que jamás habían sido testigos de un espectáculo como este. Sin duda, inolvidable.
Ya como marido y mujer y escoltados por sus cientos de invitados, todos ellos pusieron rumbo a la finca familiar, en la que Jack y Leticia se conocieron. Allí disfrutaron de un selecto cóctel amenizado por el grupo sevillano La Tomasa, al que se unió para cantar Quiero todo contigo Álvaro de Luna, íntimo amigo de los novios e invitado al enlace. "Queríamos que la gente se divirtiera todo el rato y, sin duda, superamos las expectativas". Tampoco faltaron a la boda otros rostros conocidos, como Maxime Corneille, duque de Medinaceli —Victoria de Hohenlohe se encontraba en la boda de una íntima amiga—, Sibi Montes y su marido, Mateo Ibáñez, los condes de Montalbán y Giovanni y Benedetta Buitoni, entre muchos otros.
Los novios celebraron una fiesta que mezcló la cultura andaluza con los guiños al deporte en el que Agostini aún continúa imbatible
Finalizado el cóctel, todos disfrutaron de un almuerzo servido por Miguel Ángel con acento español —salmorejo, solomillo y tarta de chocolate blanco y mango—, en mesas decoradas por Verde Oliva y con homenaje al padre del novio y anfitrión: los tarjetones llevaban el nombre de los circuitos donde ganó Giacomo Agostini. También, siguiendo esta línea, los novios llegaron al almuerzo en una moto MV Augusta, al ritmo de Volare. Todo ello organizado bajo la batuta de la wedding planner Marisa Sagret.
El vestido de novia
Leticia eligió a una diseñadora tan creativa como ella para dar forma a su vestido soñado. La elegida fue Tamara Vázquez, fundadora de Romancera, con quien la novia tuvo una conexión especial. El resultado: un mix de ocho sedas y 64 flores hechas a mano, que dieron forma a este diseño de diferentes plisados.
Una boda inolvidable y el broche de oro perfecto para esta historia de amor cuyo nuevo capítulo no ha hecho más que empezar.