La familia Iglesias está cada vez más cerca de España. Hace unos días, Miranda Rijnsburger, mujer de Julio Iglesias, aterrizaba en Málaga junto a su hijo mayor, Miguel, y Guillermo, el más pequeño y, también, ‘desconocido’.
Como cada verano, ponían rumbo a Cuatro Lunas, su conocida finca en la localidad malagueña de Ojén -a apenas unos metros de Puerto Banús, Marbella-… aunque, como nos avanzaba en ¡HOLA! el cantante, ahora también dividirán su tiempo en la otra punta del país.
El artista acaba de comprar una casa “bellísima, en mitad del campo”, en Orense, a “sólo diez kilómetros de donde me crie de niño y visitaba a mis tíos con cinco o seis años” -y en la zona donde nació su padre, el doctor Iglesias Puga-. “Es que yo me siento gallego”, nos confesaba el artista sobre su comentada adquisición en Galicia, a la que, nos adelantaba, “vamos a ir este verano”.
De momento, parte de la familia ha regresado al que ha sido su refugio estival durante años, y, en este último viaje, hemos podido ver, de nuevo, al ‘pequeño’ Guillermo -que, como se puede observar en estas fotografías, ya no tiene nada de ‘pequeño’-.
El joven, que cumplió 18 años el pasado 5 de mayo, ha crecido muchísimo -lejos del foco mediático- y es igual de alto que su hermano Miguel.
El ‘rey’ de la casa
El más pequeño de los Iglesias nació, al igual que sus hermanos, en el hospital Monte Sinaí, de Miami. Como nos contaba la propia Miranda, en las páginas de ¡HOLA!, llegó “en un momento perfecto de nuestra vida, en el que no sólo nos hace ilusión a nosotros, sino también a nuestros hijos”.
Su nombre, además, no fue escogido al azar. Fue un homenaje al padre de la exmodelo, que, una noche, le sugirió a Julio llamarlo así, “como mi padre y enseguida dijo que sí. Murió en el año 1990 y me costó mucho superar su pérdida. Era un gran hombre y un grandísimo padre”.
Antes incluso de que llegase al mundo, Miranda nos contaba que estaban “todos están contentísimos con él, ya forma parte de sus vidas”. Un presagio de que el benjamín estaba destinado a convertirse en el ‘rey’ de la casa y el ‘ojito’ de su hermano mayor, Miguel, quien, al cumplir diez años, nos comentaba: “Me encanta tener un hermanito como él, se ríe mucho conmigo”.
Un ‘crack’ apasionado de la música
Guillermo es “un crack”, nos aseguraba Julio hace años. “Un niño especialísimo, atento, curioso, que escucha todo y listísimo”. “Canta alguna de mis canciones”, nos revelaba el artista, que, también decía que su hijo “me ama”. “¡No sabe lo viejo que soy!”, proseguía Julio, con el sentido del humor que siempre le ha caracterizado. “¡Siempre me dice: Papá, ¡qué joven estás!”, añadía, entre risas.
Seguía, con gran atención, los pasos de su padre sobre los escenarios. “Al terminar un concierto me dijo: Papá, ¡qué bien has cantado! Es un chiquillo que es un amor. Un regalo grande que nos ha dado la vida a mi mujer y a mí”.
Y lo cierto es que ha heredado su pasión por la música y su talento, ya que, desde bien pequeño, tocaba la batería a la perfección -como ha mostrado su padre en sus redes sociales-.
Otra de sus aficiones es el deporte -entre ellos, el tenis- y, por supuesto, los animales -como sus hermanas Cristina y Victoria-. Prueba de ello es que, en esta nueva escapada al Mediterráneo, viajaron con sus perros, y él estuvo en todo momento pendiente de sus adoradas mascotas.