"Pienso que a la gente le pica mucho la curiosidad por saber qué hay detrás de todo ese glamour del mundo de la moda". Un mundo, maravilloso, fascinante, con sus luces… y con sus sombras. Juan Avellaneda acaba de dar un nuevo salto. Se estrena como escritor de ficción con Flashing lights, una novela que, nos asegura, es "muy sincera y basada en lo real".
Su protagonista es Olympia Graf Von Hassen, una joven que pertenece a una familia vinculada a la aristocracia, la moda y el diseño, que quiere triunfar por sí misma. En su camino, se cruza Jon Hurritza (su alter ego, ya que Hurritza es 'avellana' en vasco), un modisto que le adentrará en ese universo, pero, también, le mostrará todo su reverso oscuro (con sus secretos, juegos de poder y traiciones).
"Hoy en día, en redes sociales también, lo que más se premia es la naturalidad, y lo que yo he querido es explicar una historia real, novelada, de lo que se cuece en la moda, que yo conozco. Y también se tocan emociones que puede sentir cualquiera, por mucho que el personaje lleve un vestido de 30.000 o 100.000 euros de Alta Costura. Creo que esa parte sí que conecta bastante con el público".
Juan nos confiesa estar sorprendido con toda la gente que mostró interés por su debut -haciendo cola en la Feria del libro- y todas las personas que se han puesto en contacto con él a través de las redes. "Yo pensaba: ¿pero cómo te lo has podido leer ya si salió el jueves? ¡Estoy en shock aún!", nos dice, entre risas. De hecho, una de sus ‘inesperadas’ lectoras es la infanta Elena, que acudió a la presentación.
- ¿Has tenido ‘reparo’ o miedo en exponer esas sombras de las que hablas?
- Mira, es un libro en el que me desnudo muchísimo. Es decir, a lo mejor te estoy describiendo una casa y es la mía. Por ejemplo, Fabrizio, que es la pareja de Jon Hurritza, es mi marido al 100% Mi vida privada es privada, nunca hablo de ello, pero sí que me gustaba poder explicar un poco al lector esa relación que yo tengo, pero de una forma un poco novelada. Nieves (Álvarez) fue la primera en leérselo y me dijo: ‘Es muy fuerte porque hay personajes que sé perfectamente quiénes son’. Y lo fuerte de todo es que, cuando mi marido lo leyó, supo que éramos él y yo. De hecho, el personaje se llama Fabrizio porque Sergio se apellida Corvera, y en el Gato pardo, no sé si es el Marqués de Corvera, el príncipe de Salinas, se llama Fabrizio. Esa es la gracia.
- ¿Qué más te dijo Nieves sobre el libro?
- Me dijo que le encantó, que se lo leyó en un día y medio (yo flipé) y me contó que era muy descriptivo, que ayudaba muchísimo a alguien que no sabe de moda a meterse en este mundo, que era un poco mi idea, ¿no? Que si yo te estoy hablando de un estudio donde se confeccionan prendas, que te puedas sentir como una de las modistas; que si señalo el Baile de Debutantes, te sumerjas como una debutante más... Cada personaje tiene un estilo. Y, sobre el final, me dijo: ‘te has pasado’. Pero es que son cosas que pasan, o sea, no todo es Disney. Y, también, que era un final que nadie se esperaba y es muy real.
"Nieves (Álvarez) me dijo que le encantó, que se lo leyó en un día y medio (yo flipé) y me contó que era muy descriptivo, que ayudaba muchísimo a alguien que no sabe de moda a meterse en este mundo, que era un poco mi idea"
- Vas a estar ‘obligado’ a hacer una segunda parte, con la buena acogida que está teniendo…
- Sí, sí. La verdad es que estoy encantado. Ha sido un poco casi terapéutico porque Jon es mi alter ego, digamos. En Olympia, la protagonista, está un poco reflejado ese momento en el que yo empecé en el mundo de la moda: muchas inseguridades, explicar un poquito cómo me podía sentir (que al final te sientes como una rara avis), como que no perteneces ahí… aunque eso pasa en casi todos los sitios. Cuando no estás al cien por cien metido, la gente te mira como un poquito ‘por encima’, como diciendo: ‘este qué pinta aquí, ¿no?’ Eso pasa.
- Pero tú siempre tuviste claro que la moda era lo tuyo
- Sí, lo tenía clarísimo. De niño, me acuerdo que no veía la tele, sino que me ponía a dibujar vestidos y cosas así. Me podía tirar horas dibujando, porque es lo que me apasionaba, me parecía todo no sé… súper atractivo. Al final, con la ropa transmites mucho. En la primera escena del libro, tú ves a Inés, la madre de Olympia, y te la estoy describiendo con una prenda. Es decir, que es una novela que, en el fondo, también habla mucho de moda, de looks, que existen, que son reales. Aunque sean de otras temporadas, los puedes encontrar en diferentes marcas. También hay otros de archivo… he jugado un poco con todo eso, claro.
- ¿Y qué te dijo tu marido cuando vio que ‘estaba’ también en el libro? ¿Se ‘enfadó’ o al contrario?
- No, estuvo encantado porque, al final, no pongo una foto de él (se ríe). Se emocionó y me dijo que es súper bonito. En el fondo, de él no hablo mucho… Hablo de él a través de los ojos de Jon, que son los míos. Cuando escribía alguna parte de Fabrizio, era muy consciente de lo que estaba haciendo. Hay partes a las que les tengo muchísimo cariño porque es un libro, realmente, muy íntimo.
- ¿Cómo nació la idea de ponerte a escribir?
- Al final, no soy escritor, así que he hecho el libro de una forma un poco rara. Es decir, yo cerraba un poco los ojos y me lo imaginaba como una película, que es algo que me ha dicho mucha gente que se lo ha leído, que podría ser una serie o una película. Cuando me lo propusieron desde la editorial, pensé que me iban a proponer otro libro de protocolo, pero me dijeron que era una novela. A mí siempre me había hecho ilusión hacer como una peli o algo muy visual (porque, al final, es creatividad), pero un libro… no me lo había planteado. Me lo pensé y, en ese momento, se activó en el imaginario…
"Al final, sólo se habla de la frivolidad, de la superficialidad del mundo de la moda... y no de lo que, realmente, hay detrás; y aquí se explica que hay muchísimo trabajo"
- Sufriste un poco el síndrome del impostor al ponerte a ello
- Sí, claro. Como yo no soy novelista, es algo que no he hecho nunca, entonces claro, obviamente, sí que lo sufro, pero tengo que decirte que, tras más de diez años como diseñador, lo sigo teniendo a veces. Es muy fuerte. Yo creo que sucede en todas las profesiones creativas, como estás tan a juicio de la gente (porque, al final, son otras personas quienes van a consumirlo)… yo, por suerte, de la parte de moda y diseño, a veces me sale, pero sé gestionarlo. Con esto pensaba: tampoco pretendo que la gente piense que voy, aquí, del palo de Mario Vargas Llosa o Isabel Allende… lo que hago es contar una historia.
- Se suele resaltar la frivolidad del mundo de la moda, ¿crees que es importante?
- A ver, pienso que es un mundo que está muy castigado. Al final, sólo se habla de la frivolidad, de la superficialidad… y no de lo que, realmente, hay detrás; y en este libro se explica que hay muchísimo trabajo. De hecho, hay un capítulo en el que se habla de un desfile, que puedes ver que es una locura, que está todo el mundo sufriendo, que al final lo que cuenta es vender, que a la gente le guste, ves todas las inseguridades, las personas que trabajan (patronista, costureras, sastres, modelos, regidores…). Te das cuenta de que ésta es una industria muy potente. Lo que ocurre es que es cierto que, como al final, sólo enseñamos lo bonito y lo que brilla, es una pena. Se pierde mucho. Ahora es verdad que, gracias a las redes sociales, se visibiliza más, pero se sigue premiando el ‘envoltorio’. Hay una persona súper egocéntrica, otra súper insegura, otra súper creativa… en el mundo de la moda, un día cualquiera, de repente, una persona puede ser buenísima persona, y otro, la persona más chunga del mundo.
- ¿Te haría ilusión que se adaptase al cine o a una miniserie?
- Yo ya, me desmayo. ¡Me encantaría! ¡Y que me dejasen como meterme bastante en medio! Me gustaría poder crear todo ese universo, ¿sabes? Llevarlo un poco como a la realidad. Como te decía, yo me lo he imaginado todo visualmente, aunque luego lo he escrito. Claro que, de repente, me dijeran: oye, Juan, mira, vamos a hacer una serie… Vamos, ¡me lo pasaría superbién!
- Pero ahora nos tienes que confesar, ¿quién te gustaría que hiciese de Olympia?
- ¡No me lo he planteado! De ella, me imagino a alguien como Ester Expósito. Es decir, es joven, tiene ese punto como que puedes estar más comedida y, de repente, como más canalla…. Yo creo que es alguien que encaja mucho.
- ¿Por qué ese título, Flashing lights?
- Porque yo creo que expresa muy bien lo que yo me imaginaba. Por ejemplo, tú imagínate que vas dentro del coche (que, de hecho, es la primera escena) y tienes un paparazzi desde fuera. Vas a entrar en un sitio y te hace el ‘flashazo’. Hay diferentes tipos de personas: la que hace como ‘ay, esto no me interesa’, pero está posando ideal y maravillosa, pensando qué bien que mañana salgo en no sé dónde. Otra que dice: por favor, a mí que no me saquen otra (cuando a lo mejor ha llamado ella al paparazzi). Y pensé que con un flash explicas mucho de las emociones de las personas. También es verdad que en un desfile siempre tienes como esas luces al empezar. Son poses, al final.
"En Ibiza me agobiaba mucho con la prensa, porque una cosa es que me pilles por la calle; y otra, en bañador. Eso ya no me gusta tanto. Si buscas fotos de mí, siempre hacía paddle surf en camisa"
- Tú siempre has sido muy cercano con la prensa, pero, ¿te has agobiado en algún momento?
- En Ibiza me agobiaba mucho. Porque una cosa es que me pilles por la calle; y otra, en bañador. Eso ya no me gusta tanto. Si buscas fotos de mí, siempre hacía paddle surf en camisa (Nieves se moría de risa). Sí que es verdad que he tenido algún momento un poco complicado, al salir del hospital, cuando me ingresaron, tener la prensa abajo… pues claro, dices: no es mi mejor imagen. No podía hablar porque me ahogaba (estuve dos semanas con oxígeno). Pero tengo que agradecer a toda la prensa que me sigue y la prensa que me apoya porque, gracias a eso, puedo trabajar de lo que más me apasiona, que es la moda.
- ¿Dirías que este libro llega en un momento especial? ¿Cómo te encuentras?
Yo creo, sinceramente, que sí. Hay varias partes que son muy personales. Por ejemplo, Sophie es Nieves Álvarez… hay otros que sí son más mezcla y también personas a las que yo quiero muchísimo. Y sí que es verdad que siento que estoy en un momento un poco más maduro y pienso: ‘qué bonito poder hacer como una declaración de amor a la gente que quieres a través de personajes y de los que no hablo’. Obviamente, de Nieves hablo mucho más porque nos veis juntos en varios sitios, pero por ejemplo de Sergio y me encanta poder hablar abiertamente de lo que siento y de lo que sería el amor de mi vida de una forma.
- También sigues creando mucho contenido en redes, ¿qué te ha aportado estar presente en el mundo digital?
- Tengo que decirte que me aporta. A mí me divierte un montón porque se puede ser un poco más 'didáctico'. Mucha gente me ha dicho que, con mis vídeos, en el fondo, aprenden un montón. Y luego, además, como siempre, muchas veces lanzas el mensaje de que realmente no hay cuerpos ni hay edad, sino que hay actitud. Una mujer me contaba que, con la menopausia, sus caderas se habían ensanchado, pero que pensaba que no hay edad ni cuerpo, sino actitud. Y eso me encanta porque, al final, es verdad que existen cuatro cuerpos perfectos, el resto tenemos el nuestro. Y pienso que es divertido comentar también desde la sinceridad, por qué alguien me gusta o no cómo va... También me da como una libertad de ser como soy. Y esto es un gustazo. Al principio, en Instagram tenía que ser todo como muy perfecto y era un poco horrible, como una presión todo el rato. Ahora puedo hacer estos vídeos, y es como si tú se lo comentaras a una amiga por whatsapp, lo que pasa, que lo haces más publico. Pero está siendo un poco locura.