Perfecta y discreta. O simplemente perfecta, que ese adjetivo ya lo engloba todo. Así es como podemos verla, a su llegada a Málaga, en este reportaje en exclusiva. Después, claro, de las once horas (mínimas) de rigor y de vuelo. El tiempo que se tarda de Miami a la capital de la Costa del Sol y que, para cualquier mortal, sería demoledor, pero que, para ella, sencillamente, no. Y es que, como todos los años, aunque por esta mujer parece que, si pasan los nanosegundos, eso ocurre tan solo en el metaverso, la exmodelo y esposa de Julio Iglesias, Miranda Rijnsburger, regresaba a España una vez (o verano) más.
¿El objetivo? Disfrutar del dolce far niente a orillas del Mediterráneo. Concretamente, de Marbella. Y, más concretamente aún, de su mansión Cuatro Lunas. Y como verla siempre es una fiesta, por lo poquísimo que se prodiga y lo silenciosa que es en sus movimientos, volvemos también a constatar que, aunque hayan pasado ya tres décadas de aquel encuentro fortuito que puso su vida del revés, la holandesa mantiene intacto ese allure tranquilo y sereno que enamoró a Julio Iglesias en Yakarta. Más allá, obviamente, de una figura espléndida, con su conjunto blanco combinado con blazer oscura, y una sonrisa que desarma.
No llegaba sola. Lo hacía con una infinidad de bultos y maletas y acompañada por dos animales de compañía, Luke y Leila, y de sus hijos, el mayor y el benjamín. Esto es: con Miguel, de 27 años, y con Guillermo, que este año ha cumplido la mayoría de edad.
Pero si bien Guillermo sigue siendo el ojito derecho de su madre y estaba pendiente de las mascotas, el heredero de la mirada pícara de su padre, profesional de las finanzas y apasionado de los coches de lujo, repartía su atención entre su madre y la mujer que ocupa, desde 2023, sus días y sus noches: la empresaria, diseñadora y modelo Julie Steen, que, tal y como vemos, ya se ha convertido en una más de la familia.
Miguel, el hijo mayor de Julio y Miranda, estaba acompañado de su novia, la modelo y diseñadora Julie Steen, una más en la familia
Este verano será especial. O distinto. No solo porque Julio y Miranda abandonarán juntos y por un tiempo sus dos paraísos tropicales —de República Dominicana y Miami— para encontrarse en Marbella, sino porque, además de su habitual refugio estival de Cuatro Lunas, ahora repartirán su tiempo entre estas colinas y otras mucho más al norte, en el Atlántico.
Miranda, que este pasado mes de mayor vio cómo su hijo pequeño cumplía la mayoría de edad, mantiene la misma figura y elegancia con la que llegó a la vida de Julio Iglesias, hace más de 30 años
Se trata de su nueva residencia en Galicia, quizá menos suntuosa, más campestre, más fresquita, pero igualmente confortable y bucólica: en Villarino, una aldea en la pequeña localidad de Piñor. No obstante, aunque Miranda no es muy amiga de las alfombras rojas, seguro que habrá otra oportunidad para ver a la holandesa en alguna cita excepcional, como los palcos vip del Festival Starlite, donde, por ejemplo, hace ahora un año, acudió junto a su hija Cristina, asistiendo a un concierto de Sebastián Yatra.