Hace unas semanas, Pilar Medina Sidonia nos abrió las puertas de su palacio en Quintana Redonda (Soria), una joya arquitectónica del siglo XVIII. Allí, la aristócrata posó con sus dos hijos, Pepe Márquez y Tomás Terry, Jr., a los que llama cariñosamente Pepito y Tomasito, aunque ya tengan 46 y 33 años. El mayor es fruto de su primer matrimonio con Rafael Márquez y Osorio, conde de las Torres de Alcorrín y primo segundo de Pilar; mientras que Tomasito lo tuvo con su segundo marido, el empresario Tomás Terry.
“Pepito siempre dice: ‘Quise ser Pepe y fracasé’ –ríe– Y a Tomasito le llamamos así para diferenciarle del padre, pero tampoco le molesta”, nos cuenta Pilar, antes de describir las personalidades de los dos: “Son bastante distintos. Independientes, simpáticos, abiertos y listos. De Pepe admiro su alegría y lo que le gusta la gente. Siempre se las arregla y se adapta a todo, que le ha servido en su trayectoria profesional. Además, tiene mucho carisma. De Tomás admiro su originalidad, su inteligencia y su independencia de juicio”.
—Pepe y Tomasito, ¿cómo diríais que es vuestra relación de hermanos, con 14 años de diferencia?
—Pepe: Muy buena.
—Tomasito: Sí, muy buena. Como vivimos en distintos continentes… (ríe).
—P: (Ríe) Es como un hermano hijo. Un poco, sí. Además, soy su padrino.
—¿Cómo definirías el uno al otro?
—P: Mi hermano es brillante. Es muy intelectual, lee muchísimo y tiene una memoria bárbara. Luego, tiene muy buen corazón y muy generoso. También es bastante cabezota, que es algo común en la familia. Además, muy buen amigo de sus amigos, con muchísima imaginación y muy creativo. ¿Qué más puedo decir? Oye, mira. Muy serio.
—T: ¡Qué bien me has vendido! (ríe).
—P: Como está en el mercado y disponible… (ríe).También le gusta ser poco convencional. No se casa con un determinado sitio.
—T: Mi hermano siempre ha sido el adulto responsable en nuestra familia. Cuando hay situaciones complicadas, es quien tira del carro para adelante. Simplifica problemas que parecen complicados y aporta calma y serenidad. Dice que yo soy imaginativo y encuentro que él es súper imaginativo. Creo que es algo que debería desarrollar más porque tiene un gran talento.
—P: Creo que somos muy creativos todos: mi madre, mi abuela… Hay mucha creatividad en la familia… y yo hablando de creatividad.
—¿A qué os dedicais?
—P: Me dedico a los seguros y vivo en Miami desde hace trece años. Soy presidente de una compañía que se llama Hamilton America, que es parte del grupo Hamilton, y me ocupo del negocio de Hamilton en Estados Unidos y en Iberoamérica. Antes, estuve nueve años en Londres y otros cinco en París, así que he vivido la mayoría de mi vida fuera de España. Además, también me crié en Buenos Aires.
—¿Cómo llevas vivir lejos de España?
—P: Como todo, vivir fuera tiene su contraparte: me tiene muy lejos de casa y volver no es tan fácil. Pero disfruto mucho lo que hago y estoy muy agradecido.
T: Yo vivo en Madrid y me ocupo de la gestión del patrimonio familiar.
—Vuestra madre se ha enfrentado a muchas situaciones muy difíciles y guerras judiciales –contra su hermano por el título de duquesa de Fernandina, por las herencias… La última, contra la hija secreta de su padre–. ¿Qué admiráis de ella?
—P: Hay tantas cosas sobre mi madre que es muy difícil decirte solo algo… Es muy superviviente.
—T: Sí.
—P: También su imaginación, su cultura, su memoria, su curiosidad… Muchas cosas.
—T: Ha sido una muy buena introductora a la cultura y a muchas cosas. Nos ha abierto la mente desde muy pequeños.
—P: Mi madre trata a todo el mundo igual, nunca hace ninguna diferencia con nadie. Es tremendamente humana, tremendamente generosa. Siempre con corazón por delante para todo, con honestidad y una generosidad sin límites. Quizá esto suena muy dramático, a pesar de todo lo que le ha pasado, siempre está ahí con su sonrisa y poniendo su mejor cara...
—Contáis con antepasados muy llamativos, pero el que más era vuestra abuela Isabel, conocida como “la duquesa roja”. ¿Tuvisteis mucha relación con ella?
—T: Yo la conocí tres años antes de que muriese.
—P: Yo viví con ella. Quien me llamaba Pepito era ella y tuvimos una relación muy cercana. De todos sus nietos, yo soy el que más estuve con ella. Y Tomasito trabajaba en la Fundación.
—Debe de ser fascinante haber tenido una abuela como la vuestra, que era tan poco convencional.
—P: Estamos muy orgullosos de ella. Era muy cariñosa. Durante mi infancia, en una época vivía con mi madre en Sanlúcar y la traté mucho en mi infancia. Luego, estaba en Londres iba a verla y me llamaba. Sólo me llevaba 40 años con ella. Tuve una relación muy cercana, aunque había que amoldarse a sus horarios y a sus costumbres. Con mi abuela estaba con ella de doce a seis de la mañana, ella fumando sin parar en el archivo y contando catorce mil historias. Al igual que mi madre, era una persona absolutamente de verdad, de frente y con mucho corazón.
—Se sublevó contra Franco para defender a los agricultores…
—P: Era una mujer muy consecuente con lo que creía.
—Por último, ¿cómo es vuestra situación personal en la actualidad?
—T: La de ambos es indeterminada (ríe).