La emoción sigue latente en París, y también en las redacciones francesas, donde Rafael Nadal ha sido coronado, una vez más, como el rey indiscutible de Roland Garros. El homenaje celebrado el domingo 25 de mayo en la pista Philippe-Chatrier no solo conmovió al tenista mallorquín, sino que también desató una ola de titulares y crónicas cargadas de emoción en la prensa gala. Desde L'Équipe hasta Le Monde, pasando por HuffPost France, TF1 Info, Eurosport o RMC Sport, todos se han rendido ante la grandeza de Nadal.
Los medios franceses subrayaron su emoción, destacando que, incluso 24 horas después del homenaje, muchos aún hablaban de sus "ojos rojos" por la conmoción. También pusieron el foco en la duración inesperada de su comparecencia ante la prensa y en la autenticidad de un hombre que, pese a sus 14 títulos sobre la tierra parisina, sigue demostrando humildad, timidez y gratitud. Lo que iba a ser una intervención de apenas unos minutos acabó convirtiéndose en casi una hora de confesiones, recuerdos y agradecimientos. Nadal habló en español, inglés e incluso en mallorquín, sin olvidarse del francés, para corresponder al cariño del país que tanto lo ha arropado durante dos décadas.
"Fue perfecto, inolvidable. Muchas emociones", resumió el propio Nadal sobre la ceremonia. Alternando idiomas con naturalidad, el campeón expresó su eterno agradecimiento a la Federación Francesa de Tenis, a Amélie Mauresmo y a todos los que hicieron posible ese momento. Uno de los instantes más conmovedores llegó con la revelación de una placa con su huella junto a la red. "Pensé que era algo simbólico, que estaría ahí solo este año. Pero saber que permanecerá para siempre es un regalo indescriptible. Es difícil explicar lo que siento".
La prensa no escatimó en elogios. Le Monde describió el acto como una ceremonia sobria y cargada de una emoción desbordante. L'Équipe destacó el ambiente de escalofríos y el entusiasmo de un público entregado que coreaba su nombre, ataviado con camisetas de "Merci Rafa". TF1 habló de lágrimas colectivas, Eurosport lo calificó como "un homenaje digno de su leyenda" y HuffPost France subrayó su emotiva despedida "en francés y entre lágrimas".
El momento en que sus eternos rivales —Roger Federer, Novak Djokovic y Andy Murray— se unieron a él en la pista fue descrito como un instante eterno. Nadal, visiblemente conmovido, destacó el valor simbólico de esa imagen: "Probablemente, representamos las rivalidades más intensas en la historia del tenis, pero también hemos demostrado respeto y amistad. Ese es nuestro legado". Para la prensa francesa, fue un gesto de hermandad irrepetible: 69 títulos de Grand Slam reunidos en torno a un mismo ídolo.
No faltaron referencias a su relación con Francia. "Soy español, pero aquí siempre me han hecho sentir como un jugador más de casa", confesó Nadal. "Recibir la llama olímpica de Zidane frente a la Torre Eiffel fue otra prueba de ese cariño. No se imaginan lo que significa para mí". En sus palabras, se percibía no solo gratitud, sino también un lazo emocional profundo con París, Roland Garros y su gente.
Una de las ausencias más notadas fue la del rey Felipe VI, uno de los mayores admiradores de Nadal y con quien mantiene una excelente relación desde hace años. El monarca no pudo asistir al acto por coincidir con su viaje oficial a Gales, donde acompañó a su hija, la infanta Sofía, en su ceremonia de graduación en el internado UWC Atlantic College. Una circunstancia excepcional que no empañó la magnitud ni la calidez del homenaje.
Incluso los detalles más pequeños captaron la atención de los medios: las camisetas de "Gracias Rafa" repartidas en las gradas, los mosaicos formados por el público, el vídeo sorpresa y la aparición de su hijo al final del homenaje, aferrado a su hombro mientras daban juntos una última vuelta a la pista. Fue el símbolo perfecto de una despedida que, al mismo tiempo, fue una bienvenida eterna: Nadal deja de competir, pero se queda para siempre.
Rafa Nadal ya no empuña la raqueta, pero sigue dejando huella. La prensa francesa, emocionada y agradecida, ha confirmado lo que en la pista ya era evidente: que su historia en Roland Garros no se borra, se graba para siempre en el corazón de Francia. Nadal no solo fue celebrado como leyenda del tenis, sino como parte ya indisoluble del alma del torneo parisino.