"Hace ilusión tener un palacio", nos confiesa Pilar González de Gregorio, hija de Luisa Isabel Álvarez de Toledo, la XXI duquesa de Medina Sidonia, sobre la casa solariega que heredó de su padre, Leoncio González de Gregorio y Martí. Se trata del palacio de Quintana, levantado, en 1757, en el municipio de Quintana Redonda (Soria), que cuenta con tres salones, otro de billar, dos despachos, "office", doce dormitorios, siete cuartos de baño, capilla…
Una edificación de cerca de 2.000 metros cuadrados que invita a un viaje en el tiempo. "A Cayetana (Fitz-James Stuart) le gustaba mucho el ambiente de esta casa. Es muy de su estilo, que transporta a otra época", nos añade sobre la recordada duquesa de Alba, gran amiga suya, mientras pasea entre las secuoyas centenarias que hay en su finca de 44 hectáreas.
Eso sin contar zona de caza… Porque posee un total de más de 500 hectáreas, de las cuales la mayoría son montes y pinares. Allí, la aristócrata, conocida como Pilar Medina Sidonia, nos recibe con sus dos hijos de anuncio, a los que sigue llamando cariñosamente Pepito y Tomasito, aunque ya tengan 46 y 33 años. El mayor es fruto de su primer matrimonio, con Rafael Márquez y Osorio, conde de las Torres de Alcorrín y primo segundo de Pilar, mientras que a Tomasito lo tuvo con su segundo marido, el empresario Tomás Terry.
Construido en 1757, en Soria, sobre una finca de 44 hectáreas, su refugio —de cerca de 2.000 metros cuadrados— ha recibido a Alfonso XIII, Cayetana de Alba y la infanta Elena
Pilar desprende encanto y sabiduría. —"Es muy culta", afirma su amiga Ágatha Ruiz de la Prada—. También transmite mucha calma, aunque no haya tenido una vida precisamente fácil. A pesar de nacer el seno de una de las familias aristocráticas con más solera en España, como es la Casa de Medina Sidonia —la fundó Guzmán "el Bueno", hace nueve siglos—, Pilar vivió la separación de sus padres con solo cuatro años.
Luego, recién cumplidos los diez, creció sin su madre: la conocida como "duquesa roja" fue encarcelada en pleno franquismo por apoyar una manifestación de agricultores y terminó exiliada en Francia. A partir de ahí, Pilar ha lidiado con conflictos familiares de todo tipo: tres divorcios, la disputa por el ducado de Fernandina —que le terminó arrebatando su hermano Leoncio a favor de su sobrino Alonso—, eternas guerras judiciales por herencias… Hace más de un mes recibió la sentencia de la Audiencia Provincial sobre la batalla librada contra Rosario Bermudo, hija secreta que su padre tuvo, en 1950, con una empleada de la familia, pero ha decidido recurrir, tal y como nos anuncia. Pese a todo, nada hace mella en la simpatía de Pilar.
"El estilo del palacio es más bien romántico. Es una mezcla de una estructura castellana con una reforma afrancesada de finales del siglo XIX, al gusto de mi bisabuela", nos explica Pilar
—¿Cómo es el estilo del palacio?
—Más bien romántico. Es una mezcla de una estructura castellana con una reforma afrancesada de finales del siglo XIX, al gusto de mi bisabuela. —Dice tu hijo Tomás que has quitado cosas, que la casa estaba más recargada.—Y las he ordenado, pero he conservado la esencia de la decoración y de todo.
—¿Cuál es la estancia que más te gusta?
—Me gusta mucho el hall-salón de entrada porque tiene mucha luminosidad y es acogedor. Nada más entrar, muestra la esencia de la casa: las cortinas, un poco el aire romántico, decimonónico, las sedas, todas las arañas, la profusión de objetos…
—Está a dos horas y media de Madrid. ¿Vienes con mucha asiduidad?
—Vengo poco tiempo y muy a menudo. A veces, con mis hijos, pero hacen su vida y el mayor vive en Miami. Vengo mucho con amigos, me gusta recibirlos, porque la provincia de Soria es preciosa.
—Aquí has vivido grandes momentos: tu Primera Comunión, tu primera boda…
—Y mi padre murió aquí… Luego, muchos momentos de mi infancia con mis abuelos. Sobre todo, en verano. Mi padre fue quien vino a vivir aquí en invierno.
—También ha recibido las visitas de Alfonso XIII y Cayetana de Alba.
—También de la infanta Elena…. Y ha venido gente de todo tipo. A Cayetana le gustaba mucho el ambiente de esta casa. Ella no sabía que existía y se pensaba que yo tampoco, por lo que siempre me decía: "Esa casa que no sabías que existía hasta que la heredaste…" (ríe). Vino varias veces, con Alfonso Diez y sin él. Cuando iba a Arbaizenea, paraba aquí e íbamos a comer cangrejos. Es una casa muy de su estilo, que transporta a otra época. Tiene un ambiente "belle époque", que se quedó completamente demodé y ahora empieza a ser un testimonio.
"A Cayetana le gustaba mucho el ambiente de esta casa. Vino varias veces, con Alfonso Diez y sin él. Cuando iba a Arbaizenea, paraba aquí e íbamos a comer cangrejos"
—Debe ser un gustazo ser dueña de un palacio, aunque afirmes que tener uno perjudica seriamente la salud.
—Sí. Claro que perjudica seriamente la salud… ¡y el bolsillo! Siempre pasa algo o hay cosas que arreglar, necesitando, además, oficios que están desapareciendo. Ahora, estoy restaurando las lámparas, ya que he encontrado a un gran artista en Soria. Un palacio siempre es deficitario, aunque procuro rentabilizarlo para que no me cueste tanto. (Aquila la finca para celebraciones).
—De hecho, te refieres al palacio como "el vampiro".
—Sí. Te chupa la sangre y se apodera de ti, como los vampiros.
Su hermana secreta
—¿En qué momento vital estás?
—Nunca me pregunto por mis momentos vitales, los vivo. Es cierto que los años dan más serenidad, ves las cosas con más perspectiva, aguantas más los golpes y procesas las cosas mejor. Sobre todo, te vuelves independiente, algo muy bueno.
—¿Cómo has recibido la sentencia por la herencia que le corresponde a Rosario, la hija secreta de tu padre?
—La aparición de mi medio hermana ha sido muy mediática. Lo más doloroso ha sido exhumar a mi padre. Me ofrecí a hacerme la prueba de ADN, aunque Rosario diga que no. Al principio, lo aceptó y la primera exhumación se desconvocó. Pero ella la pidió otra vez y yo hice un recurso de reposición. Hasta se ofrecieron mi hermano Javier y su madre. Al final, logró que lo exhumaran casi un año más tarde… Le convendría más por las costas judiciales… No hay otra explicación. Con la prueba de ADN, hubiera sido más rápido. Incluso llegué a pensar: "¿Será por ir a las televisiones?". Pero mi padre no era alguien famoso…
—¿Satisfecha con la sentencia?
—Hombre, es más justo por ser su parte de la legítima. Pero no que tenga que pagar yo en efectivo. No hay precedente legal y lo dice la misma sentencia. Si recibí, sobre todo, propiedades, no me parece justo pagar en metálico.
—Es que 280.000 euros es mucho dinero.
—Mucho. Durante años, pedían un acuerdo que se basaba en tres a cinco millones. La gente me pregunta que por qué no he llegado a un acuerdo… ¡Es imposible!
—¿Piensas recurrir?
—He decidido que sí. Hay motivos legales para recurrir y ya he depositado el dinero en el juzgado, gracias a un aval de mi hermano Gabriel.
—¿Cuánto años llevas con este asunto judicial?
—Empezó en 2014. Ella vino seis años después de morirse mi padre, aunque tuvo conversaciones con su abogado en vida de mi padre. Hasta pienso que pudo haber llegado a un acuerdo, algo que cree su antiguo abogado, y así lo dijo en sede judicial. Cuando mi padre murió, Rosario no contactó al abogado de mi padre, que hubiera sido lo lógico.
—¿Consideras hermana a Rosario?
—Sin tratarla y con esa manera de actuar… Lo de la exhumación de mi padre ha sido totalmente innecesario. Encima, ha mentido y tratado de dejarme mal, diciendo que nunca me ofrecí a la prueba de ADN. Además, ella apareció con un pleito y lo hizo público. Encima, ha usado siempre el nombre de mi madre como reclamo, porque era un personaje mediático, cuando ella es hija de mi padre.
—¿Cuándo supiste de su existencia?
—Un poco antes de que pusiera la demanda, se puso en contacto con mi hermano Gabriel. Mi padre tuvo a Rosario cuando tenía 19 y, entonces, la mayoría de edad era a los 21. La madre de Rosario trabajaba como empleada en casa de mis abuelos y ella tenía 24 o 25 años. En menos de dos meses empleada, se quedó embarazada... Rosario ha contado dos versiones. En el juicio de filiación, dijo que mi padre lo sabía, que había hablado con él y con su abogado. Luego, en el segundo juicio, pidió anular el testamento porque mi padre no sabía nada. Así se deshacía el testamento y heredaba más.
—¿Te dolió que un hermano apoyara a Rosario?
—Al principio, no lo entendí, pero soy liberal y sé que cada uno ve las cosas a su manera. Ahora, mi hermano Gabriel me está apoyando.
—¿Se ha dado cuenta de cómo es Rosario?
—Claro. Le parece injusto que yo deba pagar en efectivo y, sobre todo, cuando me cargaron a mí el 80 por ciento de la legítima hereditaria. Al principio, hubo un proyecto de acuerdo y la jueza dijo de dar bienes, propiedades y dinero. Yo ofrecí propiedades que cubrían muchísimo, pero Rosario terminó diciendo que le ofrecía unas cosas horribles que no valen nada. No, señor, ofrecía una finca maderera que cubre más de lo que es la legítima y que se ha revalorizado con el paso del tiempo. ¿Por qué ella dice cosas que no son para desprestigiar? No lo entiendo.
—Han sido once años de lucha…
—La herencia de mi madre lleva 17 años y todavía, verdaderamente, no se ha arreglado. Pasa por las autoridades culturales y es un tema con ese archivo importante, de interés nacional… Son procesos muy largos.
De juicio en juicio
—¿Estos problemas judiciales no quitan años de vida?
—El pleito por el ducado de Fernandina también duró doce o catorce años… Claro que es incómodo, pero, cuando tienes problemas en la vida, hay que saber llevarnos bien y hay que mirar día por día. Si no, te preocupas y no vives.
—¿Una se llega a acostumbrar a estar de juicio en juicio?
—No tienes más remedio… También me tocó tener a mi madre en la cárcel. Ya estoy algo acostumbrada a situaciones complicadas y no queda otra que adaptarse.
—¿Has calculado todo lo que te has dejado en juicios?
—Ni idea. Prefiero ni pensarlo. He tenido lo de Fernandina, mis divorcios… La herencia de mi madre, que ha sido muy complicado y largo… Y ahora esto.
—Tienes cuatro hermanos. Dos de padre y madre, más otros dos medio hermanos de parte de padre. ¿Tienes relación con alguno?
—Con Javier, sí. Mi hermano Gabriel ahora me está apoyando y con mi hermano mayor digamos que tengo una relación no muy próxima.
—¿Por la disputa por el ducado de Fernandina?
—Después, hemos tenido relación distante, pero sí. No quiero remover el tema, pero ese título me lo cedieron ante notario mi madre y mis hermanos y así lo rehabilité. Me pareció incongruente que mi hermano lo cediera y, luego, me demandara en nombre de su hijo. Y lo ha rehabilitado el Rey Felipe VI arbitrariamente, porque, según la ley de 1988, ya estaba caducado. El Rey Felipe VI hace muchas arbitrariedades…
—Después de todo, ¿crees en la justicia?
—Hay que creer en ella, pero está administrada por hombres y no es infalible. La prueba es que hay muchas sentencias contradictorias.
—¿Eso significa que no crees?
—Alguna confianza tengo cuando he recurrido muchas veces. Con Rosario, pagarle el 80 por ciento de la legítima y ahora el 25 por ciento… En cinco meses, la situación cambió de un juez a otro.
—Hace dos años que la Justicia te dio la razón en la herencia de tu madre y te atribuyó parte del palacio de los Guzmán y el archivo de Medina Sidonia.
—Ya soy parte de lo que es la Fundación Casa Medina Sidonia, que abarca el archivo, el palacio, las colecciones…. Poseo el 11,6 por ciento, pero es un todo indivisible.
La fascinante historia de su madre, "la duquesa Roja"
—Sorprende la serenidad y la calma que transmites, pese a todo lo vivido desde bien pequeña. Ahí te encontraste con la separación de tus padres.
—Tenía cuatro años y medio. Además, era muy inusual entonces.
—También que tu madre, siendo aristócrata, se rebelara contra Franco a favor de los agricultores.
—Siempre digo que he respetado mucho a mi madre porque fue muy valiente. Independientemente de las convicciones e ideas, se enfrentó a lo establecido teniendo una situación muy cómoda.
—¿La admiras en ese aspecto?
—Sí, por ser coherente con sus ideas. Fue a la cárcel y estuvo exiliada en Francia… Y muchas cosas. Alguien capaz de pagar ese coste por defender sus ideas y no sus intereses me merece respeto.
—¿Qué opinas de que la llamen "duquesa roja"?
—No es absolutamente exacto y no es lo que más me gusta, pero lo tengo asumido. Es una etiqueta que funcionó y va a durar para siempre.
—¿Entiendes el comportamiento de tu madre?
—No se le puede pedir a todo el mundo lo mismo. Mi madre se casó muy joven, a lo mejor antes de saber qué quería en la vida. También puede que se casara y tuviera unos hijos, porque era como una obligación de entonces. Yo respeto a las personas y sus elecciones. Todo el mundo no está preparado para lo mismo ni para vivir de la misma manera.
"Mi madre fue a la cárcel y se exilió en Francia por defender sus ideas en vez de sus intereses. Alguien capaz de pagar ese coste me merece respeto" nos dice sobre la llamada "duquesa roja"
—¿Cómo era vuestra relación?
—Durante años, fue buena, porque yo la sabía entender. Pero no era una relación convencional de madre e hija. En absoluto.
—Sorprendió que se casara con su secretaria poco antes de morir.
—Me extrañó que se casara "in articulo mortis". Es verdad que tuvo una larguísima relación con esa persona y fui consciente de su vida desde muy joven. Pero no entiendo que hiciera eso a su muerte y no antes, digamos, en un momento más normal o con más libertad… A ella no la detenía el miedo al escándalo.
—¿Dudas de la decisión?
—No sé. Prefiero no entrar ahí, pero siempre me llamó la atención.
—¿Guardas relación con Lilian?
—No he tenido, la verdad.
—Hablemos de tus hijos, a los que llamas Pepito y Tomasito, aunque ya no son unos niños.
—Pepito siempre dice: "Quise ser Pepe y fracasé" (ríe). Y a Tomasito le llamamos así para diferenciarle del padre, pero tampoco le molesta.
—¿Cómo dirías que son tus hijos?
—Bastante distintos. Independientes, simpáticos, abiertos y listos.
—¿Qué admiras de cada uno?
—De Pepe, su alegría y lo que le gusta la gente. Siempre se las arregla y se adapta a todo, lo que le ha servido en su trayectoria profesional. Además, tiene mucho carisma. De Tomás admiro su originalidad, su inteligencia y su independencia de juicio.
—¿Ves factible que te hagan abuela?
—Sí, pero ya depende de ellos.
—Te has casado tres veces y tu último matrimonio duró un año… ¿Crees que has tenido suerte en el amor?
—Casarme fue mi manía del siglo XX. En el XXI ya no más (ríe). No sé si he tenido suerte en el amor o no he tenido puntería. Yo me defino como náufraga del matrimonio. Tampoco sé si mi carácter se adapta mucho, pero es difícil encontrar un amor para toda la vida.
—Por último, ¿tienes contacto con el Rey Juan Carlos?
—No seguido. Le mando una felicitación por Navidad y su santo. Le recuerdo con cariño y aprecio muchas cosas que ha hecho por España, aparte de la Transición, que ya fue un logro importantísimo. Abrió muchos mercados y caminos para España, estando tan aislada.
Hablan sus hijos
—¿Os gusta venir a este palacio?
TOMASITO.—Sí, mucho.
PEPITO.—Es precioso. Aquí he pasado toda mi infancia y, ahora que vivo en Miami, me conecta con las tradiciones, la familia, las raíces… Claro que nos gusta. La casa ha ido cambiando mucho. Ahora, con mi madre, está muchísimo mejor. Nunca ha estado tan bonita.
—¿Qué recuerdos tenéis?
P.—Para mí, es el recuerdo de nuestro abuelo y de nuestra bisabuela. Tomasito la conoció un poco y yo mucho más, al llevamos catorce años. Mi bisabuela vivió hasta que tuve 20 años, lo que es increíble. Luego, mi abuelo pasó sus últimos años y venía a verle mucho.