Atención, amantes de la tecnología. Mark Zuckerberg, CEO de Meta, ha lanzado una predicción de lo más audaz que ha dejado a todos con la boca abierta. El fin de los teléfonos móviles podría estar más cerca que nunca. Los smartphones podrían quedar obsoletos en un futuro no muy lejano, y según su teoría, serán reemplazados por gafas inteligentes con realidad aumentada, dispositivos más intuitivos, inmersivos y sociales. Meta ya está desarrollando su propia versión, llamada Orion, mientras que Apple ya ha lanzado Vision Pro. Ambos proyectos buscan integrar funciones útiles en el día a día sin necesidad de tocar una pantalla. Simplemente con la mirada podremos recibir notificaciones, responder mensajes o acceder a información en tiempo real. Un mundo donde la tecnología se adapta a nosotros, en lugar de obligarnos a adaptarnos a ella.
Zuckerberg está convencido de que las gafas inteligentes marcarán un antes y un después en nuestra forma de interactuar con la tecnología. Con ellas, el mundo digital y el físico se fusionarán sin barreras, permitiéndonos disfrutar de una experiencia mucho más fluida y natural. Nada de distracciones, ni pantallas que nos absorban: el futuro apunta hacia una realidad aumentada integrada a la perfección en nuestro entorno.
Y no es solo una visión futurista del CEO de Meta. Expertos y estudios respaldan esta tendencia, señalando que la tecnología está evolucionando hacia dispositivos más discretos, portátiles y funcionales. La carrera por definir esta nueva era digital ha comenzado, y todo indica que estamos ante un cambio revolucionario en la manera de comunicarnos e interactuar con el mundo.
Vivimos en una era de hiperconectividad en la que el teléfono móvil se ha convertido en una extensión de nosotros mismos. Según un estudio de ING, lo consultamos entre 50 y 80 veces al día, y más del 70% de la población experimenta nomofobia, el miedo irracional a estar sin su dispositivo. Las notificaciones, correos y llamadas nos acompañan desde que despertamos hasta el momento de dormir; de hecho, un 35% de los españoles sigue recibiendo alertas justo antes de acostarse, lo que viene a indicar que muchos pasan más tiempo frente a las pantallas que durmiendo.
Pero este ritmo frenético no solo impacta nuestra salud mental, sino también afecta al medioambiente. El proyecto Bienestar Digital de ING advierte sobre la huella ecológica del consumo tecnológico. Cada gigabyte de datos descargado o almacenado en la nube requiere hasta 200 litros de agua para refrigerar los servidores y emite aproximadamente 7 kg de CO2. De hecho, si liberáramos 30 GB de espacio en la nube, podríamos reducir hasta 79 kg de CO2 al año. Es cierto que la tecnología nos acerca al mundo, pero también nos plantea el desafío de usar nuestros dispositivos de forma más consciente.