A sus 75 años, Richard Gere ha cambiado el bullicio de Hollywood para llevar una vida más tranquila en Madrid, donde reside desde hace meses junto a su mujer, la empresaria gallega Alejandra Gere, de 42 años, y sus hijos. Atrás quedó su vida en un rancho a las afueras de Nueva York. Ahora, con una mansión en La Moraleja como campamento base, el actor vive una etapa que él mismo ha definido como “dorada”, en la que el compromiso social, la familia y el amor por España se han convertido en los ejes de su día a día.
Este nuevo capítulo lo ha compartido recientemente en El Objetivo, el programa de Ana Pastor, en una entrevista tan íntima como reveladora, donde tanto el actor como Alejandra se mostraron relajados, cómplices y profundamente ilusionados con su presente en nuestro país.
Aunque Richard se ha adaptado estupendamente a España, lo cierto es que el protagonista de Pretty Woman tiene una gran cuenta pendiente: hablar español con fluidez. “Mi español me hace sentir avergonzado”, confesó entre risas. “Mi esposa se enfada conmigo porque no lo hablo”. Ana Pastor, con una sonrisa, le propuso un reto: que la próxima entrevista sea, al menos en parte, en castellano. Alejandra recogió el guante con humor: “Estamos en ello”.
Aun así, durante la charla, Gere se atrevió con algunas frases en español, dejando claro que el interés está ahí... aunque todavía le falta práctica.
Pero más allá de anécdotas, el matrimonio quiso aprovechar la conversación para visibilizar su mayor proyecto en común: luchar contra el sinhogarismo en España. “Nos hemos propuesto acabar con esta situación en seis años. Son 30.000 personas. Es algo atajable”, explicó Silva con contundencia. De ahí surge el documental que han producido juntos, Lo que nadie quiere ver, donde conversan con personas sin hogar y dan voz a quienes el sistema suele ignorar. La pareja, además, invitó a Ana Pastor a acompañarlos en futuras grabaciones para visibilizar el problema desde dentro.
El compromiso de Gere con causas sociales no es nuevo. Su relación con la ONG española Open Arms lo ha llevado a bordo de sus barcos, rescatando migrantes en el Mediterráneo. “Han salvado a 70.000 personas. España debería estar muy orgullosa”, aseguró, visiblemente emocionado. No es de extrañar que la espiritualidad ocupe un lugar central en su vida. Budista convencido, habló de su relación con el Dalái Lama y del valor de la meditación diaria para construir realidades más humanas. Aun así, tuvo palabras especialmente sentidas para el recientemente fallecido Papa Francisco: “Era extraordinariamente humano y valiente. Un verdadero hombre del pueblo”.
Entre los muchos elogios que dedicó a España, Gere se mostró especialmente encantado con Galicia, tierra natal de Alejandra. “Cuando ella habla de su tierra, parece que viene del paraíso”, bromeó. La conexión emocional con el norte verde y lluvioso de España le recuerda, dijo, a los paisajes de su infancia. Pero también ha aprendido a apreciar la vida urbana en Madrid, una ciudad que describió como “una de las más bonitas del mundo”, en la que disfruta del anonimato y la calidez de la gente.
De hecho, uno de los momentos más simpáticos de la entrevista llegó al recordar el apagón que afectó a España y parte de Europa hace unos días. Gere acababa de aterrizar en Barcelona cuando se enteró de que no había electricidad. “Me dijeron que no me moviera, pero me subí al coche y todo fue muy tranquilo. Nadie estaba enfadado. Todos eran amables. Era como: ‘Pasa tú. No, pasa tú’”. Una actitud que reafirmó su percepción sobre el carácter español. “Hay una dulzura en los españoles”, comentó con ternura. Alejandra, por su parte, lamentó que muchas veces los españoles no se valoren lo suficiente: “Somos un país muy solidario, y lo hemos visto en ese apagón. Se te llena el corazón de orgullo”.
Aunque ha estado alejado de la gran pantalla en los últimos años, Richard Gere no cierra la puerta a volver al cine. Y si puede ser en España, mejor. “Me encantaría rodar aquí. Estoy conociendo a algunos directores”, explicó, aunque con una condición: mejorar su español, para no tener que depender de subtítulos o intérpretes. Entre bromas y compromisos, dejó claro que está dispuesto a seguir construyendo su vida desde este lado del Atlántico.
La historia de Gere y Silva, que comenzó en un hotel de Positano cuando ambos atravesaban sus respectivos divorcios, es ahora una historia de familia, activismo y amor. Tienen dos hijos en común, además de los que ambos aportan de relaciones anteriores, y viven alejados del foco mediático, volcados en una vida más serena y consciente. Alejandra lo resumió así ante Ana Pastor: “No es difícil hablar bien de España. Lo difícil sería no enamorarse de ella”.