Café con letras

Sonsoles Ónega nos habla de 'Las hijas de la criada': 'La novela se lapidó antes de que estuviera en la calle y eso me tambaleó un poco'

La obra ha sido galardonada recientemente con el Premio Planeta

Por Daniel Arveras

Sonsoles Ónega (Madrid, 1977) es un rostro muy conocido del panorama televisivo y está al frente cada tarde del magacín Y ahora, Sonsoles que emite Antena 3. Periodista de raza y estirpe, siempre quiso escribir novelas y así lo ha hecho hasta ahora con seis títulos publicados, entre los que destacan Después del amor con la que obtuvo el Premio de Novela Fernando Lara 2017. Por su séptima obra, Las hijas de la criada ha ganado el Premio Planeta 2023 y hemos querido charlar con ella sobre esta historia de mujeres luchadoras en la industria conservera gallega, de venganza y amor, de secretos inconfesables, de la verdad oculta, la mentira, la maternidad y muchas otras cosas.

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- Sonsoles, con Las hijas de la criada rescatas del olvido a miles de mujeres humildes empleadas en la industria conservera gallega. ¿Era uno de tus objetivos?

Inicialmente no lo era como tal, ya que yo soy más de la Galicia interior, de las montañas lucenses más que de la costa, escenario de los veranos de mi infancia. Fue todo un descubrimiento que surgió a partir del proceso de investigación y documentación para la novela, cuando comencé a ser consciente del papel fundamental de las mujeres en esa potente industria conservera. Es lo maravilloso del proceso creativo, que enriquece el texto y te cambia incluso tus propios planes. La consulta de diferentes libros, periódicos e imágenes antiguas me sirvió de inspiración para la confección de algunos de los personajes y el papel de la mujer fue ganando peso paulatinamente.

La novela se fue convirtiendo en ese homenaje íntimo a las mujeres que ahora muchos lectores ven en ella.

- También es una novela de grandes secretos, verdades ocultas y mentiras mantenidas durante décadas que trastocan por completo las vidas de los personajes. ¿Mentir nunca es una buena opción, aunque nos duela a veces decir la verdad?

Esa duda filosófica la personifica don Gustavo, que sabe el 50% de la verdad solamente y, también, la propia Renata, quien conoce toda la verdad y sólo la confiesa al final, cuando se está muriendo, buscando una especie de redención. Don Gustavo prefiere vivir en la mentira y yo, personalmente, pienso que la verdad es lo que más libres nos hace.

Para mí es ley de vida buscar la verdad y, sobre todo, vivir en la verdad. El periodismo debería también buscar siempre la verdad y por eso yo me rebelo a inmunizarme ante la mentira. Esta novela persigue también la verdad permanentemente.

- Doña Inés y Clara son mujeres fuertes e inteligentes, devoran la biblioteca del pazo y la prensa, tienen iniciativa, dirigen y triunfan en la industria conservera, aunque no se puede decir lo mismo del amor, del que sólo disfrutan migajas. ¿Amor y mar hay para todos, pero no siempre en las proporciones adecuadas?

En esta novela hay cinco grandes historias de amor, aunque es Clara la que más permanentemente busca y regala amor: a las obreras de la fábrica, intenta querer a un marido de conveniencia, a doña Irene, etc. Es una novela que profundiza sobre la necesidad de amar, de sentirnos queridos y casi de mendigar ese cariño.

Cuando recogí el Premio Planeta dije que era una novela de faltos de cariño, expresión que me encanta y tomo prestada del gran Manu Leguineche y su libro El club de los faltos de cariño. Porque, en realidad, todos lo estamos un poco, necesitamos que nos quieran en nuestras vidas y vamos buscando ese amor, a veces de forma enfermiza.

- La paternidad y la maternidad está también muy presente en Las hijas de la criada de muy diversas maneras, con afectos y desafectos, con entrega y devoción, pero también con desapego y resignación…

En esta novela planteo la complejidad de las relaciones entre hijos y padres. Hay un padre que abandona y nunca tiene sensación de culpa por olvidar a sus hijos, está el marido de Renata que duda de su paternidad y, sobre todo, la relación difícil de dos madres con sus hijas, a las que les cuesta querer. Renata es la única que sabe toda la verdad y por eso se resiste a querer a Clara y doña Inés, al revés, siente la ingratitud de su hija Catalina, quien teniéndolo todo es incapaz de amar y disfrutar de su vida.

Doña Inés va a suplir ese desafecto con Clara, con quien siente una conexión natural, la fuerza de la sangre que se impone a todo lo demás. Quererse les sale natural.

- No me puedo resistir a preguntarte por el Premio Planeta. ¿Entiendes las suspicacias que suscitó el fallo del jurado? ¿Cómo lo has llevado?

He escuchado de todo, que si los premios Planeta se encargan, que si se buscan personajes que se ajusten a las circunstancias del galardón, etc. Nadie me ha venido a encargar esta novela y, de ser así, no lo hubiera aceptado para no comprometer mi carrera literaria. Nunca he escrito con plazo de entrega. Si alguien piensa que esta novela se ha escrito en el año que llevo trabajando aquí o en cuatro meses, no conoce como escribo, sin contratos previos, plazos o ataduras. Cuando consideré que tenía el texto, lo envié y punto. Probé suerte, teniendo claro que esta novela se iba a publicar sí o sí en el año 2024 con una u otra editorial.

Puedo entender las suspicacias, pero lo que más me ha dolido han sido las críticas antes siquiera de que el libro saliera. La novela se lapidó antes de que estuviera en la calle y eso me tambaleó un poco porque mi literatura nunca ha estado en el foco público y tiene una trayectoria, donde cada novela ha supuesto un crecimiento y yo no escribo ahora como lo hacía hace 18 años. Escribo, fundamentalmente, para que la gente lea y cuanta más gente pueda leer mi novela, pues mejor. En ese sentido, estoy en una editorial que se toma muy en serio el fomento de la lectura.

- ¿Cuál fue la felicitación que te hizo una especial ilusión recibir por ser totalmente inesperada?

Me hizo mucha ilusión recibir un mensaje de Juan Cruz, que fue editor de Alfaguara y con quien coincidí siendo becaria en la cadena Ser. Por entonces, le confesé que quería escribir novelas y siempre ha seguido siempre mi trayectoria literaria con mucho cariño. También, las felicitaciones sinceras de mis jefes y compañeros de Mediaset, quienes me vieron escribir en un espacio como este. Recuerdo que alguien me dijo que podía titular la novela como 'Las hijas de Mediaset' y es cierto, porque hay más trabajo en esos dos años previos al que ha podido haber aquí, en este último año en Atresmedia.

Se me ha criticado también por decir que esta novela la he escrito en los camerinos, cuando todo el mundo sabe que trabajo en televisión y que ha sido en parte así, aprovechando el tiempo muerto en un espacio como este, tranquilo y de silencio.

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- Lo más difícil de haber ganado el Planeta es, sin duda, ¿tener que robarle tiempo al tiempo para la gira y eventos de promoción del libro?

Efectivamente, todo ha sido una gran inconsciencia por mi parte, ya que ignoraba que la gira era tan intensa y tan exigente, que requería tanto de la presencia física en diferentes lugares. Mi última novela fue en 2020, en plena pandemia y casi no hubo gira. La anterior fue el premio Fernando Lara en 2017, cuando era reportera en Telecinco y podía dedicar los lunes y viernes, días sin actividad parlamentaria, para esa gira de promoción.

Pero nada comparable a haber ganado el Planeta ahora, ya que tienes que estar en todos los territorios, en las bibliotecas, teatros, ferias del libro y donde te inviten. Es fundamental el contacto directo con el lector, pues los libros se venden uno a uno, como bien dicen los más veteranos de la editorial. Supone un gran rompecabezas cuadrar agendas, pero al menos me reservo los domingos para descansar y estar con los míos.

- Los libros duran tanto como las joyas, se afirma en tu novela y no puedo estar más de acuerdo. ¿Recuerdas la última joya literaria de la que disfrutaste?

El mar, el mar, de Iris Murdoch. Leí este verano sus 800 páginas y me encantó, la disfruté mucho. Es una auténtica joya, trata de un director de teatro que decide retirarse a una casa perdida en la costa británica para ir contando sus memorias en un diálogo apasionante con el lector.

- Cuéntanos algo de cómo escribe la ganadora del Planeta: manías, ritos, horarios, lugares…

El silencio es fundamental, necesito estar con la puerta cerrada de mi despacho y rodeada de mi biblioteca. No tengo horarios ni una rutina fija porque, por desgracia, no la puedo tener. Mis grandes momentos creativos son en verano, cuando tengo más tiempo, rodeada de mis perros y libros, sin más compañía que lo que tenga en la cabeza.

Prefiero el ordenador de mesa con pantalla grande o doble pantalla, porque brujuleo mucho en hemerotecas digitales y, de esta manera, me facilita la labor.