Día de la Mujer

Las mujeres pueden (también) viajar a la Luna

La NASA enviará el próximo año una misión a nuestro satélite con un hombre y una mujer: ¿podría ser la astronauta española Sara García la elegida?

Por Elena Villegas

En 2024 la humanidad regresará a la Luna. La NASA lanzará la misión Artemis (en la mitología griega, la hermana de Apolo, nombre de la misión que llevó al hombre a la Luna) y llevará a un hombre y, por primera vez, a una mujer a nuestro satélite. Será un hito histórico para el que aún no se han seleccionado a la afortunada que se convertirá en la primera mujer en pisar la superficie lunar. ¿Quién será la elegida que hará historia? Entre las candidatas a realizar el viaje más asombroso de todos, la española Sara García, que forma parte del cuerpo de astronautas de la ESA (la Agencia Espacial Europea) como miembro de reserva desde el pasado mes de noviembre. Solo 16 candidatos superaron el durísimo proceso al que se presentaron 23.000 personas de todo el mundo. Si bien es cierto que por el momento pertenece a la reserva de la ESA, solo cinco fueron seleccionados como astronautas de carrera (entre los que se encuentra el español Pablo Álvarez Fernández), por lo que la probabilidad de viajar al espacio e incluso a la Luna, es muy alta.

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"La posibilidad de pisar la Luna es fascinante", confiesa. "Abrumador, solo la idea de pensarlo. Sería un auténtico sueño hecho realidad". Al tiempo que soñaba en voz alta, nos explicaba con humildad que lo de ser la primera mujer en llegar a la LUNA no es un dato al que preste especial atención: "tampoco es algo que me preocupe ese tipo de hitos históricos", asegura. "Mientras contribuya a una misión que realmente sirva para traer algún tipo de beneficio a los que seguimos en la Tierra, que es mi objetivo primordial, eso ya sería una satisfacción y una misión cumplida para mí". 

A la espera del ansiado momento, Sara García se entrena ya para una posible misión espacial. Al estar en el cuerpo de reserva, su entrenamiento no requiere de los 365 días del año, pero sí tiene que dar buena cuenta de su adecuada preparación tanto física como intelectual: "Será entrenamiento físico o entrenamiento más teórico, de lecciones de ingeniería, de lecciones de física… Puede haber distintas materias" y siempre deberá acudir a realizarlo a la base de la ESA en Colonia (Alemania), donde deberá permanecer una o dos semanas al año a tal fin.

Otras mujeres que ya han viajado al espacio

En junio de 1963, la soviética Valentina Tereshkova salió de su casa asegurando a sus familiares que iba a asistir a una competencia de paracaidismo y que estaría fuera unos días. En realidad, partía para subir a bordo de la nave Vostok-6 y convertirse en la primera mujer de la historia en viajar al espacio. Su familia se enteró por la radio. Desde entonces, son unas 80 las mujeres que han salido de la atmósfera terrestre, todas ellas con una preparación académica más que admirable; aun así, en la mayoría de misiones espaciales en las que había una astronauta femenina, su mera presencia se convertía (y se sigue convirtiendo aún a día de hoy) en una gesta: la primera piloto de un trasbordador, la primera en hacer una caminata espacial, la primera comandante de la Estación Espacial Internacional (ISS)… Siempre años después del primer hombre en hacerlo, intentando romper una brecha que, eso sí, es cada vez más estrecha en las misiones espaciales, afortunadamente.

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Una de las anécdotas que más perplejidad provoca es la relacionada con la primer mujer estadounidense en viajar al espacio, Sally Raid. A su alrededor, hombres con mentes privilegiadas, capaces de planificar y desarrollar misiones espaciales; pues bien, esos prestigiosos ingenieros le proporcionaron 100 tampones para los seis días que iba a durar su misión espacial y le preguntaron si tendría suficiente. Como decíamos, una simple anécdota, pero muy reveladora acerca de la imagen que se tenía de la mujer y de su papel en la NASA.

Hay también historias de conciliación familiar, como la de neoyorquina Anna Lee Fisher, que se despidió de su primera hija, de tan solo un año y medio, para ir al espacio. El viaje solo duró ocho días, pero el hecho de ser la primera madre astronauta fue totalmente revolucionario en la época (finales de 1984). Ahora bien, años más tarde, sería ella (y no su entonces marido, Bill Fisher, también astronauta) quien pediría una excedencia a la NASA para cuidar a sus dos hijas.

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La preparación física e intelectual de todas y cada una de las mujeres que han salido fuera de la atmósfera terrestre con un organismo oficial es digna de admiración. Desde la primera astronauta, Valentina Tereshkova (que se formó en la Academia de Ingeniería Aeronáutica Militar Zhukovski) hasta una de las últimas, como la estadounidense Kayla Barron, que es ingeniera de sistemas de la Academia Naval de los Estados Unidos y tiene un máster en ingeniería nuclear de la Universidad de Cambridge. La mayoría de ellas, han practicado deportes como el paracaidismo y otros deportes de riesgo; en entre ellas, Sara García, que es amante también del submarinismo, actividades de gran utilidad de cara a los entrenamientos de la ESA o de la NASA.

El consejo de Sara García a las niñas que sueñan con ser astronautas

Todas las mujeres citadas en este artículo han roto moldes. Todas son mujeres brillantes que han destacado con luz propia en un mundo reservado, en un principio, a los hombres. Afortunadamente, eso está cambiado y las agencias espaciales se han propuesto incrementar su plantilla femenina; a pesar de eso, en la última convocatoria de la ESA en la que fue seleccionada García solo un 25 % de los candidatos eran mujeres. Y, aunque eran una clara minoría, al final del proceso el 50 % de los seleccionados eran mujeres (fue una evaluación ciega, en la que no se sabía el nombre ni el sexo de los candidatos, de modo que no es una paridad buscada). 

Resulta, por tanto, evidente que aún hay mucho camino por andar para fomentar que más chicas se presenten a convocatorias como esa o como cualquier otra relacionada con el mundo de la ciencia. Y la base de ese camino es la educación, es la infancia. Por eso, Sara García recomienda a todas las niñas que no pongan límites a sus sueños porque "los sueños se cumplen y que nadie le puede decir que es o no es es capaz de conseguir x cosa", asegura. "Que si le motiva la ciencia, que si le motiva la tecnología, que si le motiva ser piloto o que si quiere hacer lo que esté en su mano por ser astronauta, que no se ponga ella misma trabas y que vaya a por ello".