Adrián González, hijo del legendario futbolista Míchel, nos cuenta su historia de amor con la ‘influencer’ Natalia Coll
El exjugador del Málaga y la ‘influencer’ se conocieron en el colegio hace diecisiete años. Después de compartir media vida –ya han cumplido los treinta y cuatro–, tienen tres hijos en común y viven separados por trabajo
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Siendo hijo de Míchel, estaba predestinado que la vida de Adrián González –marido de la influencer Natalia Coll– estuviese vinculada al fútbol. Cuando nació en 1988, su padre ya había alcanzado la gloria junto al Real Madrid, como parte de la llamada ‘Quinta de El Buitre’ –junto a Emilio Butragueño, Manolo Sanchís, Miguel Pardeza y Rafael Martín Vázquez–. Una vez que Míchel colgó las botas en 1997, fue su primogénito, que tenía sólo nueve años, quien se unió a la cantera del equipo merengue.
En 2007, cuando ya había cumplido los diecinueve y llevaba dos años de relación con Natalia, Adrián firmó su primer contrato con el Real Madrid. Aquel gran paso en su carrera supuso separarse de la que hoy es su mujer. Cabe destacar que, esa misma temporada, el equipo merengue le cedió al Celta de Vigo y al Gimnastic de Tarragona. Adrián comenzó a brillar con luz propia una vez que fichó por el Getafe y Racing de Santander, a donde ya se mudó con Natalia.
Sin embargo, no fue hasta que se incorporó al Málaga CF, en 2017, cuando disfrutó de sus mejores momentos deportivos: en la siguiente temporada, el hijo de Míchel se convirtió en el máximo marcador del equipo y alcanzó el puesto de primer capitán. “Si hay algo de lo que me siento orgullosa, es de haber sido capaz de adaptarme a los cambios que han surgido estos años. Lo que me hacía feliz era estar con Adrián, no me importaba lo que tuviese que sacrificar”, nos cuenta ahora Natalia Coll.
—Adrián, ¿qué te enamoró de ella?
—Lo guapa, cariñosa, atenta y detallista que es. Es una mujer supercompleta. Sabe adaptarse a cualquier circunstancia. Es inquebrantable su lealtad con la gente que quiere. Admiro muchísimo como toma las riendas de la familia. Como madre es insuperable y, como pareja, solo puedo dar las gracias por cada segundo con ella.
—¿Cómo has vivido su ascenso como influencer?
—Con algo de inconsciencia. No estaba puesto en el tema, pero estoy orgulloso de ella, porque consigue, de verdad, todo lo que se propone.
—¿Qué admiras de su profesión?
—La personalidad con la que exponen gustos y opiniones, aún sabiendo que puede haber un feedback negativo. Saben lidiar con la opinión pública con una naturalidad pasmosa. Yo soy de los primeros que ha cambiado mi forma de ver esta profesión y he abierto los ojos.
Este pasado verano, con treinta y cuatro años, Adrián decidió dar finalizada su carrera como futbolista. A continuación, se convirtió técnico deportivo del Olympiacos, equipo que entrena su padre. Al unirse al vestuario griego, el hijo de Michel tuvo que alejarse nuevamente de su mujer, pero también de sus tres hijos en común. “El trabajo de entrenador es muy impredecible y los niños necesitan estabilidad”, nos explica Natalia sobre la decisión de no mudarse a Grecia con Nicolás, de casi nueve años; Ignacio, que cumple cinco a principios de enero; y el pequeño Bruno, de casi dos añitos.
—Adrián, ahora vives en Grecia. No debe de ser fácil distanciarte de tu familia.
—Es complicado separarme de mi mujer y mis hijos. Pero, después de la carrera de jugador, la vida sigue. Y uno tiene que encontrar su sitio y su futuro. Llevo tiempo preparándome para este paso profesional. Para el personal, siendo sincero, uno nunca está preparado.
—¿Siempre pensabas que serías padre de familia numerosa tan joven?
—Siempre supe que sería padre pronto, pero no de familia numerosa. Nos fuimos animando según pasaron los años. Las experiencias con Nicolás e Ignacio fueron tan positivas que nos lanzaron a buscar el tercero. Si pudiera retroceder en el tiempo, todos habrían llegado antes porque son maravillosos.
A pesar de los dos mil kilómetros que separa al matrimonio, el jugador y la influencer se muestran de lo más enamorados ante ¡HOLA!. “Además de lo guapo que es, Adrián es una de las mejores personas que conozco. Transmite mucha paz y tranquilidad, lo que hace que nos compenetremos muy bien”, nos manifiesta Natalia, antes de que Adrián nos hable de su padre.
—¿Qué es lo que admiras de él?
—Su humildad, constancia, profesionalidad y lealtad.
—¿Cuál es la mejor lección que te ha enseñado?
—Nunca me presionó ni me empujó para ser futbolista. Sólo me pidió que, si quería ir a por ello, que me entregara al cien por cien.
—Ser futbolista exige muchos sacrificios. Especialmente, de joven. ¿Sientes que te has perdido algo?
—Me he perdido muchas cosas de mi infancia y adolescencia, pero ha merecido la pena. He madurado antes. Esos sacrificios los hacía encantado, porque una pasión se convirtió en profesión... Y eso no tiene precio.
—Acabas de poner fin a tu carrera de futbolista. ¿Con qué momentos te quedas?
—Con todo lo pasado. De lo bueno he disfrutado muchísimo y, de lo malo, he aprendido. Echo la mirada atrás y me siento orgulloso de lo que conseguí. Sinceramente, nunca pensé que tendría la carrera que tuve.
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